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viernes, 21 de agosto de 2020

Cuba-La represión se acentúa contra Compromiso Democrático



La represión que en los últimos días se acrecienta sobre los grupos pacíficos pro democráticos en Cuba. Este sábado fue asaltada en Santa Clara la vivienda del activista Yoel Bravo

Por Yunia Figueredo La represión que en los últimos días se acrecienta sobre los grupos pacíficos pro democráticos en Cuba, consiguió niveles tiránicos hoy sábado cuando en el mediodía fue asaltada la vivienda del activista Yoel Bravo, en Santa Clara y fue arrestado con violencia delante de su familia.


Su esposa, Daily Rodríguez Pérez, cuenta la gris anécdota, enmarcada por el terror de los uniformados castristas, que según sus palabras asemejaban una embestida nazi.

“Aquí en la cuadra todo el mundo se quedó frío, porque pensaron que mi esposo Yoel había matado a alguien, o por lo menos puso una bomba en un cine, o en un lugar público, pero todo el mundo lo conoce y saben que lo único que quiere es el bien del país y un futuro mejor”.


Yoel Bravo es un opositor al régimen castrista, activista insigne de la coalición unitaria Compromiso Democrático, que en los últimos días ha puesto en jaque a la dictadura comunista llenando todo el país con imágenes del apóstol José Martí y sus pensamientos, con sus doctrinas anti comunista y su apego a la libertad y el decoro de los cubanos.

“Lo arrastraron delante de su hija, lo sacaron de la casa por los pies, está preso en el siniestro lugar que llaman: “Operaciones”, popularmente conocido como: la olla de presión, donde la gente sale se ablanda y sale hecha talco, enferma de los nervios, por las torturas psicológicas a que la someten en ese sitio terrible”.

“Con Yoel llevaron también al luchador por los derechos humanos, Luis Navarro Blanco, un hermano de lucha”, acota Daily, “los vecinos del pueblo están muy asustados con lo que pasó hoy. La violencia que cayó sobre estas dos personas pacíficas, indefensas, fue muy grande. No sabemos qué será de ellos y además nada podemos hacer por ayudarlos”.

Daily Rodríguez Pérez pide a todos los grupos de la Sociedad Civil de Cuba y los organismos de Derechos Humanos, que tomen nota sobre estos hechos y que se pronuncien. Que inicie una campaña por la inmediata liberación de estos dos luchadores pacíficos por la democracia de Cuba, que lo único que hicieron fue difundir las ideas del apóstol y sus reclamos por una Cuba libre y sin tiranos.

domingo, 21 de junio de 2020

El rompecabezas económico cubano frente a la pandemia

La pandemia de Covid-19 genera diversos efectos negativos sobre la economía cubana. Pero a diferencia de los oscuros momentos de la década de 1990, el sector privado y cooperativo conjugan volumen y sofisticación. Para avanzar en las reformas, el país debe reconciliarse con un entramado social heterogéneo que le permita desatar el potencial emprendedor de la población cubana. Al mismo tiempo, existe el desafío de adaptar el viejo sistema de protección social a la nueva realidad.


La emergencia de salud derivada del Covid-19 tiene implicaciones económicas para todos los países, pero su impacto no es simétrico. Aunque es una característica típica de países en desarrollo, la economía cubana es muy sensible a la disponibilidad de divisas, de la que dependen las importaciones. Las compras externas son claves para sostener el consumo y la producción. Una crisis de estas proporciones solo puede empeorar el ya precario estado de la balanza de pagos de la isla.

El golpe será contundente. El Fondo Monetario Internacional (FMI) predice una caída de 6,1% del PIB en las economías desarrolladas. La Organización Mundial de Comercio (OMS) anticipa un retroceso del intercambio comercial de hasta un tercio. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronostica un descenso de 5,6% en la producción de la región. Estos guarismos son mucho peores que en la recesión de 2009. En los niveles sectoriales, el turismo y la aviación se cuentan entre los más afectados. La Organización Mundial del Turismo (OMT) anticipa un severo desplome de los viajes. De momento, la Unión Europea planea mantener las fronteras comunitarias cerradas hasta septiembre. Las economías más dependientes del sector recibirán un impacto superior, entre las que se incluyen el Caribe y, por supuesto, Cuba.

El impacto económico


La actividad productiva de la isla se venía desacelerando notablemente desde 2016. El crecimiento económico se redujo a la mitad entre 2016 y 2019, comparado con el periodo 2010-2015. En ello intervinieron factores tales como la crisis económica en Venezuela, la cancelación de contratos para prestación de servicios médicos (Brasil), el fin de la bonanza en el turismo internacional, el efecto de nuevas sanciones de Estados Unidos y las contradicciones de la reforma económica interna. La ponderación de uno u otro factor continúa siendo un tema de amplio debate en el país. Para el ciudadano medio, el síntoma más claro de los problemas económicos es la creciente escasez de productos de todo tipo, que incluye artículos de primera necesidad como alimentos, medicinas y combustible. Estos efectos se dejaron sentir ya desde diciembre de 2018. Las autoridades habían introducido medidas de ahorro de energía tan temprano como en el verano de 2016.

Entre los principales socios comerciales de Cuba, solo China tiene una predicción de crecimiento positivo para 2020, y es de 1,2%. Venezuela y España (primero y cuarto socios comerciales) se encuentran entre los más afectados. En el caso de Venezuela, con el efecto añadido del colapso de los precios del petróleo. La propia Cepal estima una contracción de 3,7% del PIB cubano, una cifra que con toda seguridad será revisada a la baja a mediados de año. El escenario es muy complejo, aunque es improbable un retorno al tristemente célebre Periodo Especial de principios de los años 90. El tejido productivo es más diversificado, la economía está más integrada al resto del mundo y los hogares no son tan dependientes del Estado para la satisfacción de sus necesidades vitales. De hecho, una parte muy significativa de sus ingresos provienen de remesas, visitantes extranjeros o negocios internacionales. La isla es más resiliente, pero sus habitantes son menos tolerantes a estrecheces materiales.

