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domingo, 28 de noviembre de 2021

“¡Dios mio!”: Epidemiólogo asegura que la nueva variante Omicron (B.1.1.529) es 500% más infecciosa que Delta. SARS-CoV-2 Variant

 

Se trata del doctor Eric Feigl-Ding, miembro de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, su sigla en inglés), quien señaló en una serie de tuits la posible ventaja competitiva de la nueva variante sobre las más antiguas. “Dios mío, la nueva variante # B11259 [B.1.1.529], que posiblemente sea un 500% más infecciosa desde el punto de vista competitivo, es la estadística más asombrosa hasta ahora”, tuiteó Feigl-Ding.


De acuerdo a los científicos, la nueva variante Omicron tiene 32 mutaciones en su proteína de pico y se teme que pueda eludir las vacunas y la inmunidad obtenida por haber sido infectado antes. La variante fue detectada por primera vez en el sur de África, y desde el primer caso, se han reportado casos en Bélgica, Sudáfrica, Hong Kong e Israel. La variante ha sido descrita como “la peor que hemos visto hasta ahora” y los científicos están preocupados por su propagación.

El Dr. Tom Peacock, virólogo del Imperial College de Londres, publicó detalles de la nueva variante en un sitio web para compartir el genoma, y señaló que “la cantidad increíblemente alta de mutaciones de picos sugiere que esto podría ser una preocupación real”.

Ahora, sumándose a esta preocupación, un epidemiólogo y miembro principal de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, su sigla en inglés), señaló que la nueva variante Omicron puede ser alrededor de un 500 por ciento más infecciosa que la variante Delta.

Se trata del Dr. Eric Feigl-Ding, quien posteó una serie de tweets el viernes indicando la posible ventaja competitiva de la nueva variante sobre las más antiguas.

“Dios mío, la nueva variante # B11259 [B.1.1.529], que posiblemente sea un 500% más infecciosa desde el punto de vista competitivo, es la estadística más asombrosa hasta ahora”, tuiteó Feigl-Ding, con una imagen de un gráfico que pretende mostrar las ventajas competitivas de las diferentes cepas.


De acuerdo al científico, la nueva variante tiene más del doble de “mutaciones de picos malos” en comparación con la variante Delta altamente transmisible.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyos expertos se reunieron este viernes, la rebautizó Omicron y anunció que harán falta “varias semanas” para entender mejor el “impacto” de esta variante y determinar su virulencia.

Pese a ello, la catalogó como una “variante de preocupación”, el escalafón más alto entre las mutaciones de un virus y la quinta en recibir esta designación.

“Ese pico en # B11259 que desplazó a Delta ahora ha causado ondas de choque en todo el mundo. Es realmente malo. No solo eso, sino que la variante # C12 anterior también parece estar creciendo lentamente y desplazando a Delta también en Sudáfrica”, agregó.


El científico también comentó sobre el sitio de división de la furina en la proteína del virus, una parte clave del coronavirus que ayuda a determinar su transmisibilidad.

“En particular, es la primera vez que una variante tiene * 2 * mutaciones en el sitio de escisión de la furina. La variante contiene no una, sino dos mutaciones en el sitio de escisión de la furina, P681H y N679K, esta es la primera vez que @PeacockFlu [virólogo imperial Tom Peacock] ve 2 de estas mutaciones en una sola variante. El sitio Furin significa problemas“, dijo Feigl-Ding.


sábado, 6 de marzo de 2021

En el debate sobre los Derechos Humanos


El pasado mes de febrero, se realizo una videoconferencia de ONG y Asociasiones independientes y tuvo como objetivo iluminar desde nuestras funsiones el ámbito de los derechos humanos, logrando el conocimiento del fundamento de los mismos y el intercambio de experiencias internacionales para propiciar su eficiencia.

¿Podemos considerar que el ser humano es más digno que una lechuga? Esta pregunta, que puede parecer inútil, ha ocasionado acalorados debates,

 Y no es que nos guste discutir  (quizá sí, pero no es la única razón); contestar “sí, claro” es fácil, fundamentar la respuesta en argumentos objetivos, racionales, sin consideraciones emotivas o a priori, no lo es tanto. Detrás de esta inocente pregunta se encuentra una cuestión más importante: qué es la dignidad, quién tiene derechos, qué son los derechos humanos. Hay multitud de respuestas de las cuales se acarrean consecuencias de gran magnitud.

El 10 de diciembre de 1948, en la Asamblea General de las Naciones Unidas se aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Han pasado más de sesenta años y el tema no pierde actualidad. Políticos, abogados, periodistas, mujeres, profesores, ciudadanos, incluso hoy jóvenes y niños abogan por los derechos humanos. 

“Ninguna de las diversas generaciones de derechos ha caído del cielo, sino que todas han sido conquistadas por otras tantas generaciones de movimientos de lucha y de revuelta: primero liberales, luego socialistas, feministas, ecologistas y pacifistas” 

 Sin embargo parece existir un triángulo de las Bermudas entre el discurso y la experiencia cotidiana. Se han multiplicado los organismos nacionales e internacionales que buscan la protección y promoción de los derechos humanos, pero la realidad desborda el trabajo de tantas personas. Existe el derecho a la existencia y a un decoroso nivel de vida, el derecho a la buena fama, a la verdad y a la cultura, el derecho al trabajo, a la libertad de conciencia, y muchos más que parecen no reflejarse, no reconocerse en la vida de millones de seres humanos que todavía hoy padecen hambruna, analfabetismo, enfermedad, opresión y tantas cadenas más o menos sutiles que esclavizan al hombre actual.

El problema no se limita a la eficacia, a los medios para lograr avanzar en el reconocimiento práctico de los derechos humanos. El debate es todavía más profundo, es el debate sobre el origen de los mismos. ¿Cuál es el fundamento de los derechos humanos? Existe gran variedad de teorías, y no da lo mismo una que otra. Unos se niegan siquiera a plantearse el problema, creen que es inoperante e inalcanzable, en todo caso, una pérdida de tiempo. 

Unos apuestan por el consenso suficiente, para ellos basta el voluntarismo jurídico. Otros más descubren un auténtico derecho en toda pretensión de la libertad humana, sobre todo si es el débil que busca rebelarse contra una forma de opresión o discriminación. 

También están aquellos que encuentran en la naturaleza humana el principio de todo derecho universal natural o humano.

 ¿Por qué elegir una teoría y no otra? ¿Por qué aceptamos unos derechos, y otros no? ¿Cuáles deben ser garantizados como fundamentales?

Cada postura tiene repercusiones prácticas. ¿Cómo combinar el derecho a la información con el derecho a la privacidad? ¿Cómo se relacionan el derecho a libertad de expresión con el derecho a la verdad o a la buena fama? ¿Existen los derechos de los animales? ¿Existen los derechos de las plantas? En caso afirmativo, ¿cómo se conjugan con los derechos humanos? Entre tanta ambigüedad, parece que un elemento convergente en la mayoría de las teorías es aquel que identifica la dignidad como fundamento de los derechos humanos. Así lo declaran el preámbulo de la Declaración Universal, Jacques Maritain y Mauricio Beuchot, y muchos otros filósofos lo corroboran.

