lunes, 2 de octubre de 2017

ACTOS DE REPUDIO EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO

ACTOS DE REPUDIO EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO
La policía política instruye a los paramilitares
en cómo darles golpizas a los opositores pacíficos


Documental Gusano






1980: Actos de repudio a los que querían salir de Cuba, ordenados por Fidel y Raúl Castro
Se manifestó el fascismo rojo. Las turbas organizadas y dirigidas por el Partido Comunista les lanzaron huevos, tomates, piedras, etc. a los cubanos –incluyendo a niños y ancianos- que manifestaron su deseo de irse del ‘paraíso’ castrista, y les llamaban gusano, escoria y otros calificativos denigrantes.


Paramilitares organizados por orden de Fidel y Raúl Castro golpean y desnudan a una pacífica mujer cubana
Julio de 2013

En el reparto Altamira, Santiago de Cuba, la activista por los DDHH Marina Paz fue bestialmente golpeada por paramilitares y agentes de la policía política vestidos de civil.


Acoso a la sede de las Damas de Blanco
14 de octubre de 2013


2013: Actriz Ana Luisa Rubio, salvajemente golpeada








¡Basta ya de represiones y golpizas!
20 de septiembre de 2013

Los reiterados y múltiples casos de presiones diversas, arrestos, invasiones de domicilios y golpizas a personas que manifiestan su desacuerdo con el actual sistema político, tienden a convertir en hechos “normales”, “intrascendentes” lo que en verdad es una flagrante violación masiva de los derechos humanos de muchos cubanos, cuyas protestas y manifestaciones pacíficas se tratan de acallar por la fuerza.

Basta ya de represiones y golpizas por hacer activismo de oposición o pensar diferente.

El caso más reciente fue la golpiza recibida por la actriz Ana Luisa Rubio, una señora con más de 60 años, con el rostro desfigurado por los moretones y hematomas debido a los golpes, que demuestra la continuada acción de los grupos llamados de “respuesta rápida” compuestos por civiles y organizados por la fuerzas de seguridad, que actúan impunemente y agreden a personas indefensas por expresar opiniones críticas contra un gobierno de fuerza.

Bastaría a cualquier internauta con poner su nombre en internet para poder ver la desfiguración con que Ana Luisa fue ingresada en el hospital “Manuel Fajardo” la noche del pasado 6 de septiembre. Ella no había cometido delito alguno, no había agredido a ninguna persona, no había saboteado propiedades públicas o de otras personas, y aunque así hubiera sido, era a las autoridades a quienes correspondía detenerla y encausarla de acuerdo a la ley con el mayor respeto de su integridad física.

Pero sus “antecedentes” de bloguera, participante en las Damas de Blanco y haber gritado a favor de la justicia y de los derechos humanos en la Plaza de la Revolución, parecieron suficientes para que la policía desatendiera su denuncia y garantizaran la impunidad de sus agresores, tres de los cuales fueron identificados por ella, pero hasta ahora nadie ha sido encausado, ni detenido, ni siquiera molestado. Lo cual hace pensar que este acto abominable se produjo con la connivencia y hasta con los auspicios de las propias autoridades.

Un hecho como éste no es un caso excepcional, sino que se podría confeccionar un largo listado de personas agredidas en Cuba por turbas progubernamentales tan solo por la expresión de sus opiniones críticas contra los poderes dominantes.

Los firmantes reclamamos a la opinión pública mundial, a los gobiernos y a las organizaciones internacionales de derechos humanos a no permanecer impávidos ante un hecho tan execrable que atenta contra la dignidad humana, y condenar enérgicamente el clima de violencia generado por una política fundada en el odio y la confrontación.