El impacto llega por múltiples canales. La contracción económica en los principales centros económicos tira hacia abajo la demanda externa. Un aspecto singular de la estructura económica cubana es que más de las dos terceras partes de las exportaciones se vinculan directamente a la salud y las personas (servicios médicos, medicamentos, turismo). Las ventas de níquel pueden verse gravemente afectadas a partir del hundimiento de las inversiones y la construcción. El metal y el azúcar ya venían sufriendo bajas cotizaciones, que pueden deprimirse aún más. A primera vista, el abaratamiento del petróleo luce como una buena noticia para un importador neto como Cuba, pero un análisis más atento relativiza esa apreciación. Varios de sus socios más cercanos, como Venezuela, Angola, Argelia, Qatar o Rusia, se verán severamente afectados, lo que puede rebotar en contra del comercio y el crédito.

En este escenario, los medicamentos tendrían una mejor perspectiva. La gran incógnita son los servicios médicos, ya que no están claras las condiciones para que Cuba logre «monetizar» esta emergencia sanitaria. El modelo de venta de servicios de salud basado en el envío de profesionales despegó a partir de 2005 en el mercado venezolano. Desde sus inicios, se ha basado en acuerdos intergubernamentales, en muchos casos favorecidos por la sintonía política entre los gobiernos. En años recientes, ha sido objeto de diferentes críticas, aunque no todas tienen las mismas motivaciones. Existen líneas ideológicas reconocibles en la procedencia de esas detracciones, además de que tienen como objetivo una de las principales fuentes de ingreso del país.

El punto más álgido es la forma de pago a los profesionales. Las retenciones más comunes suponen que más de la mitad del pago total es transferido al Estado cubano. Un análisis del asunto requiere un abordaje integral de las condiciones de prestación del servicio, y el hecho de que la financiación de los estudios superiores corre a cargo del presupuesto central, es decir, los paga toda la sociedad. Los países con Estados de Bienestar más avanzados tienden a tener impuestos a los salarios relativamente altos, que en países como Alemania pueden llegar a 50%. Por el hecho de que Cuba parece tener una ventaja competitiva en la prestación de servicios médicos, la sostenibilidad de ese modelo debería ser una cuestión de máxima importancia, y ello pasa por la disponibilidad y motivación del personal. Si la epidemia de Covid-19 induce un incremento a largo plazo del gasto sanitario, en un contexto de escasez de personal de salud, Cuba podría encontrar un nicho de mercado. En todo caso, la penetración de mercados más lucrativos y estables exigirá la readecuación del modelo de negocios, incluyendo los requisitos de contratación de los profesionales.

El turismo es una actividad fundamental para la isla. Y lo es también para muchos hogares y pequeños negocios. La prolongación del cierre de fronteras es una gran amenaza, como lo pueden ser cambios permanentes en los hábitos de viaje. Cada mes de cierre representa una pérdida de unos 140 millones de dólares. Hasta febrero, ya el arribo de visitantes mostraba una clara tendencia a la baja. Por otro lado, aunque la inversión extranjera no exhibía el avance esperado y las sanciones de Estados Unidos habían aumentado el riesgo asociado a esta actividad, el deterioro de las condiciones financieras internacionales supone un nuevo tropiezo. Cabe esperar que las autoridades cubanas busquen alivio adicional en sus acreedores. Antes de la epidemia, Cuba había negociado una posposición del pago de una parte de su compromiso de 2019 relacionado con el Club de París.

Tradicionalmente se ha considerado que los emigrados cubanos son muy fieles a sus familias, pero el desempleo masivo en Estados Unidos, donde vive la inmensa mayoría de esa diáspora, tendrá un impacto indiscutible. Por ejemplo, The Havana Consulting Group calcula caídas de entre 20-30% en los flujos. Los canales informales están, de momento, cancelados. Un efecto colateral es que el fortalecimiento de las vías formales va a canalizar recursos adicionales hacia el sistema financiero de la isla.

Hacia una nueva etapa en la política económica


Cuba llega a esta fase recesiva mundial con grandes vulnerabilidades que no pudieron resolverse en esta última década de reformas y se han agravado por las medidas de presión de la Casa Blanca. Las autoridades deberían evitar el error de confundir la revalorización de lo público y la efectividad de un manejo centralizado, a todas luces imprescindible en estas circunstancias, con la reforma necesaria e impostergable del modelo económico cubano.

El paquete de respuesta debe observar la situación de partida de los hogares, que es muy diferente del panorama de hace tres décadas. La estratificación social ha crecido, por lo que no todos van a verse afectados de la misma manera. Según expertos, 16% de los hogares cubanos tendría problemas para satisfacer algunas necesidades básicas. En este contexto se requiere la combinación de medidas universales junto con otras focalizadas en los grupos de riesgo. La capacidad de implementar paquetes de estímulo fiscal o monetario es muy limitada. El déficit en las cuentas públicas se ha disparado y la liquidez monetaria en manos de la población ha crecido 10 puntos porcentuales desde 2013, un síntoma claro de inflación reprimida. En estas circunstancias, se proponen aspectos a tener en cuenta para un programa mínimo que permita simultáneamente lidiar con la emergencia y rescatar la reforma económica.

Si la enorme inversión hotelera no estaba en correspondencia con niveles de ocupación lineal decrecientes, en las actuales condiciones solo cabe un replanteamiento a fondo de su ritmo y magnitud. El turismo será en cualquier caso un sector clave en la recuperación, pero la sobredependencia de una actividad ha probado ser nefasta en demasiadas ocasiones. Esta puede ser una oportunidad para repensar las bases sectoriales de la estructura productiva en los próximos años. ¿Cómo se posiciona el país si tienen lugar cambios permanentes en los patrones de viaje?

El contexto actual brinda una oportunidad insospechada para la reforma monetaria y cambiaria. La disminución brusca de la actividad económica y el aumento del racionamiento facilitarían la introducción de los cambios necesarios. En el plano político, cualquier efecto adverso no sería más grave que los derivados de los tropiezos del comercio minorista y la escasez generalizada. La gran lección es que mañana puede ser demasiado tarde: luego de décadas posponiendo el tránsito hacia un esquema monetario más sensato, las condiciones solo han empeorado.