Ahora bien, cabe preguntarse: ¿qué es la dignidad humana? La posmodernidad se encuentra más cómoda en la indefinición de los términos, pero esta situación corre graves riesgos. Una posibilidad es vaciar de contenido el término dignidad, se vuelve una palabra talismán, atractiva, políticamente correcta pero hueca, sin mayor significado ni trascendencia real. Otra posibilidad es utilizar la expresión dignidad como instrumento de manipulación para intereses particulares. Por ejemplo, si se reconoce la dignidad de los primates se les debe conferir en automático derechos, y la falta de dignidad humana le quitaría los mismos a una persona. ¿Es esto posible? ¿Es justo?

La película “Mar adentro” provocó fuertes polémicas entre los activistas de “Morir con dignidad” y los defensores de la dignidad de una vida con discapacidad. En el corazón del debate estaba la dignidad, pero ¿qué entendía cada bando al afirmarla?

Quizá convenga profundizar en la explicación que de la dignidad da Thomas Williams. Él entiende la dignidad como el puente entre la antropología y la ética. Apartándose de toda ideología, partiendo de la realidad del ser humano, de su esencia, sabremos cómo es y, por lo tanto, cómo obrar con él en verdad y justicia. 

“La palabra latina dignitas, de la raíz dignus, no sólo significa una grandeza y excelencia por las que el portador de esta cualidad se distingue y destaca entre los demás, sino también denota merecimiento de un cierto tipo de trato. Así la dignidad se puede definir como una excelencia que merece respeto o estima” (Williams, p. 32). Cristóbal Colón no inventó América, la descubrió; a nosotros no nos toca inventar al ser humano, nos toca reconocerlo, admirarlo, apreciarlo, en última instancia, respetarlo.


BIBLIOGRAFÍA
1. Beucheot, M. (2008). Filosofía y derechos humanos (los derechos humanos y su fundamentación filosófica). 6ª ed. México: Siglo XXI.
2. Ferrajoli, L. (2009). Sobre los derechos fundamentales y sus garantías. Trad. Miguel Carbonell et al. México: CNDH.
3. Torralba, F. (2005). ¿Qué es la dignidad humana? Ensayo sobre Peter Singer, Hugo Tristram Engelhardt y John Harris. Barcelona: Herder.
4. Williams, T. (2003). La dignidad de la persona humana. Roma: Ecclesia, XVII.

martes, 16 de febrero de 2021

La dictadura cubana vive en un mundo ficticio


Son dos los grandes problemas que han estado presentes en el mes de enero: el retorno -con más fuerza- del virus chino y la Tarea Ordenamiento. En el caso del virus chino concluyó el último día del período con 906 muestras positivas, lo que implica un importante repunte, ya que hasta el 15 de abril de 2020, un poco más de un mes de haber llegado la pandemia, había un acumulado de 862 casos positivos.

Los problemas del suministro médico, de la escasez de PCR y la demora de los resultados, por parte de los laboratorios que colapsaron, han sido definitorios para este mes, en el que se ha podido apreciar la ineficiencia del sistema de Salud Pública. A lo que hay que añadir la falta de ambulancias, que ha hecho que utilicen los ómnibus de transporte público para mover a los pacientes infectados con la enfermedad; y que trajo como consecuencias que se haya divulgado la muerte de una niña de 5 años, de Matanzas, que no pudo ser trasladada de urgencia al hospital pediátrico provincial. La ambulancia apareció cinco horas más tarde de haberse solicitado y no estaba debidamente equipada, la pequeña murió dos horas después.

También es alarmante la cantidad de niños contagiados que se anuncia; así como, la forma en que ha crecido el número de fallecidos. De hecho enero ha sido el mes más mortífero de la pandemia y Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la capital, ha dicho que: "La Habana puede empeorar".

También es alarmante la cantidad de niños contagiados que se anuncia; así como, la forma en que ha crecido el número de fallecidos

A pesar de que en algunas provincias se han tomado medidas extremas, no se ha logrado contener el rebrote. En particular los dos aspectos que más inciden en la aglomeración de personas son: el transporte, muy escaso; y las colas, por la falta de alimentos y productos de aseo.

Sin saber quién es el responsable de las ideas descabelladas de la economía, aunque la cara pública es Marino Murillo, en el peor momento de la pandemia se pone en vigor la Tarea Ordenamiento y solo 20 días después el "presidente" Díaz-Canel dijo que había que ordenar el ordenamiento; en primer lugar por la cantidad de quejas que se han recibido de la población debidas a los altos precios, ante los bolsillos vacíos de los cubanos de a pie.

El orden no se ve por ningún lado en el mes que ha transcurrido del año, pero si hay mucha molestia en la sociedad que ha tenido que soportar una caída del 11% de su Producto Interno Bruto, durante 2020. Es como si el régimen le estuviera diciendo al pueblo: "Sálvese quien pueda".

En resumen se puede decir que continúa la dictadura viviendo en un mundo ficticio que no tiene en cuenta las necesidades del pueblo y así viola sus derechos elementales.

Si había un 27 de noviembre, ahora habrá un 27 de enero en el que se ha destacado la figura del ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, golpeando a un periodista independiente para quitarle un celular, con el que lo estaba filmando.

Continúan las protestas del Movimiento San Isidro y del grupo del 27 de noviembre, ahora para que renuncie el ministro de Cultura, señalando como lugar de reunión el Capitolio Nacional.

Sigue siendo galopante la inflación, con precios imparables, a pesar de las amenazas de multas y decomisos que ha hecho el régimen y que de forma probable implemente en breve, a partir de una vía legal.

Sigue siendo galopante la inflación, con precios imparables, a pesar de las amenazas de multas y decomisos que ha hecho el régimen

Por otra parte, el tema religioso está en el escenario social desde ya hace varios meses. Un grupo de sacerdotes y de católicos practicantes en Cuba y otros países del mundo redactaron el documento: "He visto la aflicción de mi pueblo", que fue publicado el 24 de enero. De forma inmediata Razones de Cuba contestó el 28 de enero con el artículo Contrarrevolución cobijada tras la cruz y la sotana.

No hay que explicar que la respuesta fue más de lo mismo, hablar de que el documento lo firmaron contrarrevolucionarios financiados por agencias de inteligencia de Estados Unidos. También expone que desde hace meses, varios sacerdotes cubanos se lanzaron a incitar a los feligreses desde el púlpito de sus iglesias, con un amplio apoyo mediático desde Miami.

Aumentan en las redes, los videos mostrando abuso policial, que se reenvían y se convierten en virales. Pero en particular ha circulado uno con unas declaraciones del coronel Ramón Valle Luna, en el que se ve vanagloriarse de que tuvo tres muertos y que Fidel y Raúl dijeron: "ni me lo toquen". Una prueba irrefutable de la violación de los derechos humanos en Cuba, donde todo el poder está concentrado en la figura del primer secretario del Partido Comunista de turno.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Convocan acciones no-violentas contra el régimen este 8 de septiembre

La Revolución de los Girasoles lanzó la iniciativa “en firme rechazo a la tiranía castrocomunista y a sus políticas de miseria, injusticias y opresión”

Cuba Revolución de los Girasoles

Durante todo el mes de septiembre, los promotores de la Revolución de los Girasoles invitan a los cubanos de dentro y fuera de la Isla a participar en “diversas acciones de carácter no-violento en firme rechazo a la tiranía castrocomunista y a sus políticas generadoras de profunda miseria, injusticias y opresión”.

