viernes, 31 de diciembre de 2021

La web se llama Covid Visualizer



El coronavirus ha cambiado completamente nuestras vidas. Un tercio de la humanidad está confinada en sus casas, como usted y como yo si nos lee desde España, Italia, Francia, Alemania y muchos países de Latinoamérica. El resto, o una buena parte de ella, vive pendiente del avance del Covid-19, que ya ha matado a más de 20.000 personas e infectado a medio millón, según los últimos datos oficiales, que no paran de crecer.

Independientemente de cómo afecte personalmente a cada uno, la mayoría consumimos compulsivamente información acerca del avance del virus, de sus efectos en uno u otro país, las posibles curas, tratamientos y vacunas, la llegada de material sanitario a nuestros hospitales cercanos, etc. Hay algunas aplicaciones y webs que hacen más fácil estar al día, sobre todo, por lo que respecta a los datos.

La última web en aparecer en escena la han ideado dos estudiantes de la Carnegie Mellon University de Pittsburgh, en Pensilvania (Estados Unidos). Se llaman Navid Mamoon y Gabriel Rasskin y han cogido los datos de Worldometers para crear una bola del mundo interactiva por la que los usuarios se pueden mover y encontrar su país, o el que quieran, para tener datos exactos del impacto del Covid-19.

El mapa es el siguiente y se puede consultar de forma interactiva

La web se llama Covid Visualizer (su dirección es www.covidvisualizer.com) y ofrece la siguiente información de todos los países del mundo: infectados totales de coronavirus, infectados activos, muertos y recuperados. En algunos de ellos, da el detalle de los datos diarios.

¿Qué es Migración Humana?

 La migración humana es el movimiento de personas de un lugar a otro con el objetivo de establecerse de forma permanente o temporal en una nueva ubicación. El movimiento a menudo se realiza a largas distancias y de un país a otro, pero también es posible la migración interna; de hecho, esta es la forma dominante a nivel mundial.

Índice de Contenido


1 Migración – Características
2 Migración – Estadísticas
      2.1 Países con mayor cantidad de personas migrantes
3 Migración – Causas
      3.1 ¿Por qué la gente migra?
4 Migración – Factores
     4.1 Ejemplos de factores de empuje y extracción
5 Migración – Investigación

Migración – Características

Las personas pueden migrar como individuos, en unidades familiares o en grupos grandes. Una persona que se muda de su hogar a otro lugar debido a un desastre natural o disturbios civiles puede describirse como un refugiado o, especialmente dentro del mismo país, como una persona desplazada. Una persona que busca refugio de persecusiones políticas, religiosas u otras se describe generalmente como un solicitante de asilo.

Los movimientos nómadas normalmente no se consideran migraciones ya que no hay intención de establecerse en el nuevo lugar y porque el movimiento es generalmente estacional. Solo unas pocas personas nómadas han conservado esta forma de vida en los tiempos modernos. Además, el movimiento temporal de personas con fines de viaje, turismo, peregrinaciones o el viaje no se considera migración, a falta de la intención de vivir y establecerse en los lugares visitados.

Migración – Estadísticas

El Banco Mundial ha publicado su Migration and Remittances Factbook anualmente desde 2008. La Organización Internacional para las Migraciones (IOM) ha publicado un World Migration Report anual desde 1999. La División de Estadística de las Naciones Unidas también mantiene una base de datos sobre la migración mundial.

La migración puede ser dentro de un país, ya sea la migración humana estacional (principalmente relacionada con la agricultura y el turismo a los lugares urbanos) o los cambios de población a las ciudades (urbanización) o fuera de las ciudades (suburbanización). Sin embargo, los estudios de los patrones de migración en todo el mundo tienden a limitar su alcance a la migración internacional.

Casi la mitad de estos migrantes son mujeres, lo que es uno de los cambios más importantes en el patrón migratorio en el último medio siglo. El género femenino migra de forma individual o con sus familiares y la comunidad. A pesar de que la migración femenina se considera en gran medida como asociaciones en lugar de migración independiente, los estudios emergentes argumentan razones complejas y múltiples para ello.

A menudo se hace una distinción entre migración voluntaria e involuntaria, o entre refugiados que huyen de conflictos políticos o desastres naturales vs. migración económica o laboral, pero estas distinciones son difíciles de hacer y parcialmente subjetivas, ya que los motivadores para la migración a menudo están correlacionados.

Migración – Causas

La gente migra por una serie de razones. Los motivos y las causas de la migración normalmente se incluirían en estas áreas:

  • Medio ambiente: mejores condiciones climáticas, calamidades y desastres naturales son ejemplos de causas o razones ambientales.
  • Económico: mudarse para encontrar trabajo o seguir una carrera profesional en particular es un ejemplo de causa o razón económica.
  • Cultural: la libertad religiosa y la educación son un ejemplo de causa o razón cultural.
  • Político: La guerra civil o escapar de la persecución política es un ejemplo de causa o razón política.
  • Social: avanzar por una mejor calidad de vida o acercarse a un familiar o amigo es un ejemplo de causa o razón social.

¿Por qué la gente migra?

Sí, sabemos que las personas migran debido a esas 5 razones básicas. Sin embargo, a menudo no nos damos cuenta de su perspectiva al tomar la decisión de migrar:

Dadas las 5 causas o razones básicas para la migración, la gente piensa en los pros y contras, las ventajas y desventajas de mudarse o quedarse. La gente también piensa no solo en la oportunidad y las condiciones reales de esa nueva ubicación, sino también en las oportunidades cercanas que son atractivas.

También hay factores que deben tenerse en cuenta, así como los costos de viaje, el tiempo de viaje y la distancia, el modo de transporte y el terreno, y por último, pero no menos importante, las barreras culturales y los prejuicios.