Más allá de ayudas puntuales, las autoridades deben concebir un esquema universal de protección del ingreso y el consumo de las familias que incluya incentivos para la formalización y abarque los distintos grupos vulnerables: trabajadores y trabajadoras de sectores cuyo nivel de actividad disminuye bruscamente y donde el teletrabajo no es posible (servicios, manufactura no esencial); personas mayores de 60 años −más de 20% de la de la población cubana está en esta categoría−, de las que 343.000 viven solas; empleo informal y trabajadores contratados en el sector privado. Asimismo, el teletrabajo es una opción limitada no solo por la estructura de las ocupaciones, sino por el retraso de la infraestructura de comunicaciones. Se pueden ensayar esquemas con el sistema bancario para aminorar el impacto en el presupuesto. La ampliación del racionamiento es inevitable en el corto plazo y sirve al objetivo de extender cierta protección a aquellos que no califican para apoyo monetario directo. A su vez, una lista limitada de productos protege las finanzas públicas y permite mantener circuitos de aprovisionamiento que viabilicen la actividad empresarial, pública y privada. La distorsión más evidente es que el modelo de protección social ha permanecido anclado en un pasado de igualdad de ingresos que no se reproducirá en el futuro mediato.

En estos momentos, la economía necesita máxima flexibilidad para facilitar la recuperación del empleo. Desde 2010, dejando a un lado el ámbito informal, el sector privado ha sido el mayor generador de puestos de trabajo, y sus contribuciones al presupuesto se han multiplicado por cuatro. Pero el «cuentapropismo» enfrenta desafíos en muchos frentes. Por un lado, el marco regulatorio sigue siendo altamente restrictivo, incluso contradictorio respecto a los propios objetivos declarados en la reforma. Por ejemplo, en un país urgido de llevar adelante una reestructuración profunda de las empresas estatales, el código impositivo penaliza a los negocios que contratan más cantidad de de empleados. Las categorías aprobadas para el sector tienen poco que ver con el perfil educacional de la fuerza de trabajo. Cuba reconoce la inversión educativa como uno de sus mayores logros. La ausencia de un debate profundo sobre el tema y la limitada resonancia de los espacios donde sí tiene lugar alimentan percepciones estereotipadas y poco informadas sobre su papel en la economía y sobre todo el futuro económico de la nación.

Cualquier intento de revitalización debe considerar aquellas debilidades junto con otras propias de la coyuntura actual. Un problema inmediato es el acceso a insumos, lo que se podría intentar resolver ampliando la lista de productos que se expenden denominados en moneda extranjera. Ya este paso se había tomado con anterioridad, la novedad sería propiciar la utilización de las divisas en la inversión y creación de empleo. Para ello es importante disipar la incertidumbre sobre el futuro de los negocios. Se podría explorar el adelanto de algunas normas jurídicas del calendario legislativo que están directamente vinculadas a la actividad productiva, como la Ley de Empresas, Asociaciones y Sociedades Mercantiles, cuya aprobación está prevista recién para 2022. La carencia más notoria del enfoque hacia el sector es que no se ha logrado consagrar su integración orgánica al sistema productivo y social, a pesar de incontables discursos que reclaman desterrar los estereotipos. En ese marco, el país está llamado a seguir confrontando crecientes perturbaciones.

Las oportunidad de la pandemia


La pandemia deja lecciones claras respecto a la necesidad de acelerar el despliegue de redes confiables y servicios en línea. Muchos negocios privados, formales e informales, se dedican a la programación y la creación de servicios de tecnologías de información y comunicación (TIC), mientras que demasiados profesionales y técnicos abandonan la isla. Esta puede ser una oportunidad para consensuar una agenda conjunta para fortalecer la infraestructura y los servicios conexos, incluyendo las plataformas para las compras en línea, cuyo lanzamiento se ha caracterizado por la inestabilidad y el mal servicio. La asociación puede extenderse a los servicios de entrega, donde ya funcionan varios emprendimientos. La atención al cliente es otra de las áreas en las que se podrían idear esquemas de asociación, mediante la gestión de centros de llamadas (call centers).

En sintonía con lo anterior, sería conveniente regular los precios y la distribución de productos agropecuarios mediante comités conjuntos entre las autoridades y el sector privado y cooperativo. El objetivo debe ser maximizar la producción y garantizar la llegada de las producciones a los consumidores. Los controles desactualizados de precios y su aplicación divorciada de las condiciones reales han empeorado la escasez. Esto se podría combinar con un nuevo enfoque hacia la propiedad y administración de la tierra, lo que se ha pospuesto innecesariamente debido a rezagos ideopolíticos. Cuba ha vuelto una y otra vez sobre el tema agropecuario, dos veces desde 1990, sin conseguir el objetivo declarado de aumentar apreciablemente el nivel de autosuficiencia. Parece claro que el enfoque actual no está dando resultados, los problemas son serios y van más allá de la producción. En este ámbito también se podría considerar la aprobación de normas jurídicas incluidas en el calendario legislativo, como la Ley de Tierras y el modelo de gestión del sector agropecuario, comercialización de insumos, equipamientos y servicios agropecuarios (consideradas solo para 2022).

El cierre de fronteras también afecta severamente la importación individual de mercancías, uno de los canales de suministros usados por muchos emprendimientos. Panamá, México, Guyana, Estados Unidos, Haití y Rusia eran destinos muy populares para productos cubanos. Se ha estimado que las compras totales se situaban entre 1.500 y 2.000 millones de dólares anuales. Solamente en la Zona Libre de Colón, en Panamá, se hicieron encargos valorados en varios cientos de millones de dólares. Desde la flexibilización de la ley migratoria, los viajes de cubanos al extranjero se han más que duplicado. Una vez que se comience a normalizar el tráfico aéreo, se podría considerar flexibilizar los límites establecidos para la importación de mercancías, para suavizar la escasez y habilitar otro canal de suministro al sector privado.

Cuba tiene ante sí un dilema. O se encierra en sí misma y termina de sepultar la agenda de cambio que tanto entusiasmo despertó a inicios de la década pasada, o se reconcilia con un entramado social heterogéneo que le permita desatar el potencial de un pueblo emprendedor y sacrificado. Se puede administrar otra crisis o relanzar las transformaciones hacia un modelo de progreso social y prosperidad.

A diferencia de los oscuros momentos de la década de 1990, el sector privado y cooperativo conjugan volumen y sofisticación. Sus redes externas son más densas y diversas. Cuba hace mucho que es más que restaurantes y bellas playas, casas de renta y buena música. Sería lamentable equiparar el manejo de la pandemia con el programa económico que necesita el país para dar contenido a las promesas de bienestar y desarrollo. De momento, hay señales en uno u otro sentido. Las redes sociales, que se han convertido en un espejo de la realidad nacional, transpiran igualmente optimismo y desesperanza. El gobierno cubano no es responsable de la pandemia, pero todo lo que dejó de hacer o se hizo a medias incide en las condiciones en que llega a este complejo escenario. Circunstancias excepcionales pueden servir para forjar los consensos necesarios. El rompecabezas hay que leerlo en clave política.