Firmantes:
David Álvarez-Carbonell, investigador científico, Estados Unidos.
Marlene Azor, socióloga, México.
Franklin Castrellón, periodista, Panamá.
Manuel Castro Rodríguez, profesor universitario, Panamá.
Armando Chaguaceda, politólogo, Cuba/México.
Alfredo Fernández Rodríguez, historiador, Ecuador.
Yoelvis García Mesa, Dr. en Biomedicina, Ohio, Estados Unidos.
Ariel Hidalgo, maestro, Ecuador.
Roberto Augusto Martín Montilla, ingeniero y profesor, Venezuela.
Carlos Alberto Montaner, escritor, La Florida, Estados Unidos.
Antonio Morales-Pita, profesor de Política Económica, Illinois, Estados Unidos.
Oscar Peña, activista de derechos humanos, La Florida, Estados Unidos.
Yoani Sánchez, filóloga y bloguera, Cuba.
Juan Antonio Blanco, historiador, Estados Unidos.
Alexis Jardines, filósofo, Puerto Rico.
Antonio Rodiles, matemático-físico, Cuba.
Pedro Campos, historiador, Cuba.
Rolando Castañeda, economista, Washington DC, Estados Unidos.
Boris Arena. Profesor, cineasta, Cuba.
Andrés Dovale Borja, médico, Cuba.
Amir Valle, escritor y periodista, Alemania.
Julio Tang, historiador, Cuba/Estados Unidos.
Manuel Cuesta Morúa, historiador, Cuba.
Activistas del Proyecto Violencia Cero de Nuevo País
Gloria Llopis Prendes, Cuba.
Leonardo Calvo Cárdenas, Cuba.
Juan. A. Madrazo Luna, Cuba.
Eroisis González Suárez, Cuba.
Eleonor Calvo Martínez, Cuba.
Fernando Palacios Mogar, Cuba.
Yasnay Lozada Jiménez, Cuba.
Daylen Rojas Pérez, Cuba.
Carmelo Bermúdez Rosabal, Cuba.
Alina Guzmán Tamayo, Cuba.
Nilo Julián, Cuba.
Transcurrida una semana de la brutal golpiza, las autoridades castristas no han respondido a la denuncia presentada.
Ana Luisa Rubio entrevistada por Estado de Sats
13 de septiembre de 2013

Ana Luisa Rubio  denuncia
a jefes policiales del régimen castrista

Entrevista a la actriz Ana Luisa Rubio
después de la golpiza
que le propinaron el 6 de septiembre de 2013



La actriz Ana Luisa Rubio declaró que el pasado viernes 6 de septiembre de 2013 salió de su casa después de que un grupo de niños llamara insistentemente a su puerta en un aparente juego.

Salí a reclamar un poco de paz”, dijo Rubio. “Eso fue todo, ahí mismo se abalanzó una mujer a la que ya he denunciado en otras ocasiones por ofensas y amenazas, pero nunca le ha pasado nada (…) Ya no tuve tiempo de defenderme ni refugiarme porque fue una cosa detrás de la otra; al momento empecé a sentir patadas, piñazos, golpes de muchas personas”.

La actriz, de 62 años, solo pudo reconocer a tres participantes en la golpiza que sufrió: dos vecinas y el coordinador de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en la zona. El resto eran desconocidos. En total, fueron una decena de mujeres y hombres que la dejaron tirada en el suelo, sola, tras el ataque.

Nos llamó muy nerviosa, diciendo que estaba ensangrentada y necesitaba ayuda”, declaró Ailer González, directora artística de Estado de Sats, quien junto a los activistas Antonio Rodiles y Juan Antonio Madrazo llevaron a Rubio al hospital Manuel Fajardo, donde pasó una noche.

Le han dado una tremenda paliza (…) la molieron a golpes”, señaló González.

Antonio Rodiles, director del proyecto independienteEstado de Sats, acompañó a Rubio al día siguiente a la Policía para interponer la denuncia, la décimo segunda que hace la actriz. Las anteriores fueron por agresión, amenaza, difamación, violación de domicilio, daño a la propiedad y coacción.

La Policía no hace nada”, declaró la veterana actriz. El resultado es que los agresores “se sienten impunes ante la ley”.

Estoy muy adolorida, pero sobre todo estoy muy asustada”, dijo Rubio. “Ellos no van a parar”.

En 2004, la actriz estuvo nueve meses en una silla de ruedas debido a una agresión.

Frente a la casa de Rubio hay una oficina del Partido Comunista y en la misma cuadra otra de los Comités de Defensa de la Revolución.

El activista Juan Antonio Madrazo dijo que al llegar a casa de la actriz, respondiendo a su petición de auxilio, escuchó al coordinador de los Comités de Defensa de la Revolución, de apellido Durán, decir a una persona con la que hablaba por teléfono: “Se le dio una buena paliza, pero si vuelve a bajar, se le despinga”.

La Policía estuvo en la casa de Rubio el sábado y ella señaló a las dos mujeres y a Durán entre sus agresores. Ninguno fue detenido, confirmó Madrazo.

Ana Luisa Rubio fue una popular actriz de televisión hasta que en la década pasada comenzó a participar en actividades de la disidencia interna.

El régimen de los hermanos Castro ya no le permite trabajar como actriz. “No me dejan ni respirar, me tienen sin economía alