Mujeres maltratadas, ¿son las culpables?

Mujeres maltratadas, ¿son las culpables?
Leannes Imbert
13 de agosto de 2013

Los modelos culturales y de comportamiento, a fuerza de repetirse, se solidifican, se fijan y se convierten en normas de conducta. La sociedad cubana ha naturalizado la violencia, a tal punto que la aversión ante hechos de esta índole ha perdido su verdadero significado. Muy en especial, es alarmante la violencia que están sufriendo aquí muchas mujeres.

Se ha desencadenado una ola de hechos que vulneran la dignidad de quienes, hace ya mucho tiempo, estuvieron convencidas de ser el sexo débil. Y lo peor es que de alguna manera esa violencia es consentida por la sociedad cubana.

No existe justificación alguna para la violencia de género, y las mujeres maltratadas nunca son responsables, sean cuales fueren las causas que provocaron el maltrato. No es bueno confundir a las víctimas con los culpables.

En Cuba, la persistencia e invisibilidad de esta situación (los medios oficialistas no hablan del tema), no hacen más que reafirmar las desigualdades y la inequidad reinantes históricamente. No podemos voltear la cara ante la violencia contra las mujeres, esa que tiene lugar en los ámbitos doméstico o laboral, pero tampoco ante la ejercida por la policía contra opositoras pacíficas, contra trabajadores sexuales y contra transexuales. No podemos olvidar a las mujeres lesbianas, a las que, por años, nos prohibieron amarnos entre nosotras, negando incluso que era natural ese tipo de amor.

Todo tipo de dominación conlleva invariablemente a la opresión, o sea, a la violencia. Esta ha sido una regla histórica y, en Cuba, donde el binomio opresión-dominación es uno de los pilares donde reposa el régimen, la violencia continúa siendo tremendamente brutal.

Por suerte, somos muchas y muchos los que, a diario, desacatamos sus reglas. Ahí están, para demostrarlo, las mujeres y grupos feministas y de opositoras pacíficas, que denuncian la gran mentira sobre la que se ha basado esa dominación. Otro ejemplo es la visibilidad, cada vez mayor, de las relaciones de amor entre mujeres, lo cual ayuda a desmoronar toda esa mentira patriarcal.

No obstante, considero una asignatura pendiente la unión armónica entre todos: sociedad civil, hombres, mujeres, heterosexuales y personas LGBT, para que desmontemos de una vez tantos años de patriarcado, machismo y violencia. Y tal vez corresponda a las mujeres, si no liderar, al menos impulsar este proceso.

Se impone la necesidad de que protagonicemos juntas el tan necesario activismo transgresor y solidario, partiendo de la comprensión de que la violencia contra las mujeres no es, en absoluto, “un problema de la otra”, sino de todas.
Belkis Cuza Malé rechaza participar en antología
que excluye a otras poetisas disidentes
7 de julio de 2013

La escritora cubana exiliada Belkis Cuza Malé dijo a martinoticias que ella no ha dado su autorización para ser incluida en una antología de poetisas cubanas, titulada “La catedral sumergida”, preparada por una editorial del régimen de Cuba.

La escritora, exesposa del poeta disidente Heberto Padilla, con quien sufrió el encarcelamiento y los avatares del caso Padilla (véasehttp://profesorcastro.jimdo.com/heberto-padilla/) declaró que no está dispuesta a participar en una antología que lo único que haría es beneficiar a la dictadura castrista.

La poetisa respondió a la propuesta que le hiciera el oficialista organizador de la antología: “Yo no he dado mi autorización para esa antología. Ni para ninguna de ustedes, y mucho menos con supuestas poetas que no las conoce ni su madre y donde se excluyen a otras que son disidentes”.

Para agregar: “Además, detesto las antologías racistas, sexistas, o lo que sea. No me interesa ser etiquetada por nada ni nadie. Soy un ser humano, no un sexo. Así que quíteme ya de ahí, ahora mismo, en el nombre de Jesús. Que Dios lo guíe”.

Rafael Martínez-Sixto habló con Belkis Cuza Malé
Con las faldas bien puestas
Anólan Ponce*
5 de junio de 2013

A través del tiempo, la mujer cubana ha dejado sus huellas plasmadas en la historia de Cuba. Emilia Teurbe Tolón cosió la primera bandera izada en Cárdenas en 1851. Mariana Grajales instó a su pequeño hijo a “empinarse” para luchar por Cuba. “La Niña del Escambray” combatió valientemente junto a su esposo contra las milicias castristas.

Pero un fenómeno está ocurriendo ahora. Las mujeres parecen haber tomado un rol protagonista paralelo o quizás superior al del hombre en la lucha anticastrista. Aunque de seis disidentes asesinados en los últimos tres años, cinco eran hombres, son ellas las que a diario, con cazuelas o gladiolos, acaparan las noticias soportando actos de repudio, palizas y todo tipo de atropellos.

Un ejemplo es Laura Pollán. La cofundadora de Las Damas de Blanco era una simple ama de casa cuando su esposo, Héctor Maceda, fue encarcelado. En siete años, cuando Maceda logró su libertad gracias, en parte, a los esfuerzos del grupo fundado por ella, Laura se había convertido en una líder a nivel internacional cuyo liderazgo mereció al grupo el Premio Sajarov.

El vientre femenino alberga el milagro de la vida humana –es innato en la mujer su instinto de proteger. Pero, ¿cuál ha sido la dinámica que ha colocado a la mujer cubana en su temeraria confrontación al régimen?

En la Cuba prerrevolucionaria la mujer había logrado avances en su status social que superaban los de otros países latinoamericanos con la excepción de Brasil y Argentina. Estos avances incluyeron el sufragio femenino obtenido en Cuba en 1934, y un mayor porcentaje de mujeres trabajando fuera de sus casas, yendo a las escuelas y practicando el control de la natalidad.

Con la llegada de la Revolución en 1959, hubo la falsa ilusión que las transformaciones sociales continuarían favoreciendo a la mujer. Una apertura masiva en la fuerza laboral para la integración femenina fue apoyada con la creación de círculos infantiles. La recién estrenada Federación de Mujeres Cubanas garantizaba la igualdad de género.

La realidad fue otra. La Federación respondía solo a los intereses del régimen, los círculos infantiles eran centros de adoctrinamiento para moldear las tiernas mentes infantiles, y aunque la mujer participaba activamente en la fuerza laboral, la única en posición de relevancia era Vilma Espín. Paralelo a todo esto, la mujer tenía que portar armas, hacer guardias y enfrentarse en su hogar a una despensa vacía y una familia hambrienta.

Las que habían mirado al futuro con esperanza, ahora vieron a sus hijos y esposos marchar a combatir en tierras extrañas y después regresar en toscos ataúdes de madera; los vieron lanzarse al mar en frágiles embarcaciones para no volver a saber de ellos jamás; los vieron ir a la cárcel por defender sus derechos. Para colmo, el régimen las alentó a vender sus cuerpos como medio de supervivencia.

Las hijas y nietas de aquellas mujeres que marchaban a la vanguardia en avances sociales hace 50 años se han rebelado. Ellas quieren salvar el futuro para los suyos, combatiendo hombro con hombro junto a sus esposos, sus hermanos o sus hijos. Fieles al instinto femenino de proteger, piensan que el abuso contra ellas siempre será inferior que contra sus hombres. Ellos las admiran y lo aceptan. El alistamiento de mujeres en las fuerzas armadas y su participación en combate es una realidad de nuestro tiempo.

No hay falta alguna de testosterona en Cuba. Simplemente, ¡las mujeres tienen las faldas muy bien puestas!