Los médicos cubanos en el exterior


Apariencia y realidad

La presencia de médicos cubanos en el exterior resulta beneficiosa para muchos pueblos del mundo. No obstante, el personal sanitario constituye también una exportación fundamental para el Estado cubano y su forma de funcionamiento nos habla de las lógicas autoritarias del sistema de partido único y economía de comando que rige en la isla.




Es obviamente algo positivo que el gobierno cubano envíe al exterior a sus médicos para ayudar con la actual crisis sanitaria del covid-19. Para quienes los reciben, sin duda es un preciado regalo que salva vidas. Para muchas personas es una expresión más del carácter progresista del Estado cubano. Sin embargo, es importante destacar aspectos menos conocidos de este programa de médicos cubanos en el extranjero, incluidos los beneficios financieros obtenidos por el gobierno y las condiciones bajo las cuales sus médicos trabajan en la isla y en el extranjero, que exponen el carácter antidemocrático del régimen imperante y el impacto que esto tiene sobre el pueblo cubano.

Según declara, el gobierno de Cuba cobra a sus clientes en el extranjero por estos servicios médicos en una escala variable de acuerdo con las posibilidades económicas de cada país, y en ciertos casos proporciona los servicios sanitarios de sus médicos de forma gratuita. Sin embargo, no es tan conocido que la exportación de esos servicios médicos es, de hecho, el mayor negocio y fuente de ganancias del Estado cubano. En 2018, recaudó 6.300 millones de dólares por la exportación de servicios médicos, lo que constituyó su mayor fuente de divisas. Este monto equivale al doble de sus ingresos provenientes de las remesas de cubanos en el extranjero, su segunda mayor fuente de divisas, y supera los ingresos del turismo, que es su tercera fuente de ingresos. En 2019, los servicios médicos representaron 46% de las exportaciones cubanas y 6% del PIB de la isla.

A fines de 2018, las misiones médicas cubanas en el extranjero involucraron el traslado de 28.000 médicos y personal sanitario a 67 Estados, antes de que los médicos cubanos fueran expulsados de países como Brasil, Bolivia, El Salvador y Ecuador cuando sus respectivos gobiernos giraron a la derecha, y a la extrema derecha, como en el caso de Jair Bolsonaro en Brasil. En 2015 la exportación de servicios médicos llegó a un pico de 50.000 profesionales.

Los médicos cubanos reciben solo alrededor de 25% de lo que los gobiernos extranjeros pagan a las autoridades cubanas por sus servicios (la mayoría de los países anfitriones también proporcionan alojamiento gratuito a los cubanos, aunque de calidad muy variable). Estos médicos no tienen forma de negociar su salario con las autoridades cubanas, ya que no tienen derecho a organizar sindicatos independientes para defender sus reivindicaciones. En Cuba los sindicatos están controlados por el Estado y funcionan como meras correas de transmisión de las políticas y decisiones del Partido Comunista. Los médicos en el extranjero están sujetos a una serie de reglas gubernamentales que limitan su movilidad e intentan evitar las deserciones. Por ejemplo, tienen su compensación, o parte de ella, depositada por el Estado en la propia Cuba, y deben dejar a sus cónyuges y/o hijos menores en la isla. Además, deben entregar sus pasaportes a sus supervisores tan pronto como llegan al país extranjero donde ejercerán sus labores. La deserción tiene penalidades severas, como la prohibición de visitar Cuba durante ocho años pese a seguir siendo ciudadanos cubanos.

Sin embargo, los médicos cubanos están más que dispuestos a ejercer en el extranjero bajo el patrocinio de su gobierno. Además de los sentimientos humanitarios que pueden motivarlos, el muy reducido 25% del pago que reciben por sus servicios es mucho mejor de lo que normalmente ganarían en Cuba. Como señaló Ernesto Londoño en un artículo del New York Times de 2017 sobre los médicos cubanos en Brasil, un acuerdo de las autoridades cubanas y brasileñas en 2013 permitía que cada médico recibiese, después de la quita del gobierno cubano, 2.900 reales al mes (equivalentes a 1.400 dólares en 2013 y 908 dólares en 2017). Se trataba de una cantidad realmente extraordinaria en comparación con los 60 dólares mensuales que podían ganar en Cuba, incluso después del gran aumento salarial que se registró en Cuba en marzo de 2014. El número de médicos llegó a 18.000. Además de que ganaban mucho más dinero que en la isla, un tema no mencionado por Londoño es que el personal sanitario cubano en Brasil, así como en otros países, también obtenía acceso a una amplia gama de bienes de consumo no disponibles en Cuba. Los médicos pueden llevar esos bienes a casa a su regreso. Este es un buen ejemplo, en todo caso, de personas que se someten voluntariamente a condiciones de explotación por falta de alternativas.

El gobierno cubano, y sus defensores en el extranjero, a menudo justifican la quita de 75% en los salarios señalando que esta es una forma justa de reembolsar al Estado los gastos invertidos en su formación, en un sistema en el que la educación es gratuita. Sin embargo, el propio gobierno considera que los médicos cubanos han «pagado» su educación gratuita tras completar su «servicio social», al que contribuyen, inmediatamente después de su graduación, con sus habilidades recién adquiridas por un periodo de dos años a tiempo completo (tres años para los hombres cuando se combina con su servicio militar) dondequiera que el gobierno los asigne. (Un programa similar de un año de duración ha existido en México, donde la educación médica es gratuita, durante más de 80 años). Solo después de haber finalizado su servicio social los médicos pueden postular a vacantes en las localidades deseadas y bajo condiciones de trabajo más favorables. Sin embargo, desde el momento en que prestan su servicio social, son considerados empleados estatales (la práctica privada es ilegal) y están sujetos a las órdenes y condiciones dictadas unilateralmente por el Estado cubano. Por eso este sistema debe describirse como medicina estatal y no medicina socializada. Esto último permitiría, en un sistema democrático y socialista, que los médicos eligieran trabajar para organizaciones sociales no estatales –como sindicatos independientes, asociaciones de vecinos, consejos de trabajadores, gobiernos municipales– o para el Estado, como parte de un sistema universal público de salud, totalmente financiado por el presupuesto público.