De acuerdo a un comunicado publicado en la página de Facebook de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), las acciones cívicas convocadas durante el mes en el que “celebramos la festividad de la patrona de Cuba, María de la Caridad del Cobre”, son en “apoyo a las demandas de las plataformas Cuba en Crisis, por la liberación de la Ayuda Humanitaria y Cuba Decide por el cambio democrático”.

Los promotores de la iniciativa, reza el texto, invitan a los participantes de Solidaridad entre Hermanos a sumarse a las acciones en demanda de la liberación de las donaciones arbitrariamente retenidas por la dictadura en el puerto del Mariel desde el pasado 10 de agosto.

La ayuda humanitaria está destinada a al menos 15 000 familias cubanas que se han visto afectadas por la crisis que enfrenta la Isla en medio de la pandemia del coronavirus.

Así mismo, “invitamos a todos los promotores y simpatizantes de la iniciativa Cuba Decide a reclamar públicamente a la dictadura que se someta a la voluntad ciudadana y salga del poder, dando paso al cambio político en la Isla, única solución definitiva a la crisis que atraviesa la nación”.

Según el comunicado, los cubanos que se sumen a la Revolución de los Girasoles, a celebrarse el próximo 8 de septiembre, a un año de la Marcha de los Girasoles en defensa de los derechos humanos y la libertad de todos los presos políticos, pueden incluso presentar sus propias demandas.

Los activistas también piden “identificar el frente de nuestros hogares con un girasol o con un lazo de color amarillo; salir a las calles, a los parques y otros sitios públicos, con girasoles físicos o impresos, vestidos de amarillo, o con una cinta amarilla en el brazo o la muñeca, para difundir el mensaje y las demandas de la Revolución de los Girasoles e invitar a los ciudadanos a sumarse”.

“Difundir en las calles y en las redes sociales esta convocatoria, así como videos y fotos de las actividades que realicen, con la etiqueta #RevoluciónDeLosGirasoles, acompañada de las etiquetas #CubaEnCrisis, #LiberenLaAyuda, #CubaDecide, #CambioDeSistema, o aquella etiqueta que mejor exprese su demanda”.

Los promotores señalaron en la nota que invitan a los cubanos a hacer “grafitis en muros y paredes de propiedades bajo el control del Estado Totalitario; pegar mensajes en paredes, muros, vidrieras o vehículos propiedad del gobierno; regar octavillas en lugares públicos, en las colas, y en cuanto lugar concurrido sea posible”.

Asimismo, “manifestarse el día 8 a las 10:00 a.m., con un girasol o un lazo de color amarillo en el principal parque de nuestro pueblo o ciudad, cumplir responsablemente con las normas de distanciamiento social y el uso de la mascarilla; manifestarse frente a embajadas del régimen u otros lugares significativos fuera de Cuba”.

domingo, 28 de junio de 2020

HUELGA DE HAMBRE, OLA DE ARRESTOS Y REPRESIÓN EN CUBA

Cientos de cubanos dentro y fuera de Cuba han mantenido una huelga de hambre durante tres días. Piden la libertad de todos los presos políticos en Cuba y el fin de la represión estatal. Al mismo tiempo, una de las mayores oleadas de arrestos ha tenido lugar en Cuba durante mucho tiempo. ¿Cuales son las razones?

El régimen está en pánico porque las quejas en la atención médica son obvias debido a la pandemia de Corona y esto es criticado en público. Se trata de intimidar y silenciar a periodistas y blogueros.
Entre los manifestantes también se encontraba el disidente José Daniel Ferrer, quien recientemente fue liberado de una detención arbitraria de más de 100 días. Fue sentenciado a cuatro años y medio en arresto domiciliario. ¿Debería ser silenciado de alguna manera?
José Daniel Ferrer es la personalidad más importante del movimiento democrático cubano. Tuvo que sufrir mucho debido a sus constantes críticas al régimen. Esto también se aplica a su familia, que también es responsable. Como presidente del mayor movimiento opositor cubano, UNPACU, debe ser silenciado principalmente. La lógica del régimen es que si Ferrer calla, la UNPACU calla, el movimiento democrático cubano calla.
Los huelguistas también conmemoran al activista de derechos civiles Orlando Zapata Tamayo, quien murió hace nueve años. Fue el fundador y miembro de un movimiento de libertad en Las Tunas y participó activamente en el proyecto Varela. ¿Qué tan importante es el proyecto hoy?
Las demandas de ese tiempo siguen siendo relevantes hoy y viven entre los activistas de derechos civiles. Son un tabú y una cuestión de miedo a los comunistas cubanos totalitarios. La iniciativa Varela se originó en el movimiento social cristiano en Cuba, cuyos partidarios se han unido en gran medida al movimiento de derechos civiles de la UNPACU. Las famosas "Damas de Blanco" también apoyan las demandas del proyecto Varela de libertad de expresión, libertad de reunión, libertad de asociación, elecciones libres y reformas democráticas.
Los periodistas están particularmente afectados por la ola actual de arrestos. ¿Son los motivos de la detención principalmente sus informes de suministro insuficiente de alimentos en el contexto de la crisis de la corona o debido a la demanda de los derechos humanos?

Las demandas de los derechos humanos juegan un papel central. Siempre falta comida en Cuba. Hasta el día de hoy, la comida se raciona y se distribuye con tarjetas de alimentos. La demanda de transparencia es actualmente de gran importancia. La gente quiere saber por qué Cuba no cumple con los estándares de higiene en los centros médicos y por qué faltan médicos, medicamentos y desinfectantes en todas partes, pero Cuba al mismo tiempo envía equipos médicos a Europa y África para ayudar a combatir la pandemia de la corona. Los médicos en el extranjero son extrañados y la gente siente pena por ellos. Sienten lástima por ellos porque algunos de ellos tienen que trabajar fuera de su país en contra de su voluntad y, a pesar de su trabajo peligroso, están lejos de recibir el pago de la cantidad que es normal para los médicos extranjeros.

domingo, 21 de junio de 2020

MUJERES QUE CUIDAN.. Hay una lección de género que sacar de esta pandemia



Qué es el coronavirus (COVID-19): síntomas, nuevos tratamientos y ...

En diversos países del mundo, las ciudadanas y los ciudadanos salen a aplaudir a quienes se hacen cargo del cuidado en tiempos de coronavirus. Son, en su mayoría, mujeres. Hay una lección de género que sacar de esta pandemia.

Una auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid o una enfermera en Nueva York o una doctora en Chile. Una teleoperadora que trabaja desde su casa mientras cuida a sus hijos. Una trabajadora del hogar inmigrante y una trabajadora de la logística en Italia. Mujeres que ponen el cuerpo en la primera línea del combate contra la pandemia y la crisis social.

«Somos las grandes olvidadas», dice Isabel Calvo, auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid. 

Son miles las mujeres que, como ella, salen cada día a trabajar en tiempos de cuarentena, porque no pueden dejar sin servicio a personas enfermas o mayores. «En una jornada completa podemos llegar a ver a seis usuarios, los ayudamos con las actividades básicas de la vida, el aseo, la comida, una cita de un médico, recoger un poquito la casa». 