* La autora es directora de MAR por Cuba.

La amenaza a Yoani Sánchez

Jorge Ramos
18 de abril de 2013

La amenaza de la dictadura de los hermanos Castro contra la periodista y bloguera cubana Yoani Sánchez fue directa.Esto fue lo que me dijo ella durante una entrevista en Miami: He sufrido arrestos, he sufrido golpes y eso no me ha dolido tanto. Pero la última vez que estuve detenida, una oficial de la seguridad del estado me dijo: ‘¿Tu hijo monta bicicleta? Que tenga cuidado.’ … Eso me llegó al alma”

Sánchez sabe que su mayor vulnerabilidad es su hijo, Teo, de 17 años. “Sí, ese es mi punto débil”, reconoce. Ella sabe que puede haber graves represalias por lo que dice. Pero sigue hablando. ¿Por qué? “Claro que le temo a las represalias, pero ¿qué voy a hacer?Pienso que la mejor manera de protegerme es seguir hablando”.

A pesar de estas amenazas tan directas, tan pronto termine su viaje por una decena de países en 80 días, va a regresar a Cuba. ¿Exiliarse? “Ni pensarlo”, me dijo.Su vida es Cuba.

Su incansable gira es la de alguien que nunca ha viajado y que, a la primera oportunidad, se quiere comer el mundo. Tras años de negarle un permiso de salida, Sánchez por fin pudo salir. Y de ser una perseguida política dentro de la isla, de pronto –muy a su pesar y del régimen de La Habana– fuera de Cuba se ha convertido en una especie de celebridad.

A mí me tocó ser testigo de lo siguiente: cuando ella visitó la ciudad de Miami, el actor cubano-estadounidense y estrella de Hollywood Andy Garcia quería conocerla. “Es una mujer muy valiente”, me dijo Garcia. Y él fue a buscarla antes de que ella se presentara en un auditorio. Se encontraron y comieron juntos, pero los roles se cambiaron: la estrella era Sánchez: Garcia, con mucha sencillez y apertura, la escuchaba.

Eso es lo que pasa con Yoani Sánchez: no puedes dejar de escucharla. Ella te cuenta cómo es la Cuba de hoy, no la que se han inventado en el extranjero. Donde se presente, sin importar el país, llena auditorios. Casi medio millón de personas la siguen por Twitter, y la dictadura cubana ha quedado desvestida y expuesta ante su valentía, fuerza y transparencia.

“Cuba es la isla de los desconectados”, me dijo. “Cuba me ha parecido tan absurda desde lejos; vivo en una aldea medieval… porque no hay libertad, porque el gobierno mismo se comporta como un señor feudal; es triste y desde fuera se siente más”. Asegura que “cada vez hay más consenso de que vivimos en una dictadura”.

Pero ¿puedes decir que Cuba es una dictadura sin meterte en problemas?, le pregunto. “Digo la primera sílaba y ya me meto en problemas. Pero me levanto todos los días pensando ’Me voy a comportar como una ciudadana libre’”.

Sánchez se describe a sí misma como una “cronista de la realidad”. Nada más. Pero es mucho más. Ella se ha convertido en el símbolo del cambio en Cuba. Otros han tratado de serlo y han fracasado. Muchos han muerto intentándolo. Sánchez, sin embargo, sigue golpeando con una lógica infalible a una dictadura en pleno siglo XXI que no tiene elecciones multipartidistas, que limita ferozmente la libertad de expresión, que encarcela y asesina disidentes, y que va en sentido contrario a la mayoría de los países del mundo.

Y Sánchez es hostigada frecuentemente. Su celular, un iPhone que le regaló su hermana estadounidense, está regularmente intervenido, y en varias ocasiones ha sido detenida. Ya está acostumbrada a que la dictadura castristainvente que es agente de la CIA, tanto así que su respuesta ante semejante ridiculez la da con una sonrisa: “No, no trabajo para la CIA. Jamás podría trabajar para una entidad extranjera, nunca he militado ni siquiera en un partido político”.

Sánchez se gana la vida “resolviendo”, como la mayoría de los cubanos. ”Soy mecanógrafa y reparadora de ordenadores. Y trabajo de periodista en muchos medios fuera de mi país”. Su primer viaje al extranjero ha sido financiado por diversas organizaciones no gubernamentales y por su hermana. ¿Algo está cambiando dentro de Cuba?, pregunto. “Lo más importante está ocurriendo de adentro hacia fuera:Los cubanos están hartos”.

¿Puede haber castrismo sin los hermanos Castro? “El carisma de estos líderes es intransferible. En Cuba la silla presidencial se heredó por vía sanguínea (de Fidel a Raúl). …Es triste que una nación tenga que poner su esperanza en el fallecimiento de alguien para que la nación tenga vida, pero a eso nos han llevado”.

A Sánchez le gusta citar la frase de Mohandas Gandhi que dice tus enemigos primero te ignoran, luego se ríen de ti y luego te atacan. Sánchez está viviendo esa tercera fase. Ella asume las amenazas a su vida y a su familia como parte de su profesión de periodista. Pero sabe, también, que se ha convertido en la mayor esperanza de un cambio democrático y de libertad en Cuba. ¿Puedes cambiar Cuba? “Yo sola, no – pero somos multitud”.
Sin cubanas no habrá país
Ileana Fuentes
11 de abril de 2013

Como un disco rayado, vengo repitiendo “sin cubanas no hay país” desde hace muchos años. “Ileana y su monotema”, han dicho por ahí, tanto amigos como enemigos. El monotema me ha abierto foros, anotado adversarios, garantizado exclusiones. Mete miedo eso de defender los derechos de las mujeres, hablar de equidad, exigir participación y respeto, predicar el fin del machangato. Mientras somos “las muchachitas” –aquí y allá– se nos puede manipular, ningunear, subestimar. A las muchachitas no se les toma en serio, se les resta importancia, vigencia, protagonismo, seriedad.

Cuando imponemos cerebro y análisis, cero relajito o apretones de nalgas, y nada de preparar café en las reuniones o tomar notas, caemos mal.

En el exilio, lo peor que puede pasar es una puerta cerrada y el sambenito de puta o tortillera. En la isla se cierran más que las puertas: se cierra el barrio, el trabajo, la Universidad, el hogar, la vida misma. Lo peor es lo peor: que te llamen escoria, traidora, mercenaria, agente del enemigo. Se reparten palizas, golpes, el derecho a ser arrastradas por la calle, la cárcel… y la tortura sicológica de ver amenazados a los hijos. Se reparte terror y muerte. Mete miedo ese país patriarcal, de hombres y mujeres machistas. De inquisición y censura, de paredón y calabozos. De machos. Por suerte hay mucho estrógeno para enfrentar tiranos. ¡Ovarios contra tirano!

No es prematuro anunciar un nuevo día: las cubanas mandarán. No queda de otra. Y no será Mariela Castro, que es tan machista como su opaco padre y su torquemado tío. Tan machista como era su madre, jefa manipuladora de millones de cubanas. Que nadie se crea el cuento del paraíso femenino tropical. No será la Mariela, porque ya presentaron al elegido, al futuro Bonitillo-en-Jefe, blanco, rubio y testosterónico para un país mayoritariamente femenino y afro descendiente. Le ronca el mango y los mameyes. Pero todo va a cambiar: ¡las mujeres mandarán, con mayor cordura, cero instinto faraónico, con más equilibrio y bienestar!

El futuro lo diseñarán las cubanas. Lo están articulando ya. El futuro es de Yoani Sánchez, de los y las jóvenes de su Y-Generación, de los blogs, la internet, la información irrestricta y la comunicación digital.