No es sorprendente que muchos médicos opten por desertar una vez que prestan servicios en el extranjero, a pesar de las dificultades y los obstáculos involucrados. Organizar sindicatos independientes para desafiar el sistema de partido único de Cuba es muy arriesgado. La mayoría de los trabajadores de la isla, incluidos los médicos, probablemente ni siquiera lo consideran o creen que es una opción viable. Muchos de ellos desertaron y obtuvieron asilo en Estados Unidos bajo el Programa de Permisos para Profesionales Médicos Cubanos establecido por George W. Bush en 2006. Este programa permitió a los médicos cubanos estacionados en otros países obtener la residencia permanente en Estados Unidos y facilitar su práctica legal después de haber llegado al país. Cuando Barack Obama abolió el programa al final de su presidencia, en enero de 2017, unos 7.000 médicos cubanos se habían acogido a sus beneficios. No hace falta decir que, como ha sido el caso del criminal bloqueo económico estadounidense a Cuba desde 1960, el programa no fue creado para promover el bienestar del pueblo cubano o para restablecer la «democracia» en la isla, sino para atacar la economía cubana, en este caso mediante la «fuga de cerebros», para castigar a un régimen que no obedece las reglas del juego de Washington.

También vale la pena señalar que, a pesar de que Donald Trump ha eliminado muchas de las medidas de Obama para suavizar el bloqueo, no ha hecho nada para restablecer el programa médico de Bush, evidencia de que sus sentimientos y políticas antiinmigrantes son más fuertes que su anticomunismo. En ausencia de la vía de escape proporcionada por ese programa, al menos 150 médicos cubanos en Brasil recurrieron a los tribunales de ese país antes de que Bolsonaro asumiera el cargo para desafiar el acuerdo cubano-brasileño y exigir ser tratados como contratistas independientes con derecho a ganar salarios completos y no como empleados del Estado cubano. Las demandas judiciales decayeron después de que Bolsonaro llegara a la Presidencia y Cuba retirara a su personal médico (aproximadamente 8.000 personas) de ese país. En junio de 2019, hubo varios cientos de médicos cubanos enviados a trabajar a Brasil que se negaron a regresar a Cuba. Permanecieron en Brasil en un limbo, trabajando en lo que pudieron encontrar para sobrevivir, ya que no pueden ejercer la medicina a menos que aprueben un examen de reválida que no se ha convocado desde 2017. Sin embargo, recientemente, el gobierno brasileño contrató y autorizó a 157 médicos cubanos a prestar ayuda durante la crisis del covid-19 que ha estallado en ese país, agravada por las políticas criminalmente negligentes del gobierno de Bolsonaro.

Mientras tanto, la gente en Cuba también ha pagado un precio por la exportación de médicos. En un estudio de la economía cubana entre 2007 y 2017, el destacado economista cubano Carmelo Mesa-Lago indicó que por un lado, el sistema de salud universal y gratuito que se construyó en Cuba logró importantes mejoras, como una mayor disminución de la mortalidad infantil, la mejora en la cantidad de odontólogos por habitante (que, aunque importante, es solo parte de los graves problemas de la atención dental en Cuba) y un aumento en las vacunas cuyo resultado fue la eliminación o reducción de la mayoría de las enfermedades transmisibles. Pero por el otro, la mortalidad materna aumentó y la cantidad de policlínicos y hospitales disminuyó, incluidos los hospitales rurales y los centros de salud rurales/urbanos que se cerraron en 2001, por lo cual los pacientes debieron ser remitidos a hospitales regionales, con el consiguiente aumento en el tiempo y los costes de transporte, y mayores riesgos en casos de emergencia. Asimismo, descubrió que la cantidad de camas de hospital disponibles también se había recortado y que los costosos procedimientos de diagnóstico y prueba se habían reducido, mientras que los edificios y los equipos seguían deteriorándose. Además de una grave escasez de medicamentos, señalaba Mesa-Lago, los pacientes de hospital tenían que proporcionar su propio suministro de sábanas, almohadas y artículos similares.

En relación con la exportación de personal médico de Cuba al extranjero, los hallazgos de Mesa-Lago indican que si bien el número de médicos para el periodo 2007-2017 aumentó en 21%, estableciendo un nuevo récord en 2016 con 90.161 médicos nuevos, una vez que se restan los 40.000 médicos enviados al extranjero en 2017, esto reduce significativamente el número de médicos que trabajan en la isla a uno cada 224 habitantes, casi al nivel de 1993, el peor año de la crisis económica que siguió al colapso del bloque soviético. La contracción fue peor en el caso de los especialistas, una gran parte de los cuales fue a trabajar al extranjero. (El autor está personalmente familiarizado con el caso de una amiga cuya colonoscopía fue realizada de forma inapropiada por un técnico asignado para reemplazar a un especialista que había sido enviado al extranjero). Mesa-Lago agrega que la exportación de médicos ha tenido un efecto particularmente negativo en el programa de médicos de familia, un programa de mucho éxito creado por el gobierno en la década de 1980, que se redujo en 59% en el periodo 2007-2017. Para acabar de empeorar los ya graves problemas que afectaban el sistema de salud por la disminución del número de médicos que quedaban dentro de Cuba, hubo una caída de 22% (no necesariamente asociada al programa de exportación de médicos) de personal de salud de otras categorías, como técnicos y enfermeras, según los hallazgos de Mesa-Lago en ese mismo estudio

Recientemente, el covid-19 golpeó Cuba como lo hizo prácticamente en todo el mundo. Al 19 de mayo, 824 pacientes se encontraban en hospitales para vigilancia clínica epidemiológica y 2.053 personas se vigilaban en sus hogares. Una semana después, 434 pacientes estaban bajo observación en centros de salud y 1.823 estaban siendo seguidos en casa. Al 7 de junio, 2.191 personas testeadas habían dado positivo y 83 murieron. Si bien el gobierno cubano ha tomado medidas drásticas para detener el contagio, como cerrar el país a los turistas y detener el transporte público, es demasiado pronto para saber si ha tenido éxito, dada la escasa información independiente disponible sobre la situación general del tratamiento de los pacientes de covid-19 y la precisión de las estadísticas.


