LAS LUCHAS DE LA MUJER CUBANA-SUS MUERTES Y LUCHAS

LAS  LUCHAS  DE  LA  MUJER  CUBANA
José Martí:
Las campañas de los pueblos sólo son débiles cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer; pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer tímida y quieta de su natural, anima y aplude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.
216 mujeres y niñas asesinadas o desaparecidas
por el castrismo
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216 mujeres y niñas asesinadas o desaparecidas por el castrismo
216 víctimas documentadas
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CIDH concede medidas cautelares
para las Damas de Blanco
29 de octubre de 2013 
Véase una de las agresiones físicas sufridas por unapacífica mujer cubana –ocurrió en julio de 2013-, por parte de las brigadas paramilitares organizadas por orden de Fidel y Raúl Castro
Berta Soler denuncia el hostigamiento
contra las Damas de Blanco en Matanzas, Cuba
Yris Pérez Aguilera
Presidenta del Movimiento Femenino
por los Derechos Civiles Rosa Parks
ONU: Cuba debería asumir
que en el país existen
la explotación sexual y la prostitución
por causas económicas
29 de julio de 2013

Cuba debería asumir que en el país existe la explotación sexual y la prostitución y que éstas tienen causas económicas, por lo que tendría que tratar de erradicarlas, manifestó este lunes el Comité por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres de Naciones Unidas.

El Comité tiene por objetivo velar porque los Estados miembros de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Violencia contra las Mujeres -de la que Cuba es parte- acaben con la discriminación política, económica, social, cultural y civil contra las féminas.

El Comité está profundamente preocupado porque el Estado Parte no reconoce la existencia de la explotación de la prostitución”, se expresa en las conclusiones sobre Cuba.

Además, el Comité está también preocupado por la falta de esfuerzos para evitar la explotación de la prostitución y acabar con sus causas estructurales, así como la falta de protección y servicios disponibles para las víctimas de esa explotación”,como programas de rehabilitación y asistencia básica como refugios.

Esta advertencia del Comité aparece tras la respuesta aportada por el régimen de los hermanos Castro durante el análisis de su caso, en el que aseguró que “el fenómeno de la prostitución no tiene causas estructurales en Cuba, ya que fueron eliminadas tras el triunfo de la Revolución”.

Las autoridades cubanas contestaron al Comité que la prostitución en Cuba “constituye una elección personal de las mujeres y hombres que buscan en el ejercicio de la prostitución una vía para acceder a determinados bienes de consumo que propicien un nivel de vida superior al del resto de la población trabajadora y, en algunos casos, emigrar al exterior”.

Por otra parte, el Comité solicita que cuando se autoricen excepcionalmente matrimonios entre cónyuges menores de 18 años, el enlace sea con el acuerdo explícito de los dos contrayentes, y sobre todo, que ambos tengan como mínimo 16 años.

Hasta la fecha, para poder llevar a cabo este tipo de matrimonio excepcional, el varón debe tener como mínimo 16 años, pero la mujer sólo necesita ser mayor de 14.

Otro de los aspectos tratados por el Comité es la falta de educación no sexista existente en el país, por lo que se solicita que se implementen planes transversales para que haya una educación de la paridad y la igualdad entre sexos.

El Comité hace hincapié en que esto es necesario, sobre todo, en las áreas rurales, donde las mujeres están más sometidas y tienen menor acceso a asesoramiento y ayuda.

En el mismo sentido, le sugiere al gobierno cubano a que modifique su código laboral para que incluya disposiciones que contemplen el principio de igual pago por igual remuneración, así como medidas para evitar el acoso sexual en el medio del trabajo
Las Damas de Blanco recogieron finalmente este martes el premio Sájarov por la libertad del pensamiento que el Parlamento Europeo les otorgó en 2005 y que no pudieron recibir porque no tenían la autorización del régimen castrista para salir de Cuba.

Durante una sesión solemne en la sede de Bruselas de la Eurocámara, las Damas de Blanco han pedido a la Unión Europea que mantenga la Posición Común sobre Cuba y que, durante las visitas oficiales, los dirigentes europeos vuelvan a convocar reuniones con la oposición democrática, porque “las reformas no son tales sino solamente cambios cosméticos”.

Como mujeres valientes y con gran tesón, que están acostumbradas a recorrer caminos largos y sinuosos, el camino de Cuba a Bruselas ha durado más de siete años”, señaló el presidente del Parlamento Europeo, el socialista alemán Martin Schultz.