El futuro lo está forjando Berta Soler –como antes Laura Pollán– y esas valientes Damas de Blanco, herederas de las feministas que hace un siglo lucharon contra el colonialismo, y luego contra Machado, y después contra Batista, y ahora contra la última mafia. El futuro lo está transparentando Rosa María Payá, tocando puertas por el mundo entero con su vareliana verdad en la mano, en busca de justicia para dos buenos hombres asesinados por la satrapía, y para 11 millones de cubanos y cubanas.

El futuro de Cuba lo está gestionando la licenciada Laritza Diversent y sus colegas abogadas que arriesgan su tranquilidad y alzan conciencia sobre lo que es un verdadero estado de derecho. El futuro lo está reordenando Yris Tamara Pérez Aguilera y el Movimiento Femenino de Derechos Civiles “Rosa Parks”. Lo están redefiniendo Tania García y Gloria Llopis, desde su activismo social y político “Nuevo país” por la democracia y la integración racial y el empoderamiento de las mujeres en una sociedad libre de violencia de género.

El futuro lo están humanizando Leanes Imbert y los hombres y mujeres del Observatorio de Derechos LGBT que a nivel de base luchan por una sociedad democrática libre de homofobia y tolerante de las diferencias sexuales. El futuro de Cuba lo está mejorando la educadora y artista Iris Ruiz, con sus seis hijitos a cuestas en las favelas de Alamar, allá en La Habana del Este, donde el hip hop ( Omni Zona Franca, Poesía sin fin) eleva la protesta y canta “¡Libertad!” a los cuatro vientos. El futuro está ganando en dignidad y vergüenza con Sonia Garro, activista comunitaria de Marianao, guía docente de niños y niñas que hace un año permanece presa por el delito de echar su suerte con los más pobres de su tierra.

El futuro de Cuba se conjuga en femenino. Sin cubanas, no hay país. Sin cubanas, no habrá país.
Yoani: Venus abyecta
Justo J. Sánchez
3 de abril de 2013

Dentro de un patriarcado blanco que ejerce control de las matrices interpretativas y difusoras, Yoani Sánchez es una mujer que no admite barreras

Es subversión. Deambular y dibujar estampas de la cotidianeidad cubana para enviarlas por Tweeter rompe las reglas. Veamos: Cuba es un país agrícola, organizado de forma militar. Su primer mandatario es producto cultural rural (Birán y Santiago de Cuba), su padre un gallego campesino y terrateniente. El poder se transmite allí mediante nexos familiares. Visten todos uniforme militar. La mujer en el proceso político mantiene roles subordinados (Haydée Santamaría, Melba Hernández desde el Moncada y Celia Sánchez con Vilma Espín en la Sierra).

Yoani Sánchez es alteridad radical. ¡Es mujer independiente en punto de vista y espacio! Dentro de un patriarcado blanco que ejerce control de las matrices interpretativas y difusoras, es ésta una mujer que no admite barreras. Grandes figuras femeninas han mantenido diarios: Frida Kahlo, Ana Frank, George Sand, Louisa May Alcott y Virginia Woolf, por algunas nombrar. Mantener un diario público donde se registra una historia alternativa, sin inflamación ni melodrama, ha podido abrir brechas a la versión oficial a la que se suscribe Hollywood, los oligopolios mediáticos, las entidades del capitalismo tardío y la izquierda institucionalizada, ésa que ha perdido su filo crítico.

Produce escozor la Sánchez. Desde el Tercer Mundo escribe sobre un país tercermundista, desmitificándolo. Nada produce mayor molestia al “machangato” (término de Ileana Fuentes) que lo doblemente excluido (mujer y disidente) establezca un foro para el diálogo. La conversación, el intercambio es la antítesis del rapto autoritario. La misoginia se irrita cuando se le revela tal cual, desnuda ante el mundo. La mujer representa inclusión y pluralismo. La política de identidad se opone a la estratificación férrea del militarismo hombruno.

Las huestes sudorosas de Brasil esperaron para protestar a gritos. Algunos en Nueva York —según relata Coco Fusco en una lúcida nota— hacían preguntas sobre la educación y la salud pública, logros de la revolución. Se les hace difícil repensar los paradigmas. Cuando se vive a base de camisetas del Che y fotos de Fidel abrazado con Mandela y Allende, una voz disidente se asocia con la CIA o los viejitos moribundos del restaurant Versailles. No se formulan objeciones a las ideas de Yoani sino se especula sobre posibles mecenas.¿Quieren averiguar? Lean A Room of One’s Own de Virginia Woolf. De paso, lean a Luce Irigaray y a Julia Kristeva.

Para mentes simplistas, cualquier gobierno o líder que se erija contra los que a mentiras fabricaron la guerra de Vietnam e Irak es ya ipso facto fuerza ilustrada. Si la que viene a pronunciarse contra esta figura mesiánica barbuda es una mujer, menor credibilidad se le confiere. Ninguno de sus interlocutores le dan el “usted”. ¿Qué ha sucedido? Fuera de los centros académicos, Yoani ha pasado a ser “celebrity”, la estrella del momento con la que todos se retratan. La prensa la persigue y ya The Miami Herald ha indagado sobre el largo de su cabello y su historia romántica. Lo próximo es el signo zodiacal. Los medios de comunicación son esencialmente machistas y su misión es entretener, servir como estupefacientes.

El proceso que comenzó en 1959 se llamó revolución, se encarnó en falo y se vistió de militar. En la Plaza de la Revolución, el pueblo cubano se acostumbró a ver obeliscos: micrófonos, Fidel, la estilizada estatua de Martí y la torre-mirador. Tanto los Cuba-apologistas para tildarlos de mercenarios como el exilio para otorgarles cinco minutos de fama, la disidencia fue masculina. La Sánchez y las Damas de Blanco han roto el esquema.

Las Damas marchan en comunidad enarbolando gladiolos blancos como estandarte de paz. El pacifismo, el silencio y la mansedumbre cristiana constituyen oposición a la militarización del esquema que a menudo las agrede. Yoani emplea la tecnología para crear un ámbito de reflexión, un colectivo (anatema para el machismo) donde hay apertura para participar con comentarios. La reflexión no es como un falo que penetra con sus verdades, es un vacío que tiene su propio misterio y dinámica.

El patriarcado cubano —si seguimos el análisis de Evelyn Reed— mantiene las propiedades del capitalismo explotador y excluyente. Tal es la falsa conciencia que la propia Yoani Sánchez aboga por el fin de un así llamado bloqueo estadounidense. Olvida (1) el rechazo al modelo económico yanqui que definió la revolución cubana, (2) la desigualdad y exclusión que crea el capitalismo libre empresario cuando hoy se lucha en el Primer Mundo contra la concentración de capital en una minoría plutócrata, (3) las barreras morales que puede usar un país para impedir el comercio con otro, parte de la autodeterminación nacional y no injerencia como lo califica la Sánchez, (4) el hecho que el bloqueo a Cuba es un mito: Estados Unidos es el mayor vendedor de productos agrícolas a la Isla (comenzaron a un nivel de $340 millones alrededor de 2005 y en aumento desde esa fecha). Salen los barcos del puerto Fort Lauderdale y se manejan en Cuba por la agencia Alimport, (5) con la globalización llega la facilidad de comunicación y transporte, con el nuevo dinamismo asiático se ha creado una multiplicidad de actores que aumentan y diversifican la oferta y bajan los precios. Pensar obtener los términos más ventajosos en todo el universo comercial de Estados Unidos (economía posindustrial y en déficit de exportaciones) es caer en la falacia obsesiva y patriarcal de Fidel Castro. Cuba, por otro lado, vende en Norteamérica millones de dólares en material cultural como cuadros, discos y giras artísticas de cantantes populares. Las remesas familiares y viajes constituyen un porciento importante del Producto Nacional Bruto isleño.