Migración – Factores

En este punto, categorizamos las causas o motivos de migración anteriores en 2 factores:

  • Factores de empuje: estas son razones para abandonar un lugar, lo que se llama emigrar, debido a ciertas dificultades como escasez de alimentos, guerra, inundaciones, calamidades, etc.
  • Factores de atracción: son razones para mudarse a un lugar, que se llama inmigración, debido a una aspiración, un sueño o algo deseable como la abundancia en el suministro de alimentos, un clima mejor, más libertad, etc.
    Como puede ver, las personas son tiradas o empujadas para migrar. O bien, involuntariamente o voluntariamente migraron.

Ejemplos de factores de empuje y extracción

Los factores de empuje son las razones por las cuales las personas abandonan un área. Por lo general, son migraciones involuntarias o forzadas:

  • pérdida de cosechas
  • sequía
  • inundación
  • alto crimen
  • falta de servicios
  • falta de seguridad
  • pobreza
  • guerra

Los factores de atracción son las razones por las cuales las personas son atraídas o atraídas a un área en particular.

Por lo general, son migraciones voluntarias:

  • mejores servicios
  • buen clima
  • mayor empleo
  • menor riesgo de peligros naturales
  • tierra más fértil
  • más riqueza
  • estabilidad política
  • más seguro, menos crimen

Migración – Investigación

Varios científicos sociales han examinado la inmigración desde una perspectiva sociológica.

Han producido tres perspectivas sociológicas principales: el interaccionismo simbólico, que tiene como objetivo comprender la migración a través de interacciones cara a cara en un micro-nivel; la teoría del conflicto social examina la migración a través del prisma de la competencia por el poder y los recursos; El funcionalismo estructural, basado en las ideas de Émile Durkheim, examina el papel de la migración en el cumplimiento de ciertas funciones dentro de cada sociedad, como la disminución de la desesperanza y la falta de objetivo y la consolidación de las redes sociales.


martes, 28 de diciembre de 2021

¿Por qué creemos ser libres si no es verdad?

 "La libertad se ha usado como máscara agradable de un sistema que promueve precisamente su contrario". 

Usted tal vez despierte cada mañana creyéndose libre, o quizá ni piensa en este concepto a la altura de la justicia y la igualdad. Se despierta y sabe que, teléfono inteligente en mano, podrá expresarse libremente en una red social. Usted puede opinar y cabe la posibilidad de que alguien lo escuche. No repara en la libertad -o la da por asumida- porque "su lenguaje impregna nuestra vida".

Sostenemos, por un lado, "que el deseo de libertad no se extingue" y, por otro, que nos han robado la sensación -incluso el sentimiento- de ser libres, y de tener una Cuba Libre:.

NO TENEMOS "Ni Libre mercado, Ni libre comercio, Ni elecciones libres, Ni medios libres, Ni libre pensamiento, Ni libertad de expresión, Ni libre albedrío... 

Existen muchas libertades pero en la barahúnda de intentos por definirla, el ideal de libertad ha sido desplazado, estirado, retorcido, desgarrado, hábilmente moldeado para adecuarse a los intereses de los que tienen el poder para darle forma.

Por todo lo anterior, llaman la atención -o como se dice ahora, se hicieron virales- las imágenes que acompañan estas líneas, porque muestran personas ejerciendo su libertad en escenarios donde nadie la espera. 

Arrebatos de valentía, actos de liberación donde mi pueblo sufrido encontro una luz de esperanza para ser parte de los seres humanos libres. 

 " -hoy lo que hay que hacer es un uso virtuoso de la libertad, porque ésta ha llegado a su máximo y, sin embargo, se sigue violando". "Hay, a la vez, una legitimación de los límites y un desprestigio de los mismos"

- La historia oficial es que vivimos en sociedades libres y democráticas porque permiten que diferentes voces puedan expresarse y que cada quien elija su información. Pero no podemos contentarnos con esto porque esta afirmación es una verdad que contiene una ilusión; hablamos de una libertad formal y no sustancial. 

 El Gobierno Socialista Cubano, nos mantienen en un estado de falsa conciencia. Se nos ha vendido que vivimos en una sociedad libre pero hemos de preguntarnos constantemente cuánta libertad tenemos, cuáles son sus límites y por qué no tenemos más.

Vivimos una época en la que todo el mundo se cree libre porque así se lo han dicho los que tienen interés en que nos sometamos a la norma más conveniente, como nunca antes, de manera consciente. Somos libres como consumidores estandarizados o no, pero poco más. Como sujetos políticos, nos comportamos como en el supermercado, eligiendo entre la oferta disponible sin poder hacer nada más.

A medida que se avanza en el camino hacia a la libertad todo se complica. "¿Qué es lo que valoramos realmente? ¿Vamos a aceptar los valores heredados? Acabaríamos llevando vidas infelices porque se nos enseña que el camino a la felicidad es la riqueza y el poder. Ponemos mucho valor en esos objetivos y, a menudo, actuamos en contra de nuestros propios intereses. Lo primero que tenemos que hacer es cuestionarnos profundamente nuestras creencias y valores".

Y usted, que está leyendo, dirá: Bueno, ¿y qué más? Ahí va: Asumir que, "en cada sociedad, la gente está moldeada para satisfacer las necesidades de los que tienen el poder", y que "para crear una sociedad más libre y descentralizar ese poder hemos de ser honestos sobre nuestras limitaciones y cuestionar las fuerzas que nos han moldeado porque, si nos las creemos sin cuestionar nos convertimos en agentes de esas mismas fuerzas".




miércoles, 22 de diciembre de 2021

Guyana y el “Camino Viejo”, una travesía mortal para los expatriados

 Existen muchos casos de emigrantes de África en general, el Surinam, Angola, Camerún, Egipto, Haití o Cuba, entre muchos otros, que han utilizado como punto de salida en Sudamérica la Guyana para tratar de llegar a los Estados Unidos a través de un viaje que es llamado el “Camino Viejo”.