Sin embargo, aunque están en contacto estrecho con personas en riesgo, no reciben la protección adecuada por parte de las empresas empleadoras. En los últimos días, Calvo ha tenido que contactar personalmente a diferentes asociaciones para conseguir material de protección, mascarillas o batas. «Parece que tiene que suceder, ojalá que no, la muerte de alguna compañera para que esto se visibilice, que se ponga en el mapa». 

16 Claves para frenar el Coronavirus | UniandesY aunque ellas actúan como una barrera protectora para que muchos casos no lleguen a la sanidad pública, nadie las cuida. «Necesitamos protección, para poder proteger a los demás», asegura.
Tre Kwon es enfermera en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. Junto con sus compañeras, personal sanitario y de limpieza, han creado el Grupo de Trabajadoras de Primera Línea del Covid-19, una especie de escudo humano para sortear la tormenta que se desata sobre las salas de emergencia cada día. Mientras Donald Trump declara en los medios que «estamos todos juntos en esto», Tre Kwon piensa algo muy distinto. «Somos nosotras las que ponemos nuestros cuerpos en la línea de frente. Somos las que ponemos en riesgo a nuestras familias y a nosotras mismas en el trabajo». Ella tiene una beba de tres meses y había ahorrado algún dinero para poder tomarse una licencia maternal, pero al ver por televisión la gravedad de la crisis decidió volver al hospital junto a sus compañeras y compañeros. Enfermeras y personal médico de Nueva York, California, Missouri y Texas están protestando por la «falta de preparación» de los hospitales para enfrentar la pandemia en el país más poderoso del mundo.

Las trabajadoras del hogar y los cuidados son un sector totalmente feminizado, que ocupa a más de 700.000 personas en España. La mayoría son migrantes y una parte importante trabaja como internas, en la economía sumergida y en situación irregular, debido a los requisitos de la Ley de Extranjería, que no son fáciles de cumplir. En la última semana, el gobierno calificó a este sector como parte de los servicios esenciales si tienen a su cargo el cuidado de personas enfermas o mayores.

Marina Díaz lleva 13 años como trabajadora del hogar y pertenece a la Red de Hondureñas Migradas. «Con esta crisis sanitaria, económica y social estamos sufriendo mucho más la precariedad y vulnerabilidad, debido a que las medidas tomadas por el gobierno no son las suficientes». La situación se agrava, ya que no reciben insumos de protección para evitar los contagios. «El subsidio extraordinario aprobado por el gobierno no cubrirá a todas las trabajadoras del hogar y los cuidados y además se tardará para poder obtener esa ayuda, pero la crisis la estamos viviendo ya», explica. Díaz hace una pregunta simple: «Dicen que somos esenciales, que sostenemos la vida y la economía y facilitamos a personas, principalmente mujeres, que puedan trabajar fuera de sus hogares. ¿Entonces por qué no tenemos los mismos derechos que los demás trabajadores de España? ¿Qué es lo que impide la entrada al Régimen General de la Seguridad Social?».

Maddy era una trabajadora inmigrante, empleada en la empresa DHL de Piacenza, cerca de Milán. Estaba organizada junto al sindicato de base Si-Cobas y participó de las huelgas que se desataron en el norte de Italia para exigir condiciones de protección sanitaria y el cierre de las empresas no esenciales cuando empezó la cuarentena. Falleció el 24 de marzo, después de contagiarse coronavirus. Sus compañeras y compañeros de trabajo prometen no olvidarla. El lema de muchas de estas huelgas era «Nuestra salud, antes que sus ganancias». Cuando se tiene que ir a la huelga para no morir, es que hay un sistema que merece perecer.

La pandemia, con epicentro en Italia, España y Estados Unidos, ha puesto al desnudo las profundas contradicciones del capitalismo patriarcal, donde los trabajos de cuidados y los empleos más precarios siguen recayendo en las mujeres. Durante las décadas de ofensiva neoliberal se desplegaron múltiples tendencias que aumentaron como nunca el entrelazamiento de los agravios de clase, género y racismo para las mujeres trabajadoras.

Mientras el Estado recortaba drásticamente los presupuestos de salud, educación y servicios sociales –preparando así el colapso del sistema sanitario ante pandemias como la actual–, se incentivó la expansión de empresas privadas en estos sectores, que emplean trabajo femenino, precario y sin derechos. Al mismo tiempo, el ingreso en el mundo laboral de millones de mujeres en todo el planeta, especialmente en los países más ricos, supuso un aumento de la demanda de mano de obra de mujeres migrantes, tercerizando el trabajo del hogar como trabajo asalariado.

Pero la mayor feminización de la fuerza laboral no implicó una reducción de la carga del trabajo doméstico en los hogares para gran parte de las mujeres. Y en esta crisis, esa contradicción también estalla. ¿Cómo combinas el teletrabajo con cuidar a tus hijos durante todo el día? ¿O cómo cuidas adecuadamente a tu familia, si has sido despedida y tienes que elegir entre pagar el alquiler o comprar comida?

Si la conciliación familiar ya era una tarea titánica para la mayoría de las mujeres en tiempos «normales», qué decir cuando tienes que sortear la presión de los jefes y el cuidado de los niños, al mismo tiempo, dentro de las cuatro paredes del hogar. ¿Y qué ocurre cuando no se puede establecer un espacio físico de teletrabajo separado del resto de la familia, en pequeños pisos sin condiciones adecuadas?
EAPN - ES alerta del impacto del COVID-19 en las personas en ...
La crisis múltiple que estamos atravesando (crisis sanitaria, económica, geopolítica y social) desvela la barbarie de un sistema capitalista patriarcal que no puede asegurar ni siquiera la atención médica a gran parte de la población, donde algunas corporaciones capitalistas se lucran con la producción e investigación de vacunas, mientras se trata a las personas mayores o las que están enfermas como material descartable. Un sistema que se encamina hacia una probable depresión y que intentará, una vez más, reconstruir el ciclo de acumulación sobre los cuerpos cansados y explotados de las mujeres y el conjunto de la clase trabajadora, a costa de la vida de millones.

Pero algo está cambiando. Cuando miles de personas aplauden desde sus balcones a las enfermeras y al personal médico, cuando se viraliza un video en el que aplauden a las limpiadoras de un hospital, cuando alguien le agradece a la cajera de un supermercado, está empezando a coger fuerza una idea: podemos vivir sin banqueros, sin grandes empresarias que rompan los techos de cristal, pero no podemos vivir sin las trabajadoras del campo, sin las que cuidan a niños y ancianos, sin las que producen nuestros alimentos y nuestra ropa. Una vez que esta idea prenda, será difícil apagar el fuego.

by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ.

Un mundo post-coronavirus


Quisiera en este artículo contribuir a estos grandes debates, con una reflexión que propone avanzar de modo precario en algunas lecciones que nos ofrece la gran pandemia y bosquejar alguna hipótesis acerca del escenario futuro posible.

Es necesario asumir las causas ambientales de la pandemia, junto con las sanitarias, y colocarlas también en la agenda política. Esto nos ayudaría a prepararnos positivamente para responder al gran desafío de la humanidad, la crisis climática, y a pensar en un gran pacto ecosocial y económico.