Pasó la era de Aleksandr Solzhenitsyn. No vino en rol profético sino como “bloguera” disidente. Es una mujer de disciplina férrea. Para todos resulta notable como salió del Cuarto Mundo y se enfrentó ecuánime y lúcida a los medios de comunicación hostiles, las protestas y los comentaristas que a la caza andaban tras contradicciones. Tuvo, por supuesto, que hacer ajustes. Mantiene un horario de jefe de estado con atletismo y empeño, escasos en aquel país. Su personaje está bien perfilado: sencilla al vestir, lenguaje accesible, hablar pausado, directa y sin artificio. Hay en Yoani Sánchez una sonrisa y una presencia escénica que mezcla el Caribe con el misterio, lo telúrico y lo distante, la Gitana Tropical de Víctor Manuel y la Venus de Brassempouy.

Yoani Sánchez mantiene cierta distancia, es Venus abyecta, madre desplazada que protege el territorio de su cría: el blog y comunidad. Julia Kristeva nos explicaría que es éste un personaje radicalmente excluido cuyo quehacer afirma la libertad e identidad. Escapa la censura en el ámbito etéreo de la Red. Su praxis es donde la racionalidad práctica se desploma y se afirma la creatividad. Vive en el exilio dentro de Cuba, sin abandonar el medio que describe. Es un superyó para su amo señalando la fragilidad de la ley machista. Una Venus abyecta circula en el desafío.
24 de febrero de 2013
El derecho a votar
Ileana Fuentes
3 de febrero de 2013
sincubanasnohaypais/wordpress

Día 3 de febrero de 1934. Carlos Mendieta era presidente de Cuba. A pesar de su breve gestión, le tocó firmar nuevas leyes, entre ellas la del sufragio universal. Un día como hoy, el presidente Mendieta firmaría la ley que concedió el voto a las mujeres cubanas. Muchos piensan que fue Ramón Grau San Martín, pero no. Es justo decir que Grau apoyó el sufragio femenino desde todas las trincheras. También es justo decir que cuando llegó a la presidencia mediante elecciones democráticas en 1944, el cínico galeno se olvidó de las mujeres. Un día dijo aquello de que “las mujeres mandan”, pero no nombró a ninguna cubana a su gabinete. Su supuesto feminismo era de dientes pa’fuera. Buche y pluma na’má.

Batista no lo hizo mejor antes de Grau, ni Carlos Prío Socarrás lo haría después. Batista, en su segundo término -el propiciado por su golpe de estado en 1952- nombró a una mujer ministro sin cartera. Bueno, del lobo un pelo, pero ¿qué clase de lechada demagógica era aquello de “sin cartera”? Y entonces llegó el comandante, y mandó a parar. En el primer gabinete revolucionario, presidido por Manuel Urrutia Lleó, la cartera de Bienestar Social le fue asignada a una mujer: la incansable, internacionalmente conocida y respetada Elena Mederos. No duró mucho en ese puesto esta insigne feminista y activista de los derechos de la mujer y de la infancia: antes del año, partiría al exilio en protesta por el giro que tomaba “la revolución”. El machismo-leninismo de Fidel Castro cerró filas con los guajiros machos, a ritmo de milicia, tabacazo y ron. ¿Y qué de aquel contingente de valientes cubanas que se alzaron en las montañas bajo el manto de “Mariana Grajales” o del Frente Cívico y Mujeres Oposicionistas Unidas que apoyaron mediante la lucha urbana al M-26?

Celia Sánchez, diez pasos detrás del detentado poder, con la camisa de once varas al hombro, por si se soltaba el loco en un ataque de furia. Haydeé Santamaría, a domar artistas e intelectuales -a los efectos del régimen de guapería, “atención a los maricones”. Vilma Espín, al frente de la agenda de órdenes y obligaciones para con las mujeres, en virtual papel de primera dama, y a desmontar los cientos de organizaciones femeninas independientes de la sociedad civil. Pastorita Núñez, a la odiada Reforma Urbana. Elena Gil, a las reformas moralistas en las filas socio-laborales. Martha Frayde, con título de médico y todo, al cuerpo diplomático. Edith García Buchaca y Vicentina Antuña -veteranas comunistas- a estalinizar la cultura…. En fin, de aquella lucha anti-batistiana surgiría una nueva casta de mujeres dirigentes que obviaría a las veteranas expertas de la lucha feminista de la República. Si los macho-leninistas iban a re-escribir la historia pre-1959, había que borrar a sus protagonistas.

Esa historia borrada daba fe de que apenas dos años después de obtener el voto, las cubanas ayudarían a elegir en los comicios de 1936 a seis representantes al Congreso nacional, y poco después nueve representantes más, tres alcaldesas y dos senadoras. En 1939, la Asamblea Constituyente que redactaría la Constitución de 1940 contaría con tres mujeres: las doctoras Alicia Hernández de la Barca y Esperanza Sánchez Mastrapa, y la abogada María Esther Villoch Leyva. Está claro que el asunto no es poder votar, sino tener opciones a la hora de asistir a las urnas. A nivel nacional no hubo mujeres postuladas para ningún cargo. En el actual período revolucionario, al no ser democráticas las elecciones, las candidatas son escogidas “de dedo” por su militancia en “el Partido”, o por su conducta fiel a los objetivos revolucionarios. Hoy por hoy, votar no significa escoger: significa ratificar la pre-selección machista oficial, sin ningunas opciones. Precisamente en este día van los cubanos de la Isla a votar por lo que será la próxima Asamblea Nacional del Poder Popular. Son 612 candidatos, para 612 escaños. ¿Opciones, para qué?

Celebremos, no obstante, este aniversario número 79. Celebremos a aquellas feministas de fines de siglo 19 y primeras décadas del 20, que se organizaron perplejas e iracundas ante el ninguneo de los estadistas de turno que obviaron su derecho a la ciudadanía plena. El negarle a las mujeres el voto -no como concesión o favor, sino como obligatorio reconocimiento de su lucha por la independencia de Cuba y su entrada en la modernidad- fue uno de los crasos errores de la Asamblea de 1901. Pero no habría marcha atrás: la influencia y apoyo de los interventores norteamericanos entre 1898 y 1902 confirmó el concepto de derecho inalienable en el imaginario de nuestras predecesoras. Antes de lograr el voto, las cubanas lograron, entre otros, el derecho a la propiedad(1917), a la potestad de sus hijos (1917), al divorcio (1918), al trabajo (1922), y al aborto (1928). ¡Qué imperialismo ni qué ocho cuartos! Las feministas de entonces –como las afganas, egipcias, indias e iraquíes de hoy-, supieron que la modernidad se apuntalaba desde el poderoso país anglo-sajón y protestante.Desmontar el atraso oscurantista de la España católica, reaccionaria y misógina no sucedió por arte de magia. Bien decía en 1913 Magdalena Peñarredonda, comandante del Ejército Libertador: “¡El primer feminista que hubo en Cuba fue el general Leonardo Wood”!