Este camino, denominado así por ser el más conocido, el más antiguo y el más transitado por los pueblos más humildes, debiera llamarse el “Camino de la Muerte”, pues la ruta que lleva a los Estados Unidos se cobra la vida de miles de personas y destroza la psique y el físico a otros muchos miles.

Este tortuoso camino pasa ineludiblemente por una ruta de expolio y tortura, transitando de Guyana a Brasil, luego a Perú, a Ecuador, a Colombia, a Panamá, a Costa Rica, a Nicaragua, a Honduras, a Guatemala, a México, y finalmente a la frontera con Estados Unidos.

Uno creería que el camino es elegible. La realidad no es así. Las mafias operan en una calculada ruta que va esquilmando al pobre emigrante, y que, dada la cantidad de personas que transitan, todos con las mismas características, está estructurada para ellos, y calculada para no desear jamás haber salido del país de origen, por mucho que, en éstos, Surinam, Angola, Camerún, Egipto, Haití o Cuba, las penurias sean horribles en la vida cotidiana. Aquí, en esta ruta cambiante, siempre hostil y amenazante, nunca se alcanza el máximo nivel de penurias. La siguiente meta es siempre y cada vez, más difícil, peligrosa y humillante que la anterior. Ningún viaje puede ser más terrible que el que se hace huyendo del terror, sin la familia, sólo, sin el idioma, y con un nivel descomunal de peligros y desconciertos.

No es difícil, tampoco, saber que esta estructura de terror y extorsión existe. Está, simplemente, consentida por las clases dirigentes. Aquello que hacen a estos inmigrantes, entre los que nos contamos los cubanos, es el menor de sus problemas políticos.

A. La salida de Guyana

Guyana es el punto de partida de muchos emigrantes hacia un viaje lleno de peligros. Para empezar, calcular los costes es imposible. Son ilimitados para un pobre. Siempre ha de quedarse varado. De eso trata el viaje, de extraer todo lo posible en cada momento, de cada emigrante.

Si se busca un transporte en autobús, por poner un ejemplo, y se le paga $200 por el coste del transporte, el dueño de este negocio enseguida indica que se necesitan $75 más, como coste extra, pues hay retenes, controles. En cada uno de ellos se debe pagar $25… en teoría. La forma de pagar los controles es metiendo dentro del pasaporte, para su revisión, los billetes, y así supuestamente deben dejarle a uno continuar. La realidad es bien distinta.

Cuando se entregan los $25 en el primer retén, los echan en una gaveta. Inmediatamente, ante la sorpresa del pobre emigrante, le dicen que no es suficiente. Hay que dar más, hasta 4 veces más. Si no, no se puede pasar.

El regateo, tan desagradable, no sólo se acaba comiendo los recursos ante la falta de capacidad de negociación. Con mayor o menor éxito en la negociación, los fondos vuelan para el pobre emigrante que no tiene apenas en el bolsillo nada que rascar. Los recursos enseguida se consumen. Es la primera tragedia del viaje.

Todos creen, antes de partir, que pueden partir con el dinero que tienen. La realidad es que nunca es suficiente, y siempre se consume, al poco de empezar, el total de los recursos, además de una manera cada vez más humillante y dura.

Los que pagan rápido, y así consumen gran parte de sus recursos, pasan, posiblemente se queden sin dinero en el siguiente retén, pero se trata de que los últimos entiendan que, para pasar, tendrán que rascarse el bolsillo hasta el último centavo. Se trata de quitarles todo lo posible.

Los que van quedando en la fila, que no quieren o no pueden pagar lo mismo, son arrinconados. Cuando sólo quedan éstos, comienzan las amenazas. La deportación, la agresión verbal, la humillación. Cada retén es un paso para la destrucción de la autoestima. El punto de máxima presión llega cuando enseñan las temidas esposas y amenazan con que irán detenidos a la deportación. Sacan las esposas, les dicen que vayan a buscar sus equipajes, y acto seguido le dicen al conductor que se vaya, para que te sientas presionado a pagar más dinero. En ese punto, al que los llevan de forma calculada, hay que pagar. Si no, les deportan. Fin del viaje. Y lo cumplen. Si no tienes dinero, no sirves.

Se trata de que, mientras estés en Guyana, y antes de llegar a Brasil, todo tu dinero se consuma. No es otro el juego. Como en un casino, la banca siempre gana, y trata de ganarlo todo, sin límite.

B. El paso por Brasil

Cuando se cruza la frontera de Brasil, en este país hay un trato diferenciado con las autoridades. Pero esto no quiere decir que no corras otros peligros de igual o mayor calado. Los asaltos, las estafas por parte de personas sin escrúpulos, son constantes.

Al fin se trata, una vez en Brasil, de alcanzar algún transporte en autobús que se dirija a Manaos. Desde allí, hay que coger un barco hasta Porto Velho, a ¡más de 1.200 kilómetros por vía fluvial! 6 a 7 días de travesía en barco por el río Madre de Dios, un afluente del Amazonas, pasando por Nova Olinda do Norte, Borba, Novo Aripuana, Manicoré, Tres Casas, Humaitá y finalmente Porto Velho.

De Manaos a Porto Velho

En Porto Velho, la travesía vuelve a tocar tierra. Hay que subirse de nuevo a un autobús para dirigirse a Assis Brasil, en la frontera con Perú, a 786 kilómetros y un día entero de viaje, prácticamente.

C. El paso por Perú

De nuevo el migrante tiene, otra vez, que caer en manos de las mafias, esta vez menos organizadas. Perú es un país de pobreza, pero no tiene el grado de maldad de otras zonas del hemisferio. Allí son pobres los migrantes, e igualmente lo son los “coyotes”.

Pasar la frontera de Brasil con Perú es casi surrealista. Debes montarte en una moto-taxi. La moto-taxi es una motocicleta con 3 ruedas, con la tracción trasera transmitida por una cadena a un eje artificialmente aumentado gracias a una carcasa que permite sentar a dos personas en la parte trasera.