Muchos en la izquierda atribuyen los graves problemas que afectan el sistema de salud cubano, incluidos los causados específicamente por la exportación de médicos, al bloqueo económico de Estados Unidos. Es incuestionable que desde su establecimiento en 1960 este bloqueo ha tenido un impacto significativo en la economía cubana. Aunque Obama lo suavizó en su segundo mandato, Trump puso fin a la mayoría de los cambios positivos: volvió a limitar los viajes desde Estados Unidos hacia la isla, limitó las remesas y reafirmó el cierre del mercado estadounidense a los productos cubanos y la prohibición de las inversiones estadounidense en Cuba. De hecho, esta medida fue profundizada por Trump mediante el congelamiento de nuevas inversiones extranjeras en Cuba y la apelación, por primera vez, al título III de la Ley Helms-Burton de 1996, que permite demandar en tribunales estadounidenses a empresas y particulares (incluso extranjeros) por cualquier trato económico que implique terrenos o instalaciones confiscadas por el gobierno cubano a comienzos de los años 1960 a empresas estadounidenses. Además, extendió las sanciones a los bancos internacionales que realizan transacciones con Cuba. Aunque la Ley para la Reforma de las Sanciones Comerciales y el Incremento de las Exportaciones de Estados Unidos de 2000, aún en vigencia, autoriza la venta de alimentos y medicamentos a Cuba, impone en los hechos muchas dificultades a las operaciones comerciales, como la exigencia de que los pagos sean en efectivo y por adelantado (no se aceptan créditos bancarios) y el requerimiento de tantas licencias que se subvierte el propósito supuestamente liberalizador de la ley.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que solo Estados Unidos ha bloqueado a Cuba, y que muchos otros países capitalistas, especialmente Canadá, España (incluida la España de la dictadura de Francisco Franco) y otros países que se incorporaron a la Unión Europea, han mantenido relaciones económicas con la isla y le han brindado una amplia gama de oportunidades económicas desde el comienzo del bloqueo. Por lo tanto, el bloqueo estadounidense explica los problemas de Cuba solo hasta cierto punto. Mucho más importante ha sido el papel de una política económica burocrática, no democrática y dirigida por un partido único.

En todos sus aspectos esenciales, Cuba es una réplica del modelo socioeconómico y político soviético, donde una clase burocrática dirigía la economía sin ningún aporte institucional ni límites por parte de sindicatos independientes u otras organizaciones populares. Solo en internet –a lo que solo una minoría en la isla tiene acceso principalmente debido a su muy alto costo en relación con los salarios, y que el gobierno aún no ha podido controlar por completo– se pueden encontrar muchas voces críticas cubanas, incluidas las de las nacientes asociaciones independientes de la sociedad civil que están completamente excluidas de los medios de comunicación controlados por el Estado (periódicos, estaciones de televisión y radio).

Por ello, no hay transparencia ni discusión abierta y pública de los problemas de Cuba, ya sean políticos, sociales o económicos, a menos que el régimen decida habilitar alguna discusión pública para sus propios fines y siempre bajo su control. La información sobre la economía se distorsiona sistemáticamente y la transmisión de las necesarias señales para el buen funcionamiento económico es continuamente bloqueada: la auténtica retroalimentación, la información certera y las iniciativas independientes desde abajo se desalientan sistemáticamente para que el partido único de Estado no pierda el control. En ausencia de una vida pública abierta y democrática, los ciudadanos carecen del poder para hacer rendir cuentas a los planificadores. La falta de una prensa abierta y de cualquier medio independiente de comunicación de masas ha facilitado el encubrimiento, la corrupción y la ineficiencia en todo el sistema. La falta de democracia también promueve la apatía y el cinismo entre los trabajadores que no tienen ningún derecho significativo a intervenir independientemente en las decisiones, y mucho menos control sobre lo que sucede en su lugar de trabajo.

Esta ineficiencia y corrupción se han reflejado en todos los sectores de la sociedad cubana, incluido el sector de la salud. Hace diez años, el uruguayo Fernando Ravsberg, un periodista crítico pero no hostil al régimen cubano, al escribir sobre los hospitales en Cuba lamentaba el desperdicio de costosos equipos de oftalmología abandonados, sin usar, en varios almacenes; el desaprovechamiento de la nueva unidad de quemados del famoso Hospital Calixto García, al lado del campus principal de la Universidad de La Habana, que no se había utilizado ni un solo día desde que se inaugurara dos años antes. Las instalaciones eran inutilizables en cualquier caso, señalaba Ravsberg: el techo se había caído en varias ocasiones, y las muy caras bañeras para las personas quemadas no podían utilizarse debido a la baja presión del agua. Del mismo modo, la nueva sala de operaciones de vanguardia en ese hospital era inutilizable debido a las grandes fugas en las tuberías de agua y a un techo que goteaba cada vez que llovía. A su vez, los azulejos seguían despegándose de las paredes, debido a la falta de cemento, que probablemente había sido robado durante la construcción, como sucedió en el hospital Almejeiras, en el centro de La Habana.

Mucha gente de izquierda, aunque reconoce que el régimen cubano es antidemocrático, incluso económicamente ineficiente y «a veces» represivo, además de oponerse como se debe a la intervención estadounidense contra Cuba, considera al régimen cubano progresista y merecedor de su apoyo por su objetivo de sacar al pueblo cubano de la pobreza mediante su sistema de educación pública hasta la formación profesional y un sistema de atención médica universal. Esta posición implica un cálculo aritmético de ganancias y pérdidas en el que las ganancias en bienestar social compensan con creces la pérdida en términos de democracia y libertades políticas. Sin embargo, el bienestar de un pueblo está intrínsecamente conectado a la presencia o ausencia de democracia. Lo que ha sucedido con el sistema de salud es un ejemplo de ello, sobre todo el impacto que ha tenido la exportación de médicos al empeorar los problemas existentes en ese sector.

Hay una pérdida que no se puede tolerar cuando se trata de juzgar si un régimen en particular debe ser apoyado políticamente: la pérdida de autonomía política de clase, grupo (ya sea definido en términos de raza, género u orientación sexual) e individual, así como la ausencia de libertad para organizarse de forma independiente para defender los intereses de clase y de otros colectivos, junto con las libertades civiles y políticas asociadas para hacer posible y viable dicha independencia organizativa.

viernes, 19 de junio de 2020

Revolución 60


Uno de los grandes dramas de la Cuba revolucionaria ha sido el exilio de cientos de miles de sus ciudadanos. Delitos cometidos en el pasado, desavenencias políticas, precariedades económicas, búsquedas de otros horizontes, reunificaciones familiares y hasta cansancio histórico: razones de todo tipo los han impulsado a esa aventura que comenzó desde el mismo año 1959. 