Cuba figuró entre los primeros países del continente en aprobar el voto de la mujer. La experiencia confirma que con ese derecho solamente no se logra la equidad. No es el voto, es la lista de candidatos, es la plataforma política de los partidos. ¿Y las candidatas, dóde están? ¿Dónde están las mujeres de visión liberal e inclusivista que saben que desarrollo y progreso tienen que ir de la mano con las vidas y prioridades de la población completa, y no solamente con las de los “padres de familia”? Sin mujeres en la política, no hay progreso. Sin mujeres en puestos de decisión no hay verdadera justicia social. Contemplemos la realidad de Cuba: ayer, a la vanguardia de los derechos feministas en el continente…. hoy, en la retaguardia, padeciendo el año 54 de un anquilosado nepotismo machista al timón de una nave náufraga.
MAR por Cuba 2012
Mensaje de las Damas de Blanco
Hace dos días, el 21 de enero de 2013, cuarenta y dos mujeres integrantes del movimiento Damas de Blanco Laura Pollán, participaron en su Te Literario, esta vez dedicado a recordar al líder afroamericano Martin Luther King. El régimen militar movilizó a sus fuerzas represivas, organizando un mitin de repudio -que incluyó a niños y adolescentes- frente a la vivienda donde se realizó el Te Literario.
Madres y Mujeres Anti Represión
MAR por Cuba
Con clítoris y con derechos
Yoani Sánchez
8 de marzo de 2012

A veces con buenas intenciones –otras con no tan buenas- alguien intenta acallar mis quejas sobre el machismo en mi país diciéndome: “Las cubanas no la pasan tan mal… peor están quienes habitan en algunas naciones africanas donde las someten a la ablación”. El golpe argumental es bajo, me duele en la ingle, me deja conectada al grito de una adolescente indefensa, mutilada y entregada por su propia familia a ese suplicio. Pero los derechos de las mujeres no deben reducirse solamente a poder mantener la integridad física y a defender su capacidad biológica para experimentar placer. El clítoris no es lo único que podemos perder, hay una larga lista de posibilidades sociales, económicas y políticas que también nos son arrebatadas.

Como vivo en un país donde los caminos de la protesta cívica han sido cortados y satanizados, me atrevo a intentar en este blog un listado de los atropellos que aún subsisten en Cuba contra las féminas:

- No nos permiten fundar nuestras propias organizaciones femeninas, con las que podamos unirnos y representarnos a nosotras mismas. Grupos que no sean poleas de transmisión del gobierno hacia las ciudadanas, como tristemente ocurre con la Federación de Mujeres Cubanas.

- Cuando se habla de mujeres en los estamentos políticos, se percibe claramente que éstas no tienen un poder real de decisión sino que están allí para cumplir con cuotas o asignaciones de género.

- El ícono de la FMC –la única organización de este tipo permitida por ley- exhibe una figura con un fusil al hombro, en clara alusión a la madre como soldado, a la hembra como pieza del conflicto bélico que se cuece más arriba.

- La ausencia en la prensa nacional de un reporte de la violencia doméstica no elimina su presencia real. Callar no sirve para detener el golpe del agresor. En las páginas de nuestros periódicos deben estar también esas historias de maltrato, porque si no ¿cómo vamos a comprender que tenemos un serio problema de agresiones silenciadas entre las paredes de tantos hogares?

- ¿Dónde va una esposa cuándo es golpeada por su marido? ¿Por qué no hay refugios o no se publica en los medios de prensa la ubicación de estos lugares de amparo para las mujeres maltratadas?

- Comprar pañales desechables es casi un lujo en esta sociedad, donde la mayoría de las recién paridas todavía tienen que emplear buena parte de su tiempo en el lavado manual de la ropa de su bebé. Toda emancipación necesita una infraestructura material de la libertad, de lo contrario se quedará sólo en las consignas y los lemas.

- El alto precio de todos aquellos productos que tienen que ver con la maternidad y el embarazo es un elemento que también influye en la baja natalidad. Una cama con colchón para bebé cuesta el equivalente a 90 USD en un país donde el salario medio mensual no supera los 20 USD.

- La manutención que el padre debe pasar a sus hijos después del divorcio -según estipula la ley- no supera en muchos casos al equivalente de 3 USD mensuales, lo cual deja a la mujer indefensa económicamente ante la crianza de sus hijos.

- Los elevadísimos precios de los alimentos con relación al salario encadenan a la mujer cubana al fogón haciendo piruetas gastronómicas para lograr poner un plato de comida sobre la mesa. Son las féminas y no el sistema político-económico las que logran cada día el milagro de que las familias cubanas coman, más o menos bien, más o menos mal.

- Después de tantos lemas sobre la emancipación y la igualdad, las mujeres cubanas nos hemos quedado con una doble jornada laboral y decenas de engorrosas tareas burocráticas. Basta salir a la calle para notar el efecto de esta sobrecarga: la mayoría de las mujeres de más de cuarenta años tienen un rostro amargado, no hace planes de futuro, no sale con sus amigas a un bar, ni planea una escapada de la familia y del tedio.

- Cuando una mujer decide emitir críticas al gobierno inmediatamente le recuerdan que lleva falda, la acusan de amoral, infiel a su esposo, manipulada por alguna mente masculina, “prostituta”, “gallita”, “jinetera” o cuantos insultos de corte discriminatorio puedan imaginarse.

- No puede intentarse la liberación de un grupo social en específico en una sociedad atenazada por la falta de derechos. Ser mujer en la Cuba de hoy es padecer doblemente esas ausencias.

En fin, que queremos tener clítoris y derechos, sentir placer y decir nuestras opiniones, asociarnos por nuestras faldas, pero especialmente por nuestras ideas.
Las Damas de Blanco

El 27 de marzo de 2008, Laura Pollán entregó en la sede del Consejo de Estado el primer tomo de Enterrados vivos, libro escrito por su esposo, Héctor Maseda, uno de los setenta y cinco cubanos que fueron condenados en la Primavera Negra de 2003 a penas de hasta veintiocho años de cárcel, por el ‘delito’ de informar fuera del control del Estado. Pollán era la portavoz de las Damas de Blanco.

Las Damas de Blanco protestan llevando flores y palomas en sus manos, desfilando en silencio, vestidas con el color que simboliza la paz; soportando con estoicismo la violencia del castrismo.
The Ladies in White or las Damas de Blanco is a civil society group inside Cuba that organizes peaceful Sunday marches for freedom and human rights.
Sobre las Damas de Blanco han caído vejámenes, insultos y actos de violencia, pero su respuesta ha sido el mejor ejemplo de la sociedad a la que aspiramos en Cuba. Como nos dice José de la Luz y Caballero (1800-1862): “Que otros amen la ira y la tiranía: el cubano es capaz del amor, que hace perdurable la libertad”.

Los que estudiamos en las escuelas cubanas antes de que Fidel Castro se apropiase de ellas, podemos dar fe de que se nos enseñaba que a una mujer no se le golpeaba ni con el pétalo de una rosa. Cuando el tirano Batista no respetó esa forma de ser del pueblo cubano, los medios de comunicación lo denunciaron. El periódico santiaguero Diario de Cuba publicó el 5 de enero de 1957: “Desfilaron mil damas en Santiago para demandar cese de las muertes ocurridas al margen de la justicia”.

En la prensa de la época pueden verse las fotos de las mujeres que protestaban en las calles de las principales ciudades cubanas. Un año antes de que se produjera el triunfo de la Revolución cubana, en Santiago de Cuba, la segunda ciudad cubana, un grupo de damas vestidas de negro se presentó ante el embajador norteamericano en Cuba, Earl Smith, llevando una tela con el texto: “Cesen los asesinatos de nuestros hijos”.