La clave es que, dichas moto-taxis, transportan constantemente turistas de un lado a otro de la frontera sin que, por no causar un trastorno insoportable a todo el mundo, las autoridades frenen, en principio, a casi nadie.

Sin embargo, los migrantes también tendrán una sorpresa que, como en un roscón de reyes, o en una ruleta rusa, puede tocarle a cualquiera. No es lo normal, pero no es tampoco tan improbable que el coyote en cuestión no sea el apropiado, y se trate de alguien sin escrúpulos. Hay quien ha pasado la frontera inadvertido y, acto seguido, el mencionado moto-taxi entra en un callejón, normalmente carente de luz para dejar bajar a los migrantes. Si el coyote no es el adecuado, dependiendo de factores que sólo conocerá el coyote y las autoridades, la policía puede hacer acto de presencia en dicho callejón, al instante.

En ese momento, los migrantes cubanos verán como el agradable paseo en la amable moto-taxi acaba con una pistola de un policía peruano en sus sienes, con el único objetivo de arrancar todo el dinero que éstos puedan llevar encima. Las opciones son pocas. Si se detecta a tiempo, huir por la selva puede suponer peligros aún mayores. Se trata, por tanto, de tener suerte, u ojo, al elegir al coyote, así como que toque o no toque ese momento y para esas personas. El Camino Viejo, sin dinero, es una constante ruleta donde siempre, en todo momento, lo peor puede ocurrir. Y así ocurre para muchos miles.

Es casi imposible librarse de una u otra desgracia hasta llegado este momento. Todos los cubanos que han llegado hasta ahí han vivido ya momentos de temer por su vida, perder el dinero y parar a trabajar en cualquier pueblo inmundo, alargando la travesía meses, y todo tipo de calamidades.

Otras veces, el coyote vendrá al callejón, al rato, con un automóvil más moderno, los migrantes cubanos se montarán en él y les dirá que, desde ese punto hasta Puerto Maldonado, la siguiente escala del viaje, deberán encontrar cuatro retenes y cinco patrullas móviles. Los cuatro retenes entran dentro de la negociación con el coyote y forman parte del trato original negociado en Brasil.

Las patrullas móviles, una incógnita, siempre aparecen y siempre vuelven a poner el corazón en un puño. En cualquiera de ellas, las “autoridades” pueden y tienen la potestad de multar al incauto migrante cubano, que deberá pagar entonces 150 dólares de multa y ser, además, deportado de nuevo a Brasil. Sin embargo, el pago de 100 dólares en los bolsillos de las “autoridades” en muchos casos podrá arreglar la situación. En otros, simplemente no. Y vuelta a empezar, sin dinero y sin nada a lo que agarrarse. Meses de retraso, de nuevo, esperando un dinero de fuera o trabajando para hacer acopio de la cantidad para volver de nuevo a intentarlo.

Si no se dispone de los 100 dólares, las “autoridades” no dudarán en registrar a los migrantes y dejarlos sin nada, absolutamente a cero, de nuevo, pero al menos en Perú. Incluso los enseres personales sirven para pagar la deuda. Si ésta no se salda, las “autoridades” de Puerto Maldonado, ya en una comisaría, harán de nuevo lo mismo y tratarán de sacar todo aquello de valor que les quede, mediante un serio interrogatorio que haría pensar que el objetivo es atenerse a la Ley, pero no es así. El objetivo del interrogatorio no es otro que deducir si hay algún dinero o valor escondido que obtener del migrante cubano. De nuevo todo vuelve a los 150 dólares de la multa, o 100 para suministrar los ingresos que las “autoridades” requieren para “resolver” su vida económica. 100 dólares es el coste del salvoconducto que les darán las autoridades para proseguir el camino, 5 meses del salario de un cubano medio.

Tras pagar los 100 dólares, todos los migrantes acaban sabiendo que dicho “salvoconducto” no es un documento legal alguno, sino una estafa más del camino, por lo que se acaba con 100 dólares menos y en la misma precariedad legal que se estaba, expuesto a nuevos pagos de falsos salvoconductos y extorsiones varias.

Si todo ha ido “bien” hasta el momento, estafados y sin apenas dinero, hay que tomar un autobús hasta el Cuzco, casi 500 kilómetros y medio día completo de viaje, donde las penurias, el mal estado de salud debido a la precariedad, los cambios de agua y la escasa alimentación, necesaria para ahorrar todo el dinero posible, hará que lleguen en las perfectas condiciones para sufrir el “mal de altura” y decaer físicamente a un grado extremo.

Conviene, por tanto, seguir en autobús hasta Lima, a 1100 kilómetros y dos días de viaje.

Un nuevo autobús al norte los llevará, pasando por Piura, hasta la frontera con Ecuador, pasando por Suyo y en el camino a Macará otros 1.400 kilómetros de viaje y más de dos días de travesía. Antes de Macará, habremos de pasar la frontera.

D. El paso por Ecuador

Suma y sigue. Sin embargo, al menos este trayecto es el transitado por la población, el idioma es el español, y el cubano creerá haber dejado atrás estafas, persecuciones y penurias máximas. No es así. Lo que queda es muchísimo peor.

En la frontera con Ecuador, taxi amarillo los llevará al otro lado de la frontera.

Al llegar a dicha frontera, de nuevo, abundan los maleantes y estafadores, como parece que pasa en todos los tránsitos comunes de frontera. El emigrante es, en dichos pasos, la fuente de ingresos favorita para muchos desalmados. En dicho lugar la estafa está asegurada. No se conoce al cubano que no haya sido de nuevo estafado por estos taxis amarillos que, gracias a acuerdos con la policía, traen a los migrantes cubanos para que ésta les exija todo el dinero posible a cambio de hacer la vista “gorda”.

La solución a la ecuación es sólo una: dejarse robar y continuar el camino.