Pandemias hubo muchas en la historia, comenzando por la peste negra en la Edad Media y pasando por las enfermedades que vinieron de Europa y arrasaron con la población autóctona en América en tiempos de la conquista. Se estima que entre la gripe, el sarampión y el tifus murieron entre 30 y 90 millones de personas. Más recientemente, todos evocan la gripe española (1918-1919), la gripe asiática (1957), la gripe de Hong Kong (1968), el VIH / sida (desde la década de 1980), la gripe porcina AH1N1 (2009), el SARS (2002), el ébola (2014), el MERS (coronavirus, 2015) y ahora el Covid-19.

Sin embargo, nunca vivimos en estado de cuarentena global, nunca pensamos que sería tan veloz la instalación de un Estado de excepción transitorio, un Leviatán sanitario, por la vía de los Estados nacionales. En la actualidad, casi un tercio de la humanidad se halla en situación de confinamiento obligatorio. 

Por un lado, se cierran fronteras externas, se instalan controles internos, se expande el paradigma de la seguridad y el control, se exige el aislamiento y el distanciamiento social. 

Por otro lado, aquellos que hasta ayer defendían políticas de reducción del Estado hoy rearman su discurso en torno de la necesaria intervención estatal, se maldicen los programas de austeridad que golpearon de lleno la salud pública, incluso en los países del Norte global...

Resulta difícil pensar que el mundo anterior a este año de la gran pandemia fuera un mundo «sólido», en términos de sistema económico y social. El coronavirus nos arroja al gran ruedo en el cual importan sobre todo los grandes debates societales: cómo pensar la sociedad de aquí en más, cómo salir de la crisis, qué Estado necesitamos para ello; en fin, por si fuera poco, se trata de pensar el futuro civilizatorio al borde del colapso sistémico.

La vuelta del Estado y sus ambivalencias: el Leviatán sanitario y sus dos caras.

Reformulando la idea de Leviatán climático de Geoff Mann y Joel Wainwright, podemos decir que estamos hoy ante la emergencia de un Leviatán sanitario transitorio, que tiene dos rostros. Por un lado, parece haber un retorno del Estado social. Así, las medidas que se están aplicando en el mundo implican una intervención decidida del Estado, lo cual incluye desde gobiernos con Estados fuertes –Alemania y Francia– hasta gobiernos con una marcada vocación liberal, como Estados Unidos. 

La situación es de tal gravedad, ante la pérdida de empleo y los millones de desocupados que esta crisis generará, que incluso los economistas más liberales están pensando en un segundo New Deal en el marco de esta gran crisis sistémica. A mediano y largo plazo, la pregunta siempre es a qué sectores beneficiarán estas políticas. Por ejemplo, Donald Trump ya dio una señal muy clara; la llamada Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica contra el Coronavirus (CARES, por sus siglas en inglés) es un paquete de estímulos de dos billones de dólares para, entre otros objetivos, rescatar sectores sensibles de la economía, entre los cuales está la industria del fracking, una de las actividades más contaminantes y más subsidiadas por el Estado.

Por otro lado, el Leviatán sanitario viene acompañado del Estado de excepción. Mucho se escribió sobre esto y no abundaremos. Basta decir que los mayores controles sociales se hacen visibles en diferentes países bajo la forma de violación de los derechos, de militarización de territorios, de represión de los sectores más vulnerables. En realidad, en los países del Sur, antes que una sociedad de vigilancia digital al estilo asiático, lo que encontramos es la expansión de un modelo de vigilancia menos sofisticado, llevado a cabo por las diferentes fuerzas de seguridad, que puede golpear aún más a los sectores más vulnerables, en nombre de la guerra contra el coronavirus.

Una pregunta resuena todo el tiempo: ¿hasta dónde los Estados tienen las espaldas anchas para proseguir en clave de recuperación social? Esto es algo que veremos en los próximos tiempos y a este devenir no serán ajenas las luchas sociales, esto es, los movimientos desde abajo, pero también las presiones que ejercerán desde arriba los sectores económicos más concentrados.

Por otro lado, es claro que los Estados periféricos tienen muchos menos recursos, ni que hablar Argentina, a raíz de la situación de cuasi default y de desastre social en que la ha dejado el último gobierno de Mauricio Macri. 

Ningún país se salvará por sí solo, por más medidas de carácter progresista que implemente. Todo parece indicar que la solución es global y requiere de una reformulación radical de las relaciones Norte-Sur, en el marco de un multilateralismo democrático, que apunte a la creación de Estados nacionales en los cuales lo social, lo ambiental y lo económico aparezcan interconectados y en el centro de la agenda.

Las crisis como aprendizajes para no caer en falsas soluciones

La pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta. Esto no constituye una novedad, pero sí nos lleva a reflexionar sobre las salidas que han tenido otras crisis globales. En esa línea, la crisis global que aparece como el antecedente más reciente, aun si tuvo características diferentes, es la de 2008. Causada por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, la crisis fue de orden financiero y se trasladó a otras partes del mundo para convertirse en una convulsión económica de proporciones globales. También persiste como el peor recuerdo en cuanto a la resolución de una crisis, cuyas consecuencias todavía estamos viviendo. Salvo excepciones, los gobiernos organizaron salvatajes de grandes corporaciones financieras, incluyendo a los ejecutivos de estas, que emergieron al final de la crisis más ricos que nunca.

Así, en términos sociales y a escala mundial, la reconfiguración fue regresiva. Suele decirse que la economía volvió a recuperarse, pero el 1% de los más ricos pegó un salto y la brecha de la desigualdad creció. Recordemos el surgimiento del movimiento Occupy Wall Street, en 2011, cuyo lema era «Somos el 99%». Millones de personas perdieron sus casas en el mundo y quedaron sobreendeudados y sin empleo, la desigualdad se profundizó, los planes de ajuste y la desinversión en salud y educación se expandieron por numerosos países, algo que ilustra de manera dramática un país como Grecia, pero que se extiende a países como Italia, España e incluso Francia. En vísperas del Foro de Davos, en enero de 2020, un informe de Oxfam consignaba que de solo «2.153 milmillonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4.600 millones de personas (60% de la población mundial)». En términos políticos globales, produjo enormes movimientos tectónicos, ilustrados por la emergencia de nuevos partidos y liderazgos autoritarios en todo el mundo: una derecha reaccionaria y autoritaria, que incluye desde el Tea Party hasta Donald Trump, desde Jair Bolsonaro hasta Scott Morrison, desde Matteo Salvini hasta Boris Johnson, entre otros.

Por otro lado, si hasta hace pocos años se consideraba que América Latina marchaba a contramano del proceso de radicalización en clave derechista que hoy atraviesan parte de Europa y Estados Unidos, con sus consecuencias en términos de aumento de las desigualdades, xenofobia y antiglobalismo, hay que decir que, en los últimos tiempos, nuevos vientos ideológicos recorren la región, sobre todo luego de la emergencia de Bolsonaro en Brasil y el golpe en Bolivia. A esto hay que añadir que América Latina, si bien sobrevivió en pleno «Consenso de los Commodities» a la crisis económica y financiera de 2008 gracias al alto precio de las materias primas y la exportación a gran escala, poco logró conservar de aquel periodo de neoextractivismo de vacas gordas. En la actualidad, continúa siendo la región más desigual del mundo (20% de la población concentra 83% de la riqueza), es la región donde se registra un mayor proceso de concentración y acaparamiento de tierras (gracias a la expansión de la frontera agropecuaria), además de ser la zona del mundo más peligrosa para activistas ambientales y defensores de derechos humanos (60% de los asesinatos a defensores del ambientes, cometidos en 2016 y 2017, ocurrieron en América Latina) y, por si fuera poco, es la región más insegura para las mujeres víctimas de femicidio y violencia de género.