A lo largo de seis décadas intensas, el sur del estado de Florida, en Estados Unidos, Ecuador, Chile, Suriname, Guyana, Panama, Españ, ha sido el destino más recurrido de esos emigrados, que llegan a sumar la quinta parte de la población de la isla y que han desgajado a prácticamente cada familia del país. Allí se han agrupado y definido por épocas y acontecimientos. 

Según el momento, han sido llamados el “exilio histórico”, el “éxodo del Mariel” o “los marielitos”, “los balseros de 1994”, “los quedados”. Movidos mayormente por razones políticas (sobre todo los primeros, por la década de los sesenta) o por la búsqueda de mejoras económicas (balseros y quedados, todavía hoy), algunas de sus motivaciones pueden ser intercambiables o se manifiestan como una mezcla de ellas. 

Para todos esos cubanos que partieron de su país existe, sin embargo, un elemento que los aglutina y caracteriza: el desgarramiento, que muchos han combatido con una actitud similar: vivir fuera de Cuba mirando hacia Cuba. O como diría un colega escritor —también exiliado y refiriendo su propia experiencia—: “El problema de los cubanos es que ni yéndonos de Cuba nos vamos de Cuba”. 

Aun cuando por decisión decisión involuntaria yo haya decidido salir de la isla como testigo cercano de este proceso de desarraigo, cada vez que recorro las calles de la ciudad de Copiapo, en Chile, se me revelan las proporciones de un drama espiritual. 

De la década de los sesenta a los ochenta y a la actualidad, muchos paises han acogido y brindado oportunidades de libertad a los refugiados que llegaban apenas con un par de maletas de ropa. Gracias a la cantidad de “factorías” que entonces existían en la ciudad, cubanos de todas las profesiones y niveles educacionales comenzaron la ardua reconstrucción de sus existencias hasta reconvertir su localidad en un reservorio cultural de los modos y costumbres de su país natal. 

La nostalgia funcionó entre ellos como un estado de ánimo y también como una industria necesaria. 

La relación de los emigrantes cubanos con su país de origen también ha cambiado a lo largo de tan dilatado periodo histórico. Los que partían al exilio en la década de los sesenta y en la actualidad dejaban y dejan la sensación de que entraban en una dimensión inalcanzable del tiempo y el espacio sin posibilidad de retorno. 

Todavía puedo recordar la tarde del 10 de noviembre del 2016 en la que me despedi a uno de mis familiares frente a la casa de mis abuelos, en nuestro barrio santaclareño. Todos teníamos la sensación de que nos veíamos por última vez y, más que el júbilo, afloraba el dolor de un desmembramiento sin remedio. 

La experiencia del exilio ha sido una calle de doble sentido. Todos hemos sido tocados por su drama en alguna parte —o en muchas— de nuestras sensibilidades e historias individuales: los que partieron, desde el desarraigo; los que permanecimos, desde una sensación de pérdida. 

Muchos de mis compatriotas salidos al exilio han logrado un notable éxito de adaptacion y no se arrepienten de sus decisiones. Pero que vivan mirando hacia atrás advierte que hay heridas que no cierran. Muchos de ellos no han dejado de sentirse “refugiados” y Cuba flota sobre todas sus plegarias, maldiciones o nostalgias, dichas en silencio o gritadas en público. Al fin y al cabo, son seres con la historia y el corazón partido.

Y aunque pocos de ellos optarían en algún momento por regresar a vivir en Cuba, el hecho de que arrastren a la isla consigo los define y, curiosamente, los fortalece: esa certeza forma parte de sus actitudes y de su orgullo. 

Como los flamencos rosados de cuba que imigran, muchos de mis compatriotas otean en el horizonte y, aunque no emprendan el vuelo de regreso, saben de dónde son y por eso son como son: cubanos en un exilio en el que tantos han reconstruido sus vidas y en el que a tantos ya se les ha ido la vida. 

La cara fea del exilio para muchos cubanos

La mayoría de los migrantes actuales provenientes de la isla llegan solos y sin familia y, cuando se acercan las fechas navideñas, el sentimiento de estar solos y sin apoyo se incrementa. 

La llegada de inmigrantes cubanos a otros paises, está marcada por la soledad, la incertidumbre y muchas veces por el desamparo de encontrase en un país ajeno. 

Yo, Reinaldo Rodriguez Hernandez, cubano de 27 años y que llevo cuatro años fuera de Cuba, les comento que las causas de mi salida de Cuba "fueron las mismas que las de muchos cubanos". "El sistema no es el que más nos conviene a todos, no tenemos un gran futuro allí", no hay libertad de expresion, de ideologia politica, las personas que como yo tenemos una forma diferente de pensar vivimos el peor martirio de nuestra existencia. 

La mayoría de los exiliados llegan solos y sin familia, como es mi caso, que dejé a toda mi familia en la isla cuando partí desde Cuba, atravesando toda Centroamérica hasta alcanzar hoy Chile, donde cruce la frontera con Peru y me dirigí a Copiapo, Atacama. 

A lo largo de mi historia, Chile ha recibido varios éxodos de migrantes cubanos.

Debido a esos movimientos migratorios, en ciudades dentro del pais, surgieron organizaciones como ONG-MUDDH, que no quieren que estas situaciones queden en el olvido, "no tanto por las personas que llegaron, sino por los que no lo hicieron".

En la llegada de los inmigrantes cubanos a otros paises, las familias cuentan con un papel muy importante, ya que los acogen y ayudan. 

Pero quienes llegan sin vínculos parentales, "se encuentran en la calle, con unas esperas de hasta tres meses para ser procesados, sin tener un lugar donde estar, y ahí es donde entramos nosotros", los migrantes que ayudan y apoyan a otros en nuestra misma situacion.

Cando se acerca la Navidad el sentimiento de estar solos y sin apoyo se incrementa y es muy dificil. "Es una fecha bastante dura, pero aquí hemos hecho una familia".

Los exiliados cubanos llegan la mayor parte de las veces en situaciones extremas, sin un lugar donde quedarse, sin dinero y sin comida. 