¿Cuánto dinero hemos gastado ya en este viaje? Miles. Es mejor que tengamos una importante fuente de financiación, o varias que, desde fuera y solidariamente, ayuden a costear un trayecto que es “millonario” para un cubano que además proviene de la Guyana. Así, el cubano se pasa todo el viaje llamando a quienes podrían dotarle de dinero. Mendigando, porque ha entrado en un trayecto imposible, fuera de su alcance, mientras su vida además ha corrido peligro en varias ocasiones, y aún va a correrlo mucho más a partir de ahora.

Tras ser robado como bienvenida al Ecuador por el taxi amarillo, se debe proseguir viaje por Macará, Cuenca, Ambato, Quito, Ibarra y Tulcán, hasta la frontera con Colombia. Otros 1.000 kilómetros y varios días de viaje por carretera. Suma y sigue.

D. El paso por Colombia

De nuevo el punto fronterizo vuelve a ser el punto de estafa para los migrantes cubanos. De nuevo la policía, el teatro de los coyotes y, al final, las llamadas al extranjero. Mientras, se duerme en la calle, como tantas y tantas veces en el trayecto, esperando que llegue la transacción. El celular es la vía de ingreso del cubano. Si no, pasarán meses hasta tener el dinero para volver a proseguir camino.

Una vez extorsionado y de nuevo en un autobús, se llega a Pasto, en Colombia. Un “salvoconducto”, esta vez real, cuesta muchos días de espera, o 20 dólares y recibirlo al instante, para poder continuar camino en autobús a Medellín. 800 kilómetros y dos días de trayecto en autobús separan Pasto de Medellín.

En Medellín, la siguiente etapa es Necoclí, a 380 kilómetros y 11 horas de autobús. Allí, una lancha lleva hasta Capurganá. Las lanchas no salen en cualquier momento, y hay que reservar la plaza en ellas. Los migrantes pueden tener que esperar días, hasta 10, esperando su oportunidad para tomar una.

El viaje se convierte en una vida de ingresos completa para el cubano. ¿Cómo es posible que se puedan plantear una ruta semejante?

Disidentes, defensores de los derechos humanos, se dan cita allí. Se encuentran, se conocen, se saludan, y todos ellos se dan pena. Han dormido en la calle, se piden dinero los unos a los otros, el celular, internet para llamar.

Un turista paga por ese trayecto en lancha 25 dólares. Por una extraña razón que hace que el ser humano quiera robar donde más miseria hay, hace que, al disidente, al migrante cubano, le cobren casi 50 dólares. Otro Potosí, casi 3 meses de ingresos en Cuba.

E. El paso a Panamá

En ese momento no existe otra ruta posible que entrar a la selva del Darién, pasando montaña tras montaña. La loma de la muerte, la loma de la miel…

Aquellos que tienen dinero pueden pagar a un coyote que los llevará por el Camino Nuevo. A estas alturas es impensable tener el dinero, y más con el aislamiento que tiene el cubano emigrante, como para poder acometer ese camino.

El Camino Viejo es la opción para los cubanos disidentes expatriados. Es mucho más largo y más peligroso que el anterior.

La peligrosa selva del Darién es famosa por las muertes, crímenes y desapariciones que han tenido lugar allí, sin que se haya sabido más de las personas que un día entraron en ella. Las bandas armadas de indígenas tienen, esta vez, un negocio más radical que los estafadores en frontera. Muchos se encuentran con ellas, y a todos les roban todas las pertenencias, a las mujeres las violan delante de los maridos. También es habitual que violen a los menores. Un cubano disidente expatriado no sólo vio como violaban a su mujer. Cuando quiso enfrentarse a los indígenas, también fue violado él mismo. Por respeto a la familia, a esta información no tiene sentido alguno que se relacione con un nombre propio. Pero sí es importante que la disidencia, en la isla, conozca que estos hechos son reales. Y que son lo habitual allí, no hablamos de excepcionalidades.

El camino a los Estados Unidos desde la Guyana, para un cubano, es en este momento, en la selva del Darién, según dicen algunos, peor que la cárcel en Cuba. Son muchos los que hubieran preferido en efecto ir a la cárcel por años y que el régimen cumpliera sus amenazas, a lo que pasaron por esta selva.

Es necesario, por tanto, y éste es uno de los objetivos de esta narración, que los activistas de derechos humanos en la isla conozcan que el destierro, si es el de la Guyana, o Trinidad y Tobago, cuando se conoce, para muchos una opción. No se trata de que es peligroso. Toda esta tribulación es la experiencia más desagradable que la mayoría de los activistas entrevistados que han pasado por allí han vivido en toda su vida, tras haberla pasado recibiendo palizas y detenciones por parte del gobierno de Cuba.

Otra causa de muerte habitual es producto de la picadura de la serpiente x, o mapaná. La mapaná (Bothrops atrox) es una de las serpientes más letales que existen. Esta serpiente es muy temida por su veneno, que es particularmente letal y de acción rápida. La picadura media tiene de 2 a 3 veces la cantidad de toxina letal a la que es tolerante el ser humano. Sin atención médica especializada, la muerte es producida en pocas horas.

la Selva del Darién, de Colombia a Panamá

La muerte más cruel la produce el hambre el cansancio tras ser asaltado y perderlo todo a manos de las bandas armadas de indígenas. Las largas caminatas por lugares extremos, barrancos y precipicios varios, todos ellos letales en caso del más mínimo despiste, exigen un gasto energético por el que el robo de las pertenencias puede ser letal.

Las trombas de agua en barrancos aparentemente secos que se convierten, sin previo aviso, en torrentes caudalosos y rabiosos, han quitado la muerte a decenas de personas de una sola vez. Hace apenas unos días 12 cubanos expatriados perdieron la vida de esta manera. 

La madre de Bárbara Enríquez, una señora mayor de edad de una familia hostigada que fue instigada y amenazada por el gobierno de Cuba, y acabó expatriándose, hace no mucho también fue arrastrada por una repentina creciente del río. Jamás recuperaron el cadáver. 