Las damas vestidas de negro eran familiares de miembros del Movimiento 26 de Julio (M-27-7), que habían sido asesinados por combatir a la tiranía de Batista. El M-27-7, creado y dirigido por Fidel, fue una organización terrorista, como lo demuestran las palabras del comandante Faustino Pérez, jefe nacional de Acción y Sabotaje del M-26-7: “Otro gran impacto se produjo una noche en la capital: las nueve de la noche, exactamente a una hora, cien bombas en la capital (…) aquí una vez se voló un registro de electricidad: se alquiló una casa, se hizo un túnel desde la casa hasta la calle, hasta el registro de electricidad, se coloca una bomba, y estuvo tres días sin electricidad la mayor parte de la capital”.

Aunque Batista era un criminal, no reprimió a las damas vestidas de negro que se manifestaron ante al embajador norteamericano en Cuba. Nadie las acusó de estar al servicio del imperialismo, como hacen con las Damas de Blanco los medios de comunicación pertenecientes a Fidel Castro y los estalinistas que anidan en la izquierda mundial.
Cubanas destacadas

Antes que comenzara la tiranía de los hermanos Castro, el pueblo cubano había alcanzado un nivel socioeconómico superior al existente en Portugal, España y la mayor parte de América Latina. En ello desempeñó un papel muy importante la mujer cubana. No hay un campo de la actividad humana donde no nos encontremos con al menos, una mujer cubana que se haya destacado
Dra. Martha Frayde

 jueves, 31 de enero de 1980
Martha Frayde, castrista de primera hora: 
Sigo siendo una revolucionaria


Encarcelada por el régimen cubano y actualmente exiliada en Madrid

José Miguel Ullan 31 ENE 1980

Nacida en La Habana (Cuba) en 1921, Martha Frayde fue una de las participantes más activas en el proceso revolucionario cubano. Amiga de Fidel Castro desde 1950, éste la nombra, al triunfar la revolución, directora del Hospital Nacional de La Habana y presidenta del Movimiento de la Paz. Más tarde es enviada como delegada ante la Unesco. En 1976 es detenida y condenada a veintinueve años de prisión. Finalmente, el 17 de diciembre de 1979, llegaba, en libertad, a Madrid. Ahora, después de un largo silencio meditativo, ha hecho estas declaraciones a EL PAÍS en su domicilio madrileño, las primeras que concede desde que salió de la cárcel cubana Nuevo Amanecer, en las que se reafirma como mujer revolucionaria.

Pregunta. ¿Cuándo y en qué condiciones recobró usted su libertad?Respuesta. Tras una serie de negociaciones con la comunidad cubana en el exilio, el 8 de diciembre de 1978 Fidel Castro firmaba un plan de amnistía, mediante el cual quedaba asegurada la liberación de 450 presos por mes. En realidad, ese plan no fue respetado a raja tabla; pero siempre se mantuvo la firme promesa de que las cincuenta mujeres que seguían encarceladas por razones políticas iban a obtener su libertad. Entre éstas, naturalmente, me encontraba yo. Las liberaciones empezaron el 30 de diciembre de 1978. A mí, en cambio, no me llegó la hora tan esperada hasta el último indulto, que fue el 12 de noviembre de 1979 y que pasó a ser efectivo dos días después.Salí con las últimas compañeras que quedaban. Una llevaba presa diecinueve años; las otras, quince y dieciséis. Claro está que en la cárcel los años son determinantes, pero eso no impide que también un período muy corto sea pródigo en tensiones y experiencias extremas.

P. Nada más abandonar la cárcel, ¿qué hizo usted?

R. Una vez liberada, me dieron la oportunidad de hacer todos los trámites burocráticos necesarios para arreglar mi salida de Cuba. Yo pude salir rumbo a Estados Unidos o Costa Rica, pero confieso sentirme muy española por mis raíces. Durante mi experiencia carcelarla resultó determinante cuanto le debo a España a través de mis antepasados: mi lengua, mi fe, mi cultura, mis costumbres... Eso, unido a lazos amistosos y familiares, fue lo que me impulsó a elegir España como tierra de asilo. Fui, pues, a la embajada de España en La Habana y allí se me atendió con gran amabilidad y eficacia. Esto fue un miércoles. Al lunes siguiente me llamaban para comunicarme que el Gobierno español me había concedido el visado. Entonces me presenté ante las autoridades cubanas con pasaporte, visado y pasaje. Y tengo que reconocer, como contrapunto a un calvario infrahumano, que allí me dispensaron una acogida correctísima e, incluso, se me dio la opción de que determinase, según mis deseos, la fecha de mi propia partida.

El cariño de los amigos

P. Reencontrarse libre entre los habitantes de La Habana, ¿qué efecto le causó?R. Cuando uno va a salir de la cárcel siente que a la alegría natural se adhiere un sentimiento de inquietud muy fuerte acerca de la forma en que va a ser recibido en el exterior. Al toparme de nuevo con la gente, esa inquietud se disipó enseguida. Recibí el cariño de los amigos fieles. Y tuve la gran sorpresa complementaria de que inclusive me paraban por la calle personas para mí desconocidas, que me recordaban de mis tiempos de doctora y que me demostraban su alegría y su solidaridad por mi puesta en libertad. Lo que me sorprendió fue esa naturalidad, esa falta de miedo a pesar de la represión del sistema y de todas las leyendas oficiales tejidas en torno a mí. Al mismo tiempo, había algo muy dramático -al menos, para alguien que, como yo, haya luchado siempre con el anhelo de que mi país viviese en paz, desarrollo y felicidad- cuando se me acercaba alguien y me decía: «Ojalá que yo hubiera sido preso político. Eso me permitiría ahora salir de Cuba.» Esto me pareció espantoso. Porque, si hay tanta gente que quiere abandonar su país de manera definitiva, esa es la señal más patente de que el país no marcha bien. Y hay que ver a esa multitud de cubanos que ansiosamente esperan, en los umbrales de las embajadas, el milagro dudoso de un visado. Esa visión me golpeó hondamente la conciencia.

P. La pérdida del miedo por parte de la población, ¿es un fenómeno nuevo?

R. El pueblo cubano, incluso sometido a la represión, siempre se ha caracterizado por una gran generosidad y por una clara apertura de temperamento en lo comunicativo. No obstante, es verdad que hubo presos anteriores que contaron tan sólo con el apoyo familiar. Hoy, en cambio, esa solidaridad con los presos está a la orden del día. La gente se ha vuelto insensible a la atmósfera fabricada en torno a personas oficialmente consideradas peligrosas para la nación, contrarrevolucionarias, gusanos. Nadie comulga ya con tales ruedas de molino.

Un gran esfuerzo de memoria

P. ¿Intentaron conectar con usted las autoridades cubanas?R. No puedo decir que sí de manera tajante. Pero abundaron las invitaciones de personas perfectamente identificadas con el régimen, sensibles a la hora de valorar mi estado de ánimo, cuadros intermedios que, a buen seguro, se acercaban a mí para cumplir una misión informativa. Yo sabía eso pero les respondía de manera cordial, sin odio. Sí, yo sé también que el odio ha sido algunas veces para el hombre un mecanismo defensivo, pero yo soy, en ese aspecto, una persona totalmente antirrepresiva El odio no cabe dentro de mí.