"En Chile estuve de aquí para allí hasta que logré chocar con otros cubanos que me ayudaron y en conjunto con varias personas nacionales chilenas que me dieron luz y esperanza para levantarme del suelo. (...) Yo me quedaba en la calle, muchas veces me quedaba durmiendo en el parque, en pleno invierno, bastante trabajoso, no se lo deseo a nadie".

Yo ya estoy cansado de tanta desilusión: Mi pueblo cubano se merecía otro destino, otro final, por sus sacrificios, por sus ideas, por su lucha de estos años. 

El exilio cubano, formado por los ciudadanos de la isla caribeña que huyeron del régimen de Fidel Castro, de Raul Castro, y de Dias-Canel, es la historia de un destierro siempre doloroso, pero también proyecta el relato de una adaptación exitosa a un entorno muchas veces difícil y ajeno. 

Pero, por mucho que nos "adaptemos al pais en que vivimos", seguimos celebrando "Los Quince" años de nuestras hijas, adoramos la guayabera, la vestimenta que imprime auténtico carácter, la partida de dominó es, para nosotros, pasatiempo e icono de nuestra "cubanía" y nuestra comida predilecta continúa siendo el lechón asado con congrí. 

Tampoco olvidamos a quien sumió a Cuba en lo que calificamos de tiranía, Fidel Castro. 


by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ


jueves, 18 de junio de 2020

INFORMES DE REPRESIÓN

INFORMES DE REPRESIÓN

Informes Mensuales de Represión Política en Cuba


2019


2018


 2017


2016


2015


2014


2013


2012


2011


2010


Todas las cosas que destruyó la Revolución Cubana en 60 años de dictadura

En estos últimos sesenta años el pueblo de América Latina que menos ha progresado ha sido Cuba, mientras, ha retrocedido a los tiempos más oscuros de la Edad Media en lo que respecta a derechos, libertades ciudadanas y condiciones de vida de su población.
Cierto que en la mayor de las Antillas 21.900 día atrás tampoco había democracia, sin embargo, aunque no es consuelo, la economía estaba pujante y las condiciones materiales de vida y sociales, en franco progreso.
Infortunadamente, en las últimas elecciones plurales de su historia, según observadores de la época, el gobierno cometió fraude. Si bien, en menos de dos meses dejó un vacío de poder que ocupó la tiranía más cruel e ineficiente de toda la historia americana.
En estos 720 meses desaparecieron los partidos políticos y todos los organismos de la sociedad civil. Se estableció un absoluto control sobre los medios de comunicación y la educación. Las tradiciones fueron quebradas. La gestión económica se estatizó hasta destruir la economía nacional y empobrecer a niveles sin precedentes a la población.
Se militarizó la sociedad, al extremo de que la calificación de desertor se le asigna a quien abandone una delegación oficial, así sea un artista, un deportista o un médico. La intolerancia y la sumisión a las consignas fueron las nuevas normas. Se impuso un paradigma nacional que promovía el odio y el tableteo de las ametralladoras.
Decenas de miles fueron a prisión. Miles más partieron al exilio. La libertad intelectual desapareció. Se estableció un estricto control de los medios de información. Las religiones enclaustradas en sus templos. Una especie de nueva devoción impuso sus propias tradiciones, cultos, lutos y fiestas.
Sin dudas, la destrucción del país y la profunda crisis de nacionalidad que enfrenta Cuba es consecuencia de la visión mesiánica que Fidel Castro tenía de sí mismo, delirio que se acrecentó al triunfo de la insurrección por el amplio respaldo popular a sus propuestas y la adoración a su persona que rendía la mayoría de la población, incluyendo notables personalidades de la clase dirigente en la que destacaban industriales, ganaderos, artistas, periodistas y hasta figuras de la política nacional.
Para sorpresa de cualquier observador no contaminado por el influjo de la ilusoria épica de la Sierra Maestra y para los que miran en el presente retrospectivamente los meses iniciales del proceso, es inconcebible que el discurso de populismo extremo del nuevo caudillo pudiera cautivar por igual al pueblo llano y a las elites económicas y políticas. Era un festín de fe en la que los iniciados acataban devotamente los mandatos de la Revolución y Fidel, el único con derecho a interpretar las necesidades de la patria.
Quizás toda esa popularidad hizo que Castro se viera a sí mismo como un José Stalin construyendo la Unión Soviética o mejor, Adolfo Hitler, su modelo para acceder al poder por medio de la violencia. Es posible que fuera entonces cuando se imaginó construyendo una especie de Tercer Reich dinástico con él como referente clave, una monstruosidad que penosamente y por desgracia lo sobrevive.
Castro agarró el poder con todo su cuerpo, al extremo que pudiera decirse que lo engulló. Construyó una maquinaria represiva para garantizar su autoridad y extenderla a todas las dimensiones. Dispuso sobre vida y obra. Fue político, ejecutor, ingeniero, biólogo, estratega militar, consejero de familia, constructor, juez y verdugo, especialista en todas las disciplinas y excepcionalmente capacitado para implementarlas.
Los abusos del régimen generaron una oposición sin precedentes que se gestó y manifestó en el mismo año del triunfo de la insurrección, porque en justicia, ante la mayoría que ciegamente se entregaba al pérfido tirano, una minoría sin las condiciones necesarias, en contra del más elemental sentido común, pero comprometidos con los ideales democráticos, inició un proceso de confrontación que no ha cejado nunca en su empeño por terminar con la opresión.
La lucha en aquellos primeros años fue a sangre y fuego. Hombres y mujeres se alzaron en armas en llanos y montañas de todas las provincias. Un poderoso movimiento clandestino se orquestó en todo el país con el apoyo decidido de quienes habían partido al exilio, muchos de los cuales retornaron con las armas en las manos entregando sus vidas a sus ideales.
La resistencia que se inició en 1959, dentro de la isla como en el exterior, ha marcado pautas trascendentes. El resultado ha sido cruento. Miles de fusilados, cientos de miles han pasado por las prisiones, otros tantos marcharon al exilio, el ostracismo interno es también numeroso.
La dictadura ha durado 60 años, pero los que se le oponen llevan el mismo tiempo de lucha en su contra. Una muestra: en todos estos años la prisión política ha estado presente. Mientras no haya libertad, habrá resistencia.
by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