Una vez se llega a Bajo Chiquito, pasada la selva, es posible escuchar sin parar las historias más tristes que alguien pueda imaginar. La selva, literalmente como si estuviera protegiéndose del ser humano, que parece que todo lo destruye excepto aquello que se defiende de esa manera, es la fuente de cientos de desgracias familiares en dicho pueblo.

Es fácil ver a padres asolados porque en el trayecto han perdido a su mujer, que ha dejado huérfanos a sus hijos. Un grupo de disidentes cubanos que recientemente atravesó la selva, con iguales peligros que los mencionados, conoció a unas mujeres que pagaron 500 dólares para realizar una expedición en busca de una hermana que, al parecer, se encontraba con una gran inflamación en un pie, algo aparentemente simple pero que le impedía la marcha. Los expedicionarios trajeron a una mujer en mal estado, pero no era su hermana siquiera. Más tarde, en una segunda expedición, la encontraron muerta.

Bajo Chiquito es un pueblo insalubre, donde literalmente resguardarse en el porche de una casa de la lluvia y el fango, cuesta 3 dólares, ni siquiera en su interior. No existe alcantarillado y la falta de higiene provoca procesos infecciosos no desdeñables y peligrosos, con los que muchos ya han perdido la salud.

En estos pueblos indígenas dominados por las fuerzas militares de Panamá existen muy precarias condiciones de asistencia médica, en la misma posta militar. Donde debería estar el puesto médico, un gran cartel bien visible dice claramente: “No hay medicamentos, por favor no moleste”.

Cuando uno cree que ha llegado a un “puerto seguro”, comienza otra guerra contra los inmigrantes, las enfermedades, las estafas…

El paso al pueblo de Peñita se realiza en lancha. Ésta cuesta 25 dólares por persona, pero las colas son interminables, y la estancia en Bajo Chiquito no es un buen trago para quien, además, apenas tiene 100 dólares en el bolsillo. La forma de que te echen “una mano” es suministrarles 50 dólares a los propios militares.

Una vez se llega a Peñita, a base de disgustos, los emigrantes van olvidando a quién le dio la mano, agua y ayuda en la selva, o de quién la recibió. Es una jauría de inmigrantes pasándose unos por encima de los otros, toda una batalla de privilegios y discriminaciones en función del dinero que cada cual tenga para sobornar o alterar el orden de llegada y natural de las cosas.

Los servicios se cobran con intereses del 15% ó 20%. Recibir el dinero de tus familiares cuesta ese margen por el hecho de usar una persona nativa que pueda recibirlo. Los migrantes cubanos muchas veces acaban bebiendo agua en el río, algo que les pone en riesgos graves para su salud, por lo turbio de las aguas.

Evidentemente hay que salir de allí cuanto antes. Las penurias no sólo han acabado, continúan con igual intensidad o superior que en muchos trayectos del viaje. Dada la escasez de dinero, la alimentación es una al día, y todo cuesta lo que el cubano no puede pagar. El agua potable que organismos como las Naciones Unidas donan para colaborar con esos pueblos se venden a precio de oro. Y, así, ese pequeño infierno de aprovechamientos que se dan en las fronteras de cada país, en esta parte del trayecto son exacerbadas.

En peñita a las 8:30 o 9:00 de la noche suena un silbato como si fuera un toque de queda. Es la señal para que los “inmigrantes” se dirijan a su “casuchas” a dormir. El régimen es militar, y hasta en eso se padece.

En esos momentos, un alto porcentaje de los que allí se encuentran han perdido a familiares, han enfermado, les han robado, y están en paupérrimas condiciones, como resultado de la selva del Darién.

Unos cubanos aún recuerdan cuando el Presidente de Panamá visitó Peñita. Como si un decorado de Hollywood fuera, aparecieron medicinas, médicos, se pusieron unas carpas, y todo se acondicionó. Cuando éste se fue, todo se desmanteló con la misma o mayor rapidez con la que fue montado.

En Peñita, si los familiares le envían dinero a uno, es posible volver a comprar el celular a quien te lo robó, un indígena, o a un intermediario. Tu mismo celular, con tus contactos y todo como estaba. Y los militares fomentan este comercio ilegal.

Todo en Peñita y la selva del Darién es un contubernio, aún más sórdido que los controles de salida de Guyana, o los pasos de frontera. Donde más vulnerables están los migrantes, es donde las mafias más explotan la situación, provocando muerte, desolación y tristeza. El migrante no sólo tiene que sufrir la selva. Además, debe soportar al ser humano que sin piedad se aprovecha de esa situación extrema. Todo se entiende al llegar a Peñita. Todo es un montaje, una extorsión, un aprovechamiento. No se puede decir gubernamental. Más se puede decir que allí no llega gobierno ni control alguno, porque los inmigrantes no votan en Panamá, el foco por supuesto no está en su bienestar, en su protección. Y las mafias, incluida la militar corrupta, aprovechan esta situación.

En Peñita también hay una guagua. Ésta lleva al último retén militar, el de Chiriquí. Supuestamente cuesta 40 dólares. Pero otra vez para no vivir una eternidad de espera, los que pagan un extra a los militares son remunerados con un importante adelanto en la posición de espera. Los cubanos no son el pueblo menos culto de cuántas gentes por allí pasan. Más bien se podría decir que, al contrario. Sin embargo, todas esas otras personas vienen, usualmente donde el salario mensual mínimo no es de 9 dólares al mes. Cualquier inmigrante tiene más dinero que ellos. Por eso el cubano, que no puede pagar a los militares, se monta en la guagua, pagando el precio nominal y por solidaridad de alguien de fuera en el exilio, o incluso de la isla, pasados los días que a los militares les viene en gana.

E. Ya la ruta sigue, y con ella el olvido del mundo

Este viaje infernal, el Camino de la Muerte, es la expatriación a la que están obligando a cientos de cubanos disidentes, activistas de derechos humanos, periodistas independientes, religiosos, críticos, artistas contestatarios. De todos ellos tenemos representación testimonial directa en la denuncia ante las Naciones Unidas que hemos presentado.