Así, la resolución de la crisis de 2008 y sus efectos negativos se hacen sentir hoy con claridad. Estas salidas, que acentuaron la concentración de la riqueza y el neoliberalismo depredador, deben funcionar hoy como un contraejemplo eficaz y convincente para apelar a propuestas innovadoras y democráticas que apunten a la igualdad y la solidaridad. Al mismo tiempo, deberían hacernos reflexionar acerca de que ni siquiera aquellos países del Sur que durante el «Consenso de los Commodities» sortearon la crisis y aprovecharon la rentabilidad extraordinaria a través de la exportación de las materias primas, utilizando las recetas del neoextractivismo, funcionaron ni pueden presentarse como la encarnación de un modelo positivo.

Ocultamiento de las causas ambientales e hiperpresencia.

Anteriormente afirmé que la reconfiguración social, económica y política después de la crisis de 2008 fue muy negativa. Quisiera ahora detenerme un poco en las causas ambientales de la pandemia. Hoy leemos en numerosos artículos, corroborados por diferentes estudios científicos, que los virus que vienen azotando a la humanidad en los últimos tiempos están directamente asociados a la destrucción de los ecosistemas, a la deforestación y al tráfico de animales silvestres para la instalación de monocultivos. Sin embargo, pareciera que la atención sobre la pandemia en sí misma y las estrategias de control que se están desarrollando no han incorporado este núcleo central en sus discursos. Todo eso es muy preocupante.

¿Acaso alguien escuchó en algun discurso alguna alusión a la problemática ambiental que está detrás de esto?

¿Escucharon en las últimas semanas gracias a la férrea política preventiva y a su permanente contacto y toma de decisiones con un comité de expertos, haya hablado alguna vez de las causas socioambientales de la pandemia? 

Las causas socioambientales de la pandemia muestran que el enemigo no es el virus en sí mismo, sino aquello que lo ha causado. Si hay un enemigo, es este tipo de globalización depredadora y la relación instaurada entre capitalismo y naturaleza. 

Aunque el tópico circula por las redes sociales y los medios de comunicación, no entra en la agenda política. Esta «ceguera epistémica» –siguiendo el término de Horacio Machado Aráoz– tiene como contracara la instalación de un discurso sin precedentes.

La proliferación de metáforas bélicas y el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial atraviesan los discursos, desde Macron y Merkel hasta Trump y Xi Jinping. Algo que se repite en Alberto Fernández, quien habla constantemente del «enemigo invisible». En realidad, esta figura puede fomentar la cohesión de una sociedad frente al miedo del contagio y de la muerte, «cerrando filas ante el enemigo común», pero no contribuye a entender la raíz del problema, sino más bien a ocultarlo, además de naturalizar y avanzar en el control social sobre aquellos sectores considerados como más problemáticos (los pobres, los presos, los que desobedecen al control).

El discurso bélico confunde y oculta las raíces del problema, atacando el síntoma, pero no las causas profundas, que tienen que ver con el modelo de sociedad instaurado por el capitalismo neoliberal, a través de la expansión de las fronteras de explotación y, en este marco, por la intensificación de los circuitos de intercambio con animales silvestres, que provienen de ecosistemas devastados. 

Por último, la fórmula bélica se asocia más al miedo que a la solidaridad y ha conllevado incluso una multiplicación de la vigilancia ante el incumplimiento de las medidas dictadas por los gobiernos para evitar los contagios. 

No son pocos los relatos, en Cuba así como en otros países, que dan cuenta de la asociación entre el discurso bélico y la figura del «ciudadano policía», erigido en atento vigía, dispuesto a denunciar a su vecino al menor desliz en la cuarentena. En suma, es necesario abandonar el discurso bélico y asumir las causas ambientales de la pandemia, junto con las sanitarias, y colocarlas en la agenda pública, lo cual ayudaría a prepararnos positivamente para responder al gran desafío de la humanidad: la crisis climática.

Horizontes posibles. Desde el paradigma del cuidado hasta el gran pacto ecosocial y económico

El año de la gran pandemia nos instala en una encrucijada civilizatoria. Frente a nuevos dilemas políticos y éticos, nos permite repensar la crisis económica y climática desde un nuevo ángulo, tanto en términos multiescalares (global/nacional/local) como geopolíticos (relación Norte/Sur bajo un nuevo multilateralismo). Podríamos formular el dilema de la siguiente manera. O bien vamos hacia una globalización neoliberal más autoritaria, un paso más hacia el triunfo del paradigma de la seguridad y la vigilancia digital instalado por el modelo asiático, tan bien descrito por el filósofo Byung-Chul Han, aunque menos sofisticado en el caso de nuestras sociedades periféricas del Sur global, en el marco de un «capitalismo del caos», como sostiene el analista boliviano Pablo Solón. O bien, sin caer en una visión ingenua, la crisis puede abrir paso a la posibilidad en la construcción de una globalización más democrática, ligada al paradigma del cuidado, por la vía de la implementación y el reconocimiento de la solidaridad y la interdependencia como lazos sociales e internacionales; de políticas públicas orientadas a un «nuevo pacto ecosocial y económico», que aborde conjuntamente la justicia social y ambiental.

Las crisis, no hay que olvidarlo, también generan procesos de «liberación cognitiva», como dice la literatura sobre acción colectiva y Doug McAdam en particular, lo cual hace posible la transformación de la conciencia de los potenciales afectados; esto es, hace posible superar el fatalismo o la inacción y torna viable y posible aquello que hasta hace poco era inimaginable. Esto supone entender que la suerte no está echada, que existen oportunidades para una acción transformadora en medio del desastre. Lo peor que podría ocurrir es que nos quedemos en casa convencidos de que las cartas están marcadas y que ello nos lleve a la inacción o a la parálisis, pensando que de nada sirve tratar de influir en los procesos sociales y políticos que se abren, así como en las agendas públicas que se están instalando. Lo peor que podría suceder es que, como salida a la crisis sistémica producida por la emergencia sanitaria, se profundice «el desastre dentro del desastre», como afirma la feminista afroaestadounidense Keeanga-Yamahtta Taylor, recuperando el concepto de Naomi Klein de «capitalismo del desastre». Hay que partir de la idea de que estamos en una situación extraordinaria, de crisis sistémica, y que el horizonte civilizatorio no está cerrado y todavía está en disputa.

En esa línea, ciertas puertas deben cerrarse (por ejemplo, no podemos aceptar una solución como la de 2008, que beneficie a los sectores más concentrados y contaminantes, ni tampoco más neoextractivismo), y otras que deben abrirse más y potenciarse (un Estado que valorice el paradigma del cuidado y la vida), tanto para pensar la salida de la crisis como para imaginar otros mundos posibles. Se trata de proponer salidas a la actual globalización, que cuestionen la actual destrucción de la naturaleza y los ecosistemas, que cuestionen una idea de sociedad y vínculos sociales marcados por el interés individual, que cuestionen la mercantilización y la falsa idea de «autonomía». En mi opinión, las bases de ese nuevo lenguaje deben ser tanto la instalación del paradigma del cuidado como marco sociocognitivo como la implementación de un gran pacto ecosocial y económico, a escala nacional y global.

