martes, 6 de marzo de 2018

Reflexion sobre mi Lucha contra el VIH....

Luchar contra el VIH es luchar por la vida
Dicho esto, no quisiera con estas líneas reflejar solamente el abatimiento que inevitablemente sufres al saber qué te pasa y qué horizonte vas a tener, si es que vas a tener horizonte. 

Sino transmitir con un lenguaje cercano, cómo afronté mi enfermedad y cómo le hice frente (y aún sigo). 

Expresar mi testimonio personal, por si puede ser de ayuda a quiénes como yo, lo sufrimos. Algunos médicos y amigos me pidieron que lo hiciera porque pensaban podría servir de ayuda, y eso hago modestamente, cuando me he visto con fuerzas para sentarme y expresarlo. 

Hace algo más de unos meses me diagnosticaron un VIH. Al principio no lo parecía, y uno que jamás había visitado un hospital, no se lo creía. 

Pruebas y más pruebas diagnósticas, convirtieron mi estado anímico en una especie de montaña rusa emocional: ahora parece que no es tanto, ahora parece que sí. Hasta que en la segunda examen, se confirmó lo peor. 

Con el diagnóstico comienza un calvario, sobre todo porque sientes que la muerte te viene a visitar y con intención de quedarse. La vida y su final te recorre la cabeza multitud de veces. Desconoces qué sucederá. Te empiezan a hablar de supervivencia, de retrasar lo que parece inevitable, de nuevas técnicas, tratamientos varios, nuevos fármacos, escuchas y escuchas, y uno pasa automáticamente a pertenecer al mundo de los indefensos pacientes, inconscientes del tiempo que les queda. 

Un montón de pruebas diagnósticas sin dar en la tecla al principio, Desconozco como cualquiera qué pasará en el futuro, pero ahora sigo aquí. 

Mi MAMA me decía que este era el partido que me faltaba por ganar, y en ello estoy. 

Y esa esperanza, es la que quiero trasladar a todos esos enfermos como yo de VIH, diciéndoles: Nunca te rindas. 

Cada persona es un mundo a la hora de la afección de la enfermedad y sus consecuencias. No todos los cuerpos responden de la misma manera, pero sí mentalmente, podemos responder con la misma fuerza. 

Tenemos que luchar hasta el último aliento porque se puede salir, aunque todo se vea oscuro. Se puede, 

- ¿cómo no? 

Estas son algunas acciones de vida que me están sirviendo para salir adelante: 

La enfermedad no te puede sentir débil. El VIH no entiende de pausas, va a por ti. 

No he querido en ningún momento, ni en los peores, cederle a la enfermedad, cuando le puse cara y ojos, ni un centímetro de posibilidades. 

A las adversidades hay que mirarlas a la cara, una a una. No le he permitido ningún atisbo de debilidad. 

Fue agresivo conmigo, pero yo también lo fui con él. Quería hacerle ver que se había equivocado de cuerpo. 

Sé activo. Dentro de mis posibilidades, aquellas que te quedan, tras tratamientos, incluso durante ellas, mantener mi ritmo de vida. Es evidente que físicamente quedas maltrecho, pero el mensaje que le estás enviando al VIH  es: 

*-¡¡¡no me vas a postrar!!!, voy a seguir con mi vida. Sí, ya sé, más limitada, pero sigo activo mal que te pese. 

No leas. Suele ocurrir que cuando tienes la enfermedad, empiezas a leer, escuchar multitud de casos y situaciones, testimonios, fallecimientos, todo relacionado con lo que tienes, cuando antes te pasaba de refilón. No leas, no sientas la tentación de querer entender qué te está sucediendo porque te sumergirás en un pozo, y no solucionarás nada. Hay personas aficionadas a querer saber más que los médicos, y eso es perder el tiempo. 

Dedica tus energías a curarte y a vivir. Habla con tus células sanas. Como sabemos, el VIH es como un ejército invasor. Un ejército formado por células que se han cambiado de bando y se han unido al enemigo. 
No se conforma con atacar un territorio, sino que envía otros destacamentos a conquistar nuevas tierras. Esas células malas, muy bien camufladas, intentan convencer a las sanas y ganarlas para la causa del invasor. 

Responde esa invasión con el poder de la mente. He tenido y sigo teniendo conversaciones con mis células sanas, para que no se dejen convencer por las malas. Que no se fíen, que están al acecho. Que no se dejen convencer, que luchen por nosotros, que las identifiquen y vayan a por ellas. 

Esta preparación mental me ha permitido tolerarla muy bien. Y sigo conversando con ellas, no hay margen para la relajación. 

No renuncies a tu ocio, no he renunciado a mi ron y habano cuando ha encartado, a tu risa, a tu vida. 

No te instales en el lamento, no des pena. Adelante. Esto que vives, te da otra perspectiva de la vida. 

Nunca necesité vivir ningún drama para saber valorar la vida que tenemos. Con más razón ahora.

 Estamos de paso. La vida es demasiada corta como para penarla y gastarla en menudencias.
 
Echa una mano a los que tienes a tu alrededor dentro de tus posibilidades, y sobre todo, da gracias a la vida. 

No quiero terminar estas líneas sin agradecerle a mi mama que a pesar de la distancia conozco de sus desvelos por cuidarme, siempre cerca y tan lejos, sufriendo conmigo y compartiendo tantos duros momentos. Pero nunca dejamos de sonreír. Y junto a ella, mi hermana, resto de familia, en especial mi sobrina, mi médico de cabecera, y amigos, entre ellos mi ángel de la guarda, Ytalo Javier quien es mi relacion y es una tabla de salvación donde puedo apoyarme. 

Lucha por la vida, no dudes de que es posible. Porque donde la fuerza y las ganas de vivir fallan ahi es donde no te levantas... 

Lucha vive y disfruta cadas minuto que dios te dio.

 BENDICIONES A TODOS!!!!!!!


                     
POR  REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