La siguiente fase del camino los llevará a Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México… Dicha parte de la ruta no tiene menores dificultades que las anteriores. Se duerme en la calle, se come una vez al día, cuando se come, se pasan calamidades, y se llama por teléfono a diario para pedir ayuda para proseguir el viaje y no quedar varado como pasa durante semanas y meses.

Un infierno que no acaba. Al final, el objetivo es llegar a la frontera con los Estados Unidos, donde nadie por defecto les dará crédito como defensores de los derechos humanos y perseguidos, salvo que muchas personas se movilicen para ello con gran intensidad.

Y llega otra parte muy triste para este ser humano. El activista de derechos humanos que, por las circunstancias que hemos visto, se ve obligado a emigrar, no es ya mirado de la misma manera por organismos y organizaciones diversas… Sufre, si no un ostracismo total, al menos sí uno parcial que le coarta mucho las capacidades de poder obtener solidaridad. Se convierte en un mendigo sin carta de recomendación, sin historia, más que la que él o ella recuerden…

La situación no puede ser peor y más indignante. Dejó 4, 8, 10 ó 20 años de su proyecto vital por dar la vida y luchar por los derechos de los demás ciudadanos de su país, y ahora, teniendo el mismo derecho que todos los que salieron antes que él a decir “basta, quiero vivir, no puedo ver a mi familia morir”, resulta en cierto modo discriminado y tiene aún menos acceso a la ayuda y solidaridad, además de una situación tan precaria que apenas le permite contactar con quien pudiera dársela.

F. Requieren el máximo apoyo

No es posible describir la injusticia humana y la incomprensión que abunda. Aun así, las conversaciones que hemos tenido con todos los declarantes de esta denuncia nos han emocionado hasta el llanto una y otra vez a quienes hemos tomado los testimonios. No hay odio, no hay reproche. Sólo hay lo que siempre hubo en ellos, deseo de luchar, seguir luchando, esta vez por su vida, por tener una vida mejor, y siempre un espacio para pensar por los demás, por su pueblo y por sus hermanos de lucha en la isla.

Cierto es que el régimen de los Castro les arrebata todo en esta vida, pero no les consigue introducir ni la maldad ni el odio en sus corazones. Estos no son los ciudadanos que salieron con odio, dolor, y jamás lo perdieron en el exilio. Son mártires, acostumbrados a una vida de mártir, e incluso en su supuesta deshonra, claudicar en la lucha por los derechos humanos, mantienen la misma calidad humana que les hizo ejemplo en Cuba frente a una horrible y perversa violación sistemática de los más básicos derechos humanos desde el omnímodo poder político. Si el régimen les quiere desactivar no sólo al impedirles estar en la isla, sino al sacarlos como los sacan, amenazando además a su conciencia con la “posesión” de sus familias como rehenes en Cuba, estos seres humanos ejemplares necesitan, ahora, de un apoyo para su activación, porque su calidad humana sigue ahí, intacta en la gran mayoría de los casos, y su aportación es valiosísima para comprender cómo podemos combatir la barbarie que sucedía contra ellos en Cuba y sigue sucediendo contra sus compañeros, y la deuda con ellos deben permitirnos darles, al menos a ellos, algo de justicia social.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Covid-19: los Derechos Humanos quedaron torcidos


Con poco más de 70 años de vigencia de la declaración universal de los derechos humanos, adoptada el 10 de diciembre de 1948, la crisis mundial del 2020 puso en primer plano que los derechos humanos en la teoría son fabulosos pero en la realidad están bastante torcidos.
La pandemia Covid-19, como cualquier crisis a gran escala, puso en jaque el acceso básico de las personas a los instrumentos establecidos en los países sobre la protección de los derechos humanos, haciendo crujir -a nivel global-las estructuras de las agencias como OEA, ONU y sus correlatos subregionales Mercosur, SICA, Región Andina, etc..

Las instituciones prestadoras de servicios y los ríos de tinta escritos que garantizan acuerdos y declaraciones de alcance internacional sobre cómo respetar la vida, se vieron cuestionados, no sólo desde la obviedad que implica para el derecho a la vida la aparición repentina de un virus que puso sobre la mesa lo endeble de nuestro sistema sanitario sino también, en forma quizás más indirecta pero igual de grave, la comprobación de la fragilidad en la protección de otros derechos.

La declaración universal de los derechos humanos, adoptada el 10 de diciembre de 1948, es un documento proclamado en el marco de las Naciones Unidas.

Este documento enumera 30 artículos que describen los derechos fundamentales que los Estados se comprometen a preservar para todos los humanos, más allá de su lugar de origen o residencia.

Con poco más de 70 años de vigencia, aún teniendo en cuenta que cualquier persona que comulgue con valores mínimos de respeto a la humanidad comprende la obviedad de lo que el tratado detalla, la crisis mundial del 2020 puso en primer plano algo que en realidad es bastante obvio: los derechos humanos en la teoría son fabulosos pero en la realidad estos derechos están bastante torcidos.

El acceso a la salud, al trabajo, a la seguridad personal, a la información, a la educación y la libre circulación se vieron bastante golpeados a nivel mundial. Si bien pre-pandemia más de la mitad de la población mundial podía alegar que no le eran respetados el 100% de los 30 derechos, el Covid-19 se metió -sin mucho esfuerzo- incluso con ese porcentaje que podía considerarse “privilegiado”.

Indistintamente del país de origen, raza, clase socio-económica, opción sexual, nivel de estudios o estado de salud, un virus apareció para desenmascarar una verdad dolorosa pero indiscutible: la humanidad no pasó su verificación técnica de derechos humanos. Por el contrario, en algunos casos, hemos sido tristes pioneros del encierro a remeros, runners, ciclistas y hasta ciudades enteras sometidas al arbitrio de las decisiones gubernamentales, como vimos y sufrimos.