En primer lugar, más que nunca, se trata de valorizar el paradigma del cuidado, como venimos insistiendo desde el ecofeminismo y los feminismos populares en América Latina, así como desde la economía feminista; un paradigma relacional que implica el reconocimiento y el respeto del otro, la conciencia de que la supervivencia es un problema que nos incumbe como humanidad y nos involucra como seres sociales. Sus aportes pueden ayudarnos a repensar los vínculos entre lo humano y lo no humano, a cuestionar la noción de «autonomía» que ha generado nuestra concepción moderna del mundo y de la ciencia; a colocar en el centro nociones como la de interdependencia, reciprocidad y complementariedad. Esto significa reivindicar que aquellas tareas cotidianas ligadas al sostenimiento de la vida y su reproducción, que han sido históricamente despreciadas en el marco del capitalismo patriarcal, son tareas centrales y, más aún, configuran la cuestión ecológica por excelencia. Lejos de la idea de falsa autonomía a la que conduce el individualismo liberal, hay que entender que somos seres interdependientes y abandonar las visiones antropocéntricas e instrumentales para retomar la idea de que formamos parte de un todo, con los otros, con la naturaleza. En clave de crisis civilizatoria, la interdependencia es hoy cada vez más leída en términos de ecodependencia, pues extiende la idea de cuidado y de reciprocidad hacia otros seres vivos, hacia la naturaleza.

En este contexto de tragedia humanitaria a escala global, el cuidado no solo doméstico sino también sanitario como base de la sostenibilidad de la vida cobra una significación mayor. Por un lado, esto conlleva una revalorización del trabajo del personal sanitario, mujeres y hombres, médicos infectólogos, epidemiólogos, intensivistas y generalistas, enfermeros y camilleros, en fin, el conjunto de los trabajadores de la salud, que afrontan el día a día de la pandemia, con las restricciones y déficits de cada país, al tiempo que exige un abandono de la lógica mercantilista y un redireccionamiento de las inversiones del Estado en las tareas de cuidado y asistencia. Por otro lado, las voces y la experiencia del personal de la salud serán cada vez más necesarias para colocar en la agenda pública la inextricable relación que existe entre salud y ambiente, de cara al colapso climático. Nos aguardan no solo otras pandemias, sino la multiplicación de enfermedades ligadas a la contaminación y al agravamiento de la crisis climática. Hay que pensar que la medicina, pese a la profunda mercantilización de la salud a la que hemos asistido en las últimas décadas, no ha perdido su dimensión social y sanitarista, tal como podemos ver en la actualidad, y que de aquí en más se verá involucrada directamente en los grandes debates societales y, por ende, en los grandes cambios que nos aguardan y en las acciones para controlar el cambio climático, junto con sectores ecologistas, feministas, jóvenes y pueblos originarios.

En segundo lugar, esta crisis bien podría ser la oportunidad para discutir soluciones más globales, en términos de políticas públicas. Hace unos días la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), propuso un nuevo Plan Marshall que libere 2,5 billones de dólares de ayuda a los países emergentes, que implique el perdón de las deudas y un plan de emergencia en servicios de salud, así como programas sociales. La necesidad de rehacer el orden económico mundial, que impulse un jubileo de la deuda, aparece hoy como posible. Aparece también posible impulsar un ingreso ciudadano, debate que se ha reactivado al calor de una pandemia que destruye millones de puestos de trabajo, además de profundizar la precarización laboral, mediante esquemas de teletrabajo que extienden la jornada laboral.

En el contexto de esta pandemia, ha habido algunas señales. Por ejemplo, Chris Stark, jefe ejecutivo del Comité sobre Cambio Climático del Reino Unido (CCC), sostuvo que la inyección de recursos que los gobiernos deben insuflar en la economía para superar la crisis del Covid-19 debe tener en cuenta los compromisos sobre el cambio climático, esto es, el diseño de políticas y estrategias que no sean solo económicas sino también un «estímulo verde». En Estados Unidos un grupo de economistas, académicos y financistas agrupados bajo la consigna del estímulo verde (green stimulus) enviaron una carta en la que instaron al Congreso a que presione aún más para garantizar que los trabajadores estén protegidos y que las empresas puedan operar de manera sostenible para evitar las catástrofes del cambio climático, especialmente en una economía marcada por el coronavirus.

Así, no hay aquí un imaginario de la reconstrucción ligado al recuerdo del Plan Marshall (Europa) o el New Deal (Estados Unidos). Lo que existe es un imaginario de la concertación social, ligado al peronismo, en el cual la demanda de reparación (justicia social) continúa asociada a una idea hegemónica del crecimiento económico, que hoy puede apelar a un ideal industrializador, pero siempre de la mano del modelo extractivo exportador, por la vía eldoradista (Vaca Muerta), el agronegocio y, en menor medida, la minería a cielo abierto. La presencia de este imaginario extractivista/desarrollista poco contribuye a pensar las vías de una «transición justa» o a emprender un debate nacional en clave global del gran pacto ecosocial y económico. Antes bien, lo distorsiona y lo vuelve decididamente peligroso, en el contexto de crisis climática.

Esto no significa que no haya narrativas emancipatorias disponibles ni utopías concretas en América Latina. No hay que olvidar que en ka región existen nuevas gramáticas políticas, surgidas al calor de las resistencias locales y de los movimientos ecoterritoriales (rurales y urbanos, indígenas, campesinos y multiculturales, las recientes movilizaciones de los más jóvenes por la justicia climática ), que plantean una nueva relación entre humanos, así como entre sociedad y naturaleza, entre humano y no humano. En el nivel local se multiplican las experiencias de carácter prefigurativo y antisistémico, como la agroecología, que ha tenido una gran expansión, por ejemplo, incluso en un país tan transgenizado como Argentina. Estos procesos de reterritorialización van acompañados de una narrativa político-ambiental, asociada al «buen vivir», el posdesarrollo, el posextractivismo, los derechos de la naturaleza, los bienes comunes, la ética del cuidado y la transición socioecológica justa, cuyas claves son tanto la defensa de lo común y la recreación de otro vínculo con la naturaleza como la transformación de las relaciones sociales, en clave de justicia social y ambiental.

De lo que se trata es de construir una verdadera agenda nacional y global, con una batería de políticas públicas, orientadas hacia la transición justa. Esto exige sin duda no solo una profundización y debate sobre estos temas, sino también la construcción de un diálogo Norte-Sur, con quienes están pensando en un Green New Deal, a partir de una nueva redefinición del multilateralismo en clave de solidaridad e igualdad.