Minuto de silencio

El galardón fue recogido por Berta Soler, portavoz de este movimiento de mujeres familiares de ex presos y presos políticos surgido en la Primavera Negra de 2003; la mujer del disidente José Daniel Ferrer, Belkis Cantillo; la esposa del escritor Raúl Rivero, Blanca Reyes, representante de las Damas de Blanco en España, y por Laura Labrada, hija de la fallecida líder del grupo, Laura Pollán.

La Eurocámara guardó un minuto de silencio en honor de Laura Pollán y del también desaparecido Oswaldo Payá (premio Sajarov 2002). El periodista independiente cubano Guillermo Fariñas fue también galardonado en 2010.

Ustedes son el símbolo de la resistencia contra el gobierno cubano, miles y miles de cubanas las apoyan fuera y dentro del país (...) Todos anhelamos el día en que los cubanos puedan hablar libremente. Ese día va a llegar”, dijo el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz.

El presidente del Parlamento Europeo entregó el premio a la líder del grupo, Berta Soler, quien estaba acompañada de Belkis Cantillo Ramírez y Laura Labrada Pollán, hija de la líder histórica del grupo, Laura Pollán, quien falleció en 2011 a los 63 años, debido a un supuesto paro cardiaco.

Somos mujeres activistas para los derechos humanos. Somos una y somos muchas. Hemos sido golpeadas insultadas y vejadas”, dijo en un emotivo discurso Laura Labrada.

En nosotros confiamos, pero con ustedes contamos”, señaló al defender una Cuba “libre y democrática”.
Abogadas denuncian en Naciones Unidas
la violencia del Estado contra las mujeres cubanas.
Yaremis Flores y Laritza Diversent
durante la presentación de su
informe sobre la situación de la mujer en Cuba,
el 8 de julio de 2013, en Ginebra, Suiza
La brutalidad de los agentes policiales y de la Seguridad del Estado (…) contra las mujeres disidentes es avalada por el Estado” y “ejemplifica la violencia institucionalizada como medio para reprimir a las mujeres opositoras”, denuncian las abogadas cubanas Laritza Diversent y Yaremis Flores en un informe presentado ante el Comité de Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Discriminación Racial contra la Mujer (CEDAW).

En los centros de detención los agentes utilizan la violencia, la ofensa y el agravio sexual como medio de  represión” contra las mujeres, dijeron las abogadas, que han sido víctimas de esas prácticas por sus labores de denuncia de la situación de los derechos humanos en Cuba y la asesoría legal que brindan a opositores y otros ciudadanos a través del independiente Centro de Información Legal Cubalex.

A las disidentes “las encierran en calabozos sin condiciones higiénicas (…) llegando incluso a compartir celdas con hombres”, denuncian en el documento.

En algunos casos las obligan a desnudarse o las desnudan por la fuerza, las obligan a hacer cuclillas para verificar si tienen objetos en sus genitales” y se ha reportado la denuncia de una opositora a la cual le introdujeron “un bolígrafo en la vagina, bajo la justificación  de que buscan objetos de grabación”, añadieron.
¿Qué debemos celebrar las cubanas?
Miriam Celaya
27 de agosto de 2013

El surgimiento de la castrista Federación de Mujeres Cubanas marcó el final de la autonomía del movimiento cívico femenino

El pasado 23 de agosto la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la mayor organización femenina corporativa de la historia de la Isla —creada por Fidel Castro en 1960 tras la desarticulación de todas las organizaciones femeninas autónomas que habían surgido desde la República—, y la única con reconocimiento legal, celebró el aniversario 53 de su fundación.

La fecha resulta propicia para el recuento y el balance sobre el devenir de una organización gubernamental con más de medio siglo de historia. Qué ha sido y es la FMC y qué papel ha jugado para la vida nacional y para el sector femenino en particular son cuestiones a considerar de cara a las transformaciones que eventualmente deberán producirse en Cuba.

Significado histórico y político de la creación de la FMC

El nacimiento de la FMC marcó el final de la autonomía del movimiento cívico femenino cubano. Con ella se anuló la independencia de la capacidad movilizadora de las mujeres —que habían tenido un destacado papel en la historia desde las guerras decimonónicas y a lo largo de la República—, y se subordinó esa fuerza a los intereses políticos de la elite gobernante.