P. ¿En qué estado llegó usted España?

R. Yo ya sabía, a causa de m condición de exiliada en México por haber combatido contra e régimen de Batista, lo que significaba dejar el país y aceptar el destierro. Claro, la situación primera fue muy diferente. Una era más joven y estaba convencida de que iba, a regresar pronto a su país. Esta partida, en cambio, es más dolorosa, dado que la situación presente en Cuba permite escasas esperanzas. Por eso, al salir hice un gran esfuerzo de memoria. Para aprisionar todos los recuerdos que me podía llevar de mi país: afectivos, históricos, materiales... Así que, cuando llegué a Madrid, me encontraba bastante cansada, física y mentalmente. Llegué muy silenciosa, porque consideré que era mejor asentar un poco mi estado anímico antes de hacer estas declaraciones. En primer lugar quise cumplir con un deber moral muy grande de agradecimiento hacia un grupo de intelectuales europeos, a cuya cabeza sitúo al escritor Juan Goytisolo, viejo amigo mío, por la solidaridad que tuvieron conmigo durante estos años de prisión. No ignoro que algunas personas, entre las que puedo citar a Alejo Carpentier, solían comentar que esta solidaridad exterior era contraproducente y nos perjudicaba a los presosEso es puro fariseismo. Yo sé, por haberlo vivido desde dentro, que el eco solidario internacional pesa muchísimo en las decisiones finales de las autoridades cubanas.

P. En 1976 es usted detenida bajo la acusación de llevar a cabo actividades contrarrevolucionarias. ¿En qué consistían?

R. En criticar cuanto estimaba erróneo. Y luego, harta de predicar en el desierto, en manifestar que deseaba irme de Cuba. Durante años y años se me negó el permiso de salida. Dentro de esa situación desesperada, me uní a diferentes personas; algunas, por lo que supe más tarde, tal vez sí tenían una actividad conspirativa. Eso fue para mí una auténtica novedad. Las autoridades cubanas no lo ignoraban, pero consideraron que había llegado el momento de castigarme por todos esos años de rebeldía y me condenaron a veintinueve años de prisión. Se comprenderá que, en un país democrático, condena semejante no la merece nadie cuyo delito consista en querer abandonar ese país. Y, a mi edad, pues ni que hubiera tenido piel de paquidermo para resistir durante veintinueve años en la cárcel... Pero en Cuba se juega con los años y con la vida humana como si uno fuese un personaje bíblico.

P. ¿Cómo soportó la experiencia carcelaria?

R. Al llegar a una situación tal, considero que sólo caben dos posiciones: la del suicida -cosa heroica- y la del que sitúa su meta en salir un día. Y yo soy una mujer que creo, como Stendhal, que el que tiene imaginación no se suicida. Además, pienso que de la cárcel hay que salir como sea. Esa fue una lección que aprendí en la lucha anterior contra Batista. Así que puse a florecer mi imaginación para soportar tanto horror. Al principio, a mí me situaron en un cuarto que era de cinco por seis metros. Y allí teníamos que dormir 32 mujeres. Aquello parecía más un hospital de dementes que una cárcel.

P. ¿Le quedan grandes posos de amargura?

R. No puedo decir que no. Pero soy una mujer optimista, que desea para Cuba una pronta reconciliación nacional. Creo, no obstante, que tengo que empezar a sentirme española por los cuatro costados.

P. ¿Y dice adiós a la revolución?

R. No. Como tampoco lo han hecho Matos o FranquiYo sigo considerándome revolucionaria, tanto en el campo político como en el científico.
Palabras de la Dra. Martha Frayde
en el sexto aniversario de la Primavera Negra
En defensa de Martha Frayde
Juan Goytisolo 10 DIC 1978

"Estar preso es estar condenado al silencio forzoso, a escuchar y leer cuanto se habla y escribe sin poder opinar, a soportar los ataques de los cobardes que se aprovechan de las circunstancias para combatir a quienes no pueden defenderse y hacen planteamientos que, de no encontrarme imposibilitado materialmente, merecerían mi inmediata réplica". En un artículo reciente (EL PAÍS, 8 de diciembre de 1978) evocaba el caso indignante de la luchadora independentista puertorriqueña Lolita Lebrón, detenida desde hace veinticuatro años en una prisión federal estadounidense en flagrante violación de los derechos humanos proclamados en la Carta de las Naciones Unidasy nominalmente defendidos, de puertas afuera, por la administración de Jimmy Carter. Hoy quisiera tocar un nuevo ejemplo de injusticia igualmente clara que afecta a otra mujer de conducta revolucionaria intachable: me refiero a la doctora cubana Martha Frayde, recientemente condenada a veintinueve años de cárcel por un presunto delito de espionaje por las autoridades de su país. Martha Frayde, nacida en 1921, titular de la cátedra de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de La Habana, conocida internacionalmente en los medios profesionales por sus cursillos en diversos hospitales y facultades médicas de Canadá y Europa occidental, intervino desde muy joven en la vida política cubana, militando en la década de los cuarenta en el ala izquierda del Partido Ortodoxo, a la que pertenecía, asimismo, Fidel Castro. Al producirse el golpe militar batistiano de marzo del 52, colaboró activamente en la lucha contra el dictador. Militante anti-imperialista, miembro del Comité América Latina Libre y del Comité pro Guatemala, creado en defensa de Jacobo Arberiz, fue detenida por la policía de Batista a causa de sus contactos con la organización clandestina del Movimiento del 26 de Julio, que, paralelamente a la lucha guerrillera en Sierra Maestra, fomentaba huelgas, sabotajes y atentados en los centros urbanos. Obligada a exiliarse, sirvió de enlace, en razón de sus simpatías marxistas, entre el movimiento de Castro y el viejo Partido Socialista Popular de Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez y Aníbal Escalante. Nombrada directora del hospital Nacional de La Habana a la caída, de la dictadura, acompañó a Fidel Castro en su gira por Estados Unidos en la primavera de 1959. Vicepresidenta de la Asociación de Amistad Chino-Cubana, fue elegida presidenta del Consejo de la Paz, y a este título condecoró personalmente al Líder Máximo con la orden deLenin. Delegada de Cuba en la UNESCO con el rango de ministra. consejera, permaneció en París desde 1962 a fines de 1964. En 1965 regresó a La Habana y fue cesada en todos sus cargos oficiales, reintegrándose en el ejercicio privado de su profesión. Invitada por la facultad de Medicina de Madrid, solicitó en 1967 un permiso temporal de salida de la isla; unos días antes de la fecha fijada para el viaje recibió una llamada telefónica del comandante Abrahantes comunicándole que por orden personal de Fidel Castro, y obedeciendo a «razones de seguridad», no podía abandonar el territorio cubano. En 1970 reiteró su petición de salida de Cuba, esta vez de forma definitiva. Su demanda fue rechazada de nuevo invocando pretextos burocráticos. En junio de 1976 la policía de la seguridad cubana detuvo a Martha Fraydesu piso fue sellado, su automóvil y material médico confiscados, sus muebles y enseres destruidos. Trasladada a la cárcel de mujeres Nuevo Amanecer, en la sección de presas comunes, enfermó gravemente a causa de las condiciones reinantes y obtuvo su traslado a la cárcel Benéfica con el estatuto de presa política. En 1972 fue juzgada secretamente y condenada a veintinueve años de cárcel por un supuesto crimen de «espionaje».

Conocí personalmente a Martha Frayde en París, en 1962. Desde su puesto de delegada de Cuba en la UNESCO realizaba una magnífica labor de acercamiento entre los escritores, artistas e intelectuales franceses y la Revolución. Inteligente, apasionada, persuasiva, abierta, fue la mejor abogada de la causa de su país en las horas difíciles de la crisis de los cohetes y supo crear relaciones de amistad y confianza con quienes, como yo entonces, veíamos en una joven revolución llena de promesas el único rayo de luz para los pueblos de habla hispánica, víctimas de la opresión, violencia y rapacidad endémicas de sus propias clases dirigentes, instrumento dócil a su vez de los intereses económicos de las multinacionales y la política hegemónica del State Department.