Nadie dice que será fácil, pero tampoco es imposible. Necesitamos reconciliarnos con la naturaleza, reconstruir con ella y con nosotros mismos un vínculo de vida y no de destrucción. El debate y la instalación de una agenda de transición justa pueden convertirse en una bandera para combatir no solo el pensamiento liberal dominante, sino también la narrativa colapsista y distópica que prevalece en ciertas izquierdas y la persistente ceguera epistémica de tantos progresismos desarrollistas. La pandemia del coronavirus y la inminencia del colapso abren a un proceso de liberación cognitiva, a través del cual puede activarse no solo la imaginación política tras la necesidad de la supervivencia y el cuidado de la vida, sino también la interseccionalidad entre nuevas y viejas luchas (sociales, étnicas, feministas y ecologistas), todo lo cual puede conducirnos a las puertas de un pensamiento holístico, integral, transformador, hasta hoy negado.
by 
REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ

martes, 16 de junio de 2020

Hasta un 35% de pacientes en UCI por Covid-19 presenta daño miocárdico

Las patologías cardiovasculares también cobran protagonismo en las afecciones producidas por la Covid-19, además del daño pulmonar. Entre un 25 y un 35 por ciento de los pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con Covid-19 han sufrido daño miocárdico. Así lo señalaba la jefa del Área de Críticos del Hospital Parc Taulí (Barcelona), Ana Ochagavía, en un seminario online de La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) en colaboración de Ferrer.
Bajo el título ‘Patología cardiovascular en el paciente con Covid-19’, expertos intensivistas abordaron cómo el coronavitus afecta al sistema cardiovascular desde diferentes puntos de vista.
Ochagavía señala cómo el coronavirus interactúa con el sistema cardiovascular pudiendo incrementar el riesgo de daño miocárdico agudo. De esta forma, provoca arritmias, más frecuentes en pacientes con Covid-19 en UCI, el 44,4 por ciento, que en los que no requieren cuidados intensivos (6,90 por ciento), señalan en un comunicado.
A las dos o tres semanas de infección puede provocar también miocarditis y una elevación de biomarcadores de daño miocárdico. Sin embargo, existe un bajo porcentaje de infarto agudo de miocardio de tipo isquémico.
La detección del daño miocárdico es “una señal de alarma”, ya que empeora el pronóstico, señala Ochagavía.
El patrón de intervención en estos casos no es diferente al que se requieren en otras infecciones, por lo que la experta recomendó no modificar los protocolos al respecto y realizar ecocardiografías para evaluar la función cardiaca y el estado hemodinámico.

Hipertensión arterial y Covid-19

Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina fueron cuestionados ante el riesgo de su uso para el control de la hipertensión arterial y su asociación con una mayor mortalidad en pacientes afectados por el virus.
El intensivista del Hospital La Paz (Madrid), Pablo Millán, expuso que no se ha demostrado que los antihipertensivos se asocien con un mayor riesgo de infección, ni peor evolución durante la enfermedad. Una afirmación que sostenía tras hacer referencia a varios estudios internacionales.
Millán apela por seguir administrando los mismos fármacos habituales.

Optimización de soporte

Por su parte, el intensivista del Hospital de Jerez de la Frontera, Ignacio Monge, exponía las directrices para la optimización en el soporte hemodinámico en estos pacientes. Además de la infección directa y las comorbilidades previas, se ha comprobado que las propias terapias administradas pueden ser un factor más de inestabilidad.
Los pacientes pueden desarrollar hipovolemia, vasoplejía (derivada de los altos niveles de sedación), embolia pulmonar o disfunción cardiaca por daño directo del virus al miocardio. 
Un estudio que desarrolla la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC) ha cifrado en un 77,3% el número de pacientes COVID-19 que ha necesitado soporte vasopresor. Otros estudios elevan esta cifra al 95% de los enfermos.
Ante la importancia de minimizar la afectación derivada del soporte hemodinámico, el doctor Monge recomienda el mayor grado de personalización posible, con una monitorización mucho más exhaustiva que la desarrollada hasta ahora durante la pandemia.

Soporte ECMO y Covid-19

Por último, María Paz Fuset, intensivista del Hospital Univ. de Bellvitge (Barcelona), cerró el seminario exponiendo el uso de soporte de oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO) en el paciente con COVID-19, una necesidad que ha ido en aumento de forma exponencial durante la pandemia. De hecho, España es el segundo país de Europa que más pacientes con coronavirus ha asistido mediante ECMO, solo por detrás de Francia. 
“La asistencia mecánica permite ganar tiempo para diagnosticar y tratar al paciente”
Para ello, se da soporte respiratorio, cardiaco o cardio-respiratorio, según las necesidades de cada caso. La doctora recomendó el uso de la ECMO en parada cardiorrespiratoria solo en centros donde exista un programa hospitalario previo y nunca de forma extrahospitalaria. Al mismo tiempo, abogó por una centralización de los casos en centros de referencia, al ser una técnica que exige alta cualificación en pacientes con COVID-19. 
El coronavirus es extremadamente peligroso en pacientes cardiovasculares
SEGUN : La Agencia Latina de  Noticias de Medicina y Salud Pública
El covid-19, también conocido como coronavirus, está causando un serio problema de salud pública a nivel mundial. No solo genera mortalidad, sino que, según datos extraídos del Equipo Epidemiológico de Respuesta de Emergencia a la Neumonía del Nuevo Coronavirus, esta enfermedad es extremadamente peligrosa en pacientes con enfermedades cardíacas, respiratorias e inmunológicas.

Falta de conocimiento

Una de las principales preocupaciones frente al padecimiento del coronavirus, es que aún existe mucho desconocimiento frente a la enfermedad. Así lo afirmó, Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica en un artículo de La Razón.
Sin duda, lo que parece claro es que lo más peligroso pasa porque se produzca la combinación de una neumonía bacteriana con la causada por el Covid-19, ya que eso puede desencadenar un g1rave pronóstico e incluso el fallecimiento del afectado”.
Igualmente, el experto hace hincapié sobre quiénes tiene mayor riesgo de estos trastornos. Algunos son:
  • Trasplantados
  • Pacientes sometidos a tratamientos oncológicos
*Las anteriores pueden presentar una evolución más grave, pues el virus puede descompensar su enfermedad previa.

Personas que sufren enfermedad coronaria

. La razón, está relacionada a que el covid-19 sobrecargaría el corazón, lo que ocasiona un daño al músculo cardíaco, conocido como miocarditis.
“Cualquier infección, también la causada por el Covid-19, produce una sobrecarga para el corazón. Si hay insuficiencia cardiaca el virus puede producir una congestión (acumulo de líquido) en los pulmones, lo que complicará la respiración y probablemente el curso de la infección respiratoria, aumentando las probabilidades de dificultades, explica Juan Cosín, presidente de la Asociación de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC)”.

Pacientes con diabetes e hipertensión

La hipertensión y la diabetes son dos enfermedades con gran prevalencia actualmente. Los expertos afirman que los pacientes con estas patologías tienen un riesgo mucho más alto de contraer coronavirus. Anna Novials, presidenta de la Sociedad Española de Diabetes recomienda que:
“Resulta esencial que las personas con diabetes mantengan el mejor control metabólico posible, para estar preparados ante un posible episodio infeccioso, ya sea por este virus o por otro”.
Frente a la información antes expuesta, toma las medidas preventivas para evitar el coronavirus. Algunos consejos que puedes implementar son:
  • Lavarse las manos varias veces al día
  • Evitar saludar de mano, beso o usando contacto físico
  • Realizar procesos de asepsia constantemente de todos los objetos personales