Los objetivos y función de la FMC se definieron desde sus inicios, más que por la garantía de los espacios de libertad y equidad de género, por la voluntad de impedir la influencia de tendencias independientes que implicaran un desafío al poder revolucionario, eminentemente masculino. La participación social de la mujer quedó condicionada así por la fidelidad a la revolución y a la ideología oficial, rasgo que se reforzó en 1961 cuando, al ser declarado por aclamación el “carácter socialista” del proceso, la FMC lo acató automáticamente, aunque tal maridaje ideológico no estaba refrendado en los principios fundacionales de la organización.

Con la FMC nació el mito de la emancipación de la mujer, aspiración largamente aplazada en la agenda de los movimientos femeninos cubanos, y milagrosamente “parida” por la revolución. Nadie parecía recordar quelos intereses femeninos nunca estuvieron contenidos en el programa del Moncada ni en ninguna de las plataformas de la etapa insurreccional revolucionaria, como tampoco el célebre alegato La Historia me absolverá incluía la discriminación de género entre sus críticas a los males sociales de la República.

Más aún, ninguna mujer había participado en la elaboración del programa revolucionario ni propuesto los objetivos o aspiraciones del sector femenino, a pesar de que para los estándares de la época éste tenía una considerable representación laboral y estudiantil, ymuchas intelectuales cubanas habían alcanzado un lugar relativamente destacado en la región.

Por otra parte, las acciones femeninas —con la recogida de 20 mil firmas entregadas al Senado— que habían logrado en 1955 la amnistía gubernamental para los presos del Moncada, fueron una alerta temprana a Fidel Castro sobre el poder movilizador de ese sector y la importancia estratégica de dominarlo y utilizarlo para sus fines.

La República había sido escenario de un relativo —aunque desequilibrado— liderazgo social femenino, fundamentalmente vinculado a políticas de tendencia liberal. Sin embargo, en la etapa revolucionaria esto sufrió un dramático retroceso. Solo algunas mujeres cercanas al proceso revolucionario y cuyo denominador común fue su vínculo personal con representantes del poder tuvieron, por ello y no por un auténtico liderazgo de género, cierta notoriedad.

Entre ellas estuvo Pastorita Núñez, quien participó brevemente en los programas de viviendas a inicios del proceso revolucionario y pronto desapareció de la vida pública para finalmente morir en total anonimato. Otras figuras se convirtieron en las más socorridas representantes femeninas de alguna relevancia pública y resultaron asignadas por Castro a ciertas funciones administrativas gubernamentales (en el caso de Celia Sánchez), a instituciones de control de la esfera cultural e intelectual (Haydee Santamaría), o a la mera función iconográfica de la falsa igualdad de género (misión permanente de Vilma Espín al frente de la FMC).

Ellas no surgieron desde el reconocimiento de las luchas de género ni representan en lo absoluto la heredad o continuidad del movimiento femenino histórico desarrollado desde el siglo XIX y fortalecido durante la primera mitad del siglo XX, sino —por el contrario— marcaron el punto de ruptura con esa tradición, y su desempeño, sin excepción, contribuyó a la anulación del movimiento femenino cubano al responder incondicionalmente a las iniciativas del líder totalitario y no a una verdadera conciencia emancipadora femenina.

De hecho, la FMC se autodefinió desde un principio como “una organización femenina, pero no feminista, dado que el feminismo era considerado como un movimiento social que desviaba esfuerzos y atención de la lucha revolucionaria, además de una ideología propia de las ‘burguesas ociosas’”[1]. Adoptando el catecismo de las ideologías de izquierda que más adelante alcanzarían un significativo arraigo en Latinoamérica, todo “lo burgués” era decadente por naturaleza y debía ser exterminado. Paradójicamente, la ideología que pretendía ser la avanzada de las clases explotadas y el paradigma del pensamiento más progresista, se convirtió en un freno para las luchas por la emancipación del sector más despojado dentro de esas propias clases: las mujeres.

La fase de apogeo

No obstante, el período inicial del proceso revolucionario, con sus medidas democrático-populares, encendió un entusiasmo sin precedentes en la mayoría de la población cubana y contribuyó a que las mujeres se incorporaran a la FMC. El nuevo orden social establecido trajo consigo también algunos cambios sustanciales en la estructura y orden familiar, lo que repercutió fuertemente en las funciones de género.