La paises pueden enumerar sus errores, transformados en horrores por el inverosímil manejo arbitrario de la estrategia gubernamental, que agravaron la crisis sanitaria; el aumento descomunal de desempleo; la poca espalda financiera para atender la necesidad de asistencia básica; la miseria de los sueldos para el personal de salud y la sobre-exigencia no valorada; el incomprensible ataque al derecho a aprender cerrando escuelas, el peligrosísimo estímulo subliminal a violar las normas y el preocupante derivado de no respeto a las instituciones gubernamentales; el favoritismo para el acceso a las vacunas; la falta de información real sobre riesgos biológicos; la desinformación absoluta sobre los efectos secundarios de las vacunas disponibles; el monopolio estatal sobre el acceso a las vacunas; la falta de estudios sobre la inmunidad; la incapacidad de cubrir el acceso a tecnología y, por ende, a educación a gran parte de la población; la imposición indirectamente obligada a la vacunación, producto de la estrategia de encierro sin participación ciudadana, para generar principios de responsabilidad que no pongan en tela de juicio la estrategia de vacunación, estas políticas erráticas internacionales, han puesto en debate derechos humanos que suponemos consolidados, abriendo dudas sobre estrategias sanitarias cuestionadas que dificultan saber hacia dónde ir con las vacunas covid, discutiendo libertades individuales versus responsabilidades colectivas, pasando a segundo plano un importante éxito, que ya no discute el calendario obligatorio de vacunas que han mostrado su éxito, por ejemplo, en la erradicación de enfermedades como al poliomielitis.

Todo queda inestable cuando los gobiernos dudan o mienten.

La primera víctima de violación en el resguardo de derechos, son los derechos humanos. Lo vemos en la obstaculización de la libre circulación a más de un año de la declaración de emergencia, o la inexplicable muestra de insensatez que vimos días pasados. Estos pocos ejemplos son solo algunos de los detonantes de la destrucción silenciosa, a modo de implosión, de los derechos humanos en los países.

Pero el esfuerzo de resistencia en busca de la libertad, también ha mostrado ejemplos valerosos en todo el mundo y también en estas tierras.

Hay una premisa que aprendí de Nelson Mandela, a quien considero el más grande líder que ha dado Sudáfrica y que comparto aquí para que nos sirva de guía: Deja que la libertad reine…

Allí está el sendero que podemos compartir, hoy y siempre.

Día Internacional de los Derechos Humanos: los dolores que quedan, las libertades que faltan

A 73 años de aprobaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los desafíos son aún mayores. Las vulneraciones a los derechos humanos se multiplican, y hacen indispensable pensar nuevas capacidades estatales.
El 10 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos. Hace 73 años se aprobaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como prenda de consenso internacional respecto a lo imperioso de dejar atrás la experiencia del Holocausto.

Han pasado más de 7 décadas, y los desafíos son aún mayores. Las sociedades se han complejizado y la desigualdad se ha propagado con extrema violencia. Asistimos a un planeta profundamente desequilibrado, en el que un puñado de varones y mujeres acumulan mucho, y las grandes mayorías ven la obscenidad con la ñata pegada al vidrio.

Un sistema global de destrucción compulsiva del ambiente, con imágenes que permiten hablar de ecocidios planificados. Una lógica de alteración de biomas que pone en tensión la subsistencia de la especie. A ello se añaden las dinámicas de conflictos armados que aún asedian a poblaciones enteras.

Como consecuencia de ello irrumpieron las migraciones compulsivas. Personas que tiran la moneda al aire y se echan en un bote al mar, o atraviesan desiertos mientras intentan eludir las razias dirigidas a deportarlas. Personas con niños a sus espaldas, que pretenden dejar la miseria atrás. Que buscan una pizca de buena suerte en el horizonte.

A este marco, se añade un sistema financiero internacional completamente desregulado, y organismos multilaterales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional, que pretenden condicionar los procesos de desarrollo locales y regionales, a partir de la imposición de programas ortodoxos cuyo naufragio se puede constatar revisando la historia reciente.

Por último, cada uno de las afrentas a la dignidad se tornan todavía más profundas si atendemos a dimensiones interseccionales. Sexo/genéricas, de raza, etnia, religión, origen nacional, posición económica, entre otras. Prácticas y discursos patriarcales, diatribas xenófobas, son parte de nuestra cotidianidad. Frente a ello… ¿Qué queda?

En principio, aunque parezca mínimo, no anestesiarnos. No generar anticuerpos. Indignarnos con cada imagen que reproduzca dolor o sufrimiento. Identificarnos con las personas cuyos derechos están siendo vulnerados. Entender que, al decir de Eleanor Roosevelt en 1948, los derechos humanos hacen sentido en el mundo de cada persona, en el barrio, el trabajo, la universidad u oficina. Es en esos lugares en los que cada subjetividad aspira a que se reconozca igual justicia, igual oportunidad, igual dignidad, sin discriminación alguna.

Exigir al Estado y del Estado el pleno reconocimiento y plena vigencia de los derechos humanos. Requerir leyes, programas, presupuestos con perspectiva de derechos. Bregar por un Poder Judicial que comprenda los paradigmas y estándares en materia de promoción y protección de los derechos humanos, que abandone su posición de ámbito contra-mayoritario para comprender que, en cada decisión, en cada sentencia hay cientos de miles de personas que aguardan justicia e igualdad.

Caminar por la distribución del ingreso. Por la justicia social, la justicia ecológica y la justicia antipatriarcal. Levantar las banderas de la paz, y denunciar los enclaves coloniales que hoy subsisten, en pleno siglo XXI, y que constituyen una afrenta al derecho humano al desarrollo de los pueblos.

De eso se trata. Por eso caminamos. Por Eso conmemoramos. Porque falta mucho, muchísimo por hacer para, como establece el preámbulo de la Declaración Universal, construir un mundo libre del temor y la miseria.