Al igual que Carlos Franqui y numerosos intelectuales progresistas cuyo nombre callo por hallarse en la isla en condiciones precarias, Martha Fravde era plenamente consciente de que -como dice la carta de protesta contra su detención, encabezada por Jean Paul Sartre- «los peligros que amenazan a una revolución no son sólo exteriores (reacción imperialista, labor contrarrevolucionaria de la burguesía desposeída), sino igualmente internos (burocratización, totalitarismo, confiscación del protagonismo popular por un pequeño núcleo de dirigentes)». Resuelta a combatir en ambos frentes, no ocultaba sus inquietudes acerca de la paulatina sovietización de la que fue en sus orígenes una revolución profundamente popular y democrática. Recuerdo que en la víspera de uno de mis viajes a Cuba, Franqui y ella me comunicaron un hecho que me llenó de consternación: la recepcionista de la embajada de Cuba en París -una mujer delgada, cabello blanco, riguroso perfil de medalla, con quien había conversado alguna vez y que, al enterarse de mi origen barcelonés, me había hablado de Cataluña con evidente nostalgia- era nada menos que Caridad del Río, madre de Ramón Mercader, el asesino de Trotski. Caridad del Río había sido puesta allí directamente por la KGB, y tanto Franqui como Martha Frayde estaban convencidos de que el Ministerio cubano de Asuntos Exteriores ignoraba totalmente el hecho. La cuestión era grave tanto cuanto corría el riesgo de divulgarse y ser explotada por la prensa sensacionalista y reaccionaria francesa para una posible campaña contra Cuba. Dado el cargo oficial que ocupaban, cualquier intervención personal suya corría el riesgo de volverse contra ellos, y convenimos con Franqui en que el encargado de alertar al servicio diplomático cubano fuese yo. Unas semanas más tarde, en La Habana, solicité una entrevista con Raúl Roa, entonces ministro de Asuntos Exteriores y le expuse la potencial explosividad del asunto. Raúl Roa se mostró sinceramente sorprendido y dijo que se ocuparía inmediatamente de ello. Días después me crucé con Caridad del Río en el vestíbulo del hotel Habana Riviera y pasó junto a mí sin saludarme. El encargo había surtido efecto, e imagino que fue destinada por sus patrones a un puesto de menor exposición y peligrosidad pues desapareció para siempre de la embajada.

Volví a ver a Martha Frayde poco antes de su regreso a Cuba. Me pareció vivamente preocupada por las noticias de la creciente represión intelectual y la campaña desencadenada contra los homosexuales, y me manifestó su propósito de discutir de ello con el propio Fidel. Aunque ignoro si esta discusión tuvo lugar, lo cierto es que a su regreso fue «liberada» de todas sus responsabilidades oficiales. Cuando visité Cuba por última vez, en el verano de 1967, junto con los intelectuales y artistas del Salón de, Mayo, Martha Frayde se había convertido en una figura conflictiva, cuyo contacto todo el mundo evitaba para no comprometerse. En un momento en que los intelectuales se encastillaban en un silencio prudente o hablaban de la situación con murmullos, ella seguía expresando leal y abiertamente sus puntos de desacuerdo con la nueva línea de la Revolución. Un viajero que la vio después de haber sido rechazada su primera solicitud de salida de la isla me dijo que llevaba una vida retirada, totalmente entregada a su profesión médica y que «callaba como los demás». Esta fue la última noticia que tuve de ella hasta la monstruosa nueva de su detención y condena.

Los procesos por espionaje y «actividades al servicio del imperialismo» son una excrecencia fatal del mal llamado «socialismo» en el poder. Desde el fusilamiento de la vieja guardia bolchevique en los años treinta hasta la reciente condena de los militantes pro derechos humanos en la URSS, la «inteligencia con el enemigo» sigue siendo el expediente favorito del sistema para desembarazarse de quienes, por una razón u otra, disienten del pensamiento oficial. Pero los tiempos han cambiado, la opinión democrática mundial empieza a abrir los ojos y el aparato burocrático soviético-cubano se ha visto obligado a camuflar sus métodos represivos. En lugar de manifestaciones multitudinarias con antorchas para celebrar la ejecución de los «enemigos del pueblo», operan ahora en silencio, en estricta clandestinidad. La noticia del juicio y condena de Martha Frayde llegó a sus familiares y amigos con varios meses de retraso. Ni el secreto inquisitorial estaba tan bien guardado.

Como dicen los firmantes de la carta antes mencionada, «es absolutamente inconcebible que una mujer con el pasado revolucionario de Martha Frayde, tras haber manifestado honradamente su desacuerdo con el modelo soviético impuesto a la revolución cubana y solicitado oficialmente el permiso de salida, haya podido entregarse a actividades de espionaje al servicio del imperialismo». Los verdaderos espías y agentes de la CIA no exponen públicamente sus ideas ni piden el permiso de emigración: son, al revés, funcionarios de apariencia modélica, como aquel misterioso y temido señor Castro -ninguna conexión con el Líder Máximo- que, oficialmente encargado de los servicios de seguridad de la representación diplomática cubana en Francia, a fines de la pasada década, apareció un buen día en Washington, tras haber entregado a los servicios secretos estadounidenses la lista completa de los revolucionarios latinoamericanos que recibían sus propias instrucciones en los locales de la embajada. Si de espías se trata, las autoridades de La Habana harían mejor en desconfiar menos de los intelectuales y más de sus mismos agentes.

Con ocasión de la próxima visita de Fidel Castro a España, los medios de comunicación y partidos políticos de izquierda tienen el deber moral de plantearle el caso de Martha Frayde, del comandante Huber Matos, del ex embajador Gustavo Arcos, del poeta Armando Valladares y muchos otros presos políticos que combatieron en las filas de la Revolución y son hoy víctimas de su sistema carcelario.

La reciente promesa del primer ministro cubano de liberar a 3.000 presos políticos muestra que la presión internacional en favor del respeto de los derechos humanos está dando sus frutos. Dicha presión debe mantenerse hasta conseguir que las personalidades citadas obtengan el permiso de salida de la isla. El tabú político que las envuelve -tan semejante al que cuarenta años atrás envolvía a los presos políticos en la U RSS- ha de desaparecer de una vez. Que nadie nos venga ya con la monserga de la «inoportunidad» del tema o el peligro de «suministrar armas al enemigo». El derecho a la libre opinión exige un acatamiento universal, y pensar lo contrario es proceder -como los testigos silenciosos de los crímenes del estalinismo- a un lamentable y aberrante humanitarismo selectivo.

Fidel Castro, prisión de Isla de Pinos, 1955.


Por la liberación de Martha Frayde
Jean-Paul Sartre Michel Foucault, Simone de Beauvoir, Claude Roy, Philiippe Sollers, José Angel Valente, José María Casteller, Juan Goytisolo, Fernando Claudín, José Luis Aranguren, Joaquín Ruiz Jiménez, Rossana Rossanda. 8 OCT 1978
La biografía de Martha Frayde habla por sí misma. Luchadora consciente de que los peligros que amenazan a una revolución no son sólo exteriores (reacción imperialista, labor contrarrevolucionaria de la burguesía desposeída), sino igualmente internos (burocratización, totalitarismo, confiscación del protagonisnio popular por un pequeño núcleo de dirigentes), su vida muestra de modo ejemplar su valerosa decisión de combatir en ambos frentes.Es absolutamente inconcebible que una mujer con el pasado revolucionario de Martha Frayde, tras haber manifestado honradamente su desacuerdo con el modelo soviético impuesto a la revolución cubana y solicitado, oficialmente el permiso de salida de la isla, haya podido entregarse a actividades de «espionaje» al servicio del imperialismo.
Los abajo firmantes denuncian la siniestra farsa judicial de que ha sido objeto y exigen su liberación inmediata por parte de las autoridades cubanas.

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