No todo resultaba negativo: la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado se multiplicó extraordinariamente, mientras los programas gubernamentales de apoyo a éstas estimulaban el crecimiento constante y acelerado del sector laboral femenino. Se crearon los Círculos Infantiles que, a la vez, propiciaron el surgimiento de nuevas plazas femeninas de trabajo.

También hay que reconocer la implementación de otras medidas que amparaban los derechos de las mujeres, como por ejemplo la maternidad planificada, los programas materno-infantiles de la salud, la maternidad remunerada, la legalización del aborto y la igualdad de pago con relación a los hombres. Con esto no solo se promovía a la mujer a la vida laboral, sino que nuevamente —como ocurriera durante la República— la maternidad volvía a la palestra como moneda de cambio de los políticos para captar la simpatía y fidelidad femeninas.

Pero estos logros sociales se generaban desde el poder, no desde un movimiento cívico autónomo e independiente, por lo que no constituyen netamente “conquistas femeninas”. En consecuencia, la “igualdad” refrendada en las leyes revolucionarias, al no derivarse del valor sustantivo y autónomo de las mujeres como sujetos sociales activos, no contribuyó a la formación de una conciencia crítica.

De este modo, la seguridad y la aceptación social de las nuevas funciones de la mujer dentro de la revolución nacieron comprometidas con el Gobierno-Partido-Estado totalitario, que se erigió a la vez en patrón, administrador del poder y de la justicia y destinatario final (beneficiario) del potencial político femenino. Por decreto, quedaron abolidas de jure las diferencias de género en Cuba, y a la vez se anuló la posibilidad del debate público femenino y la capacidad de acción de las mujeres, cuestiones que quedaron sujetas a las disposiciones y manejos del poder.

Paulatinamente, el ingreso a la FMC se convirtió en un trámite automático: cada cubana que arriba a los 14 años es considerada como miembro de la organización, salvo los casos excepcionales en que la propia mujer declare expresamente su decisión de no pertenecer a la misma, por lo que al paso del tiempo la FMC comenzó a mostrar una ecuación inversa: crecía numéricamente a la vez que perdía representatividad real en la sociedad y en el imaginario femenino.

Ya hacia 1995 el 82% de la población femenina estaba formalmente integrada en la organización que actualmente “agrupa” a más de cuatro millones de cubanas. Sin embargo, las mujeres son menos libres.

53 años de conjura

Más allá de las usuales odas a ese incorpóreo fauno verde olivo apodado “revolución”, y de la prolongada duración de una organización apóstata, ¿qué celebran las federadas?

En la actualidad más del 60% de los profesionales y técnicos cubanos son mujeres, sin embargo casi la totalidad de los cargos de dirección política o relacionados con empresas de la administración de divisas son ocupados por hombres, lo que demuestra la tradicional preeminencia de los patrones masculinos, ahora acunados a la sombra del sistema, que mantienen la discriminación de la mujer a contrapelo de las “conquistas” otorgadas desde el poder.

En la esfera política la presencia femenina, como la de afrodescendientes, no pasa de la representación escenográfica que pretende ofrecer una imagen de equilibrio racial y de género en los cargos del Gobierno, e incluso bajo esa condición, sigue siendo muy baja.

En cuanto a lo social, las cifras de prostitución, desempleo, subempleo y deserción escolar por maternidad precoz y otras causas, afectan con particular fuerza a las mujeres.

Mientras, la inexistencia de demandas femeninas en Cuba ha determinado que cada vez las mujeres sean menos ciudadanas y más rebaño, pasando de la esclavitud privada (doméstica-patriarcal) —sin llegar a superarla— a la esclavitud pública (estatal-totalitaria). La pretendida equidad de género proclamada por la revolución, es otra farsa del sistema que enmascara la ausencia de autonomía de todos los sectores civiles del país y la ausencia de derechos humanos tan elementales como el de asociación y el de expresión.

Tal es el escenario después de más de medio siglo de la que, al menos por el número de membresía, quizás sea la mayor organización femenina de este hemisferio. Poco tienen que celebrar las cubanas, salvo que la vergüenza de la servidumbre se reconozca como una conquista de género.

[1] Holgado Fernández, Isabel¡No es fácil! Mujeres cubanas y la crisis revolucionaria. Editorial Icaria Antrazyt, Barcelona, España, 2000. p. 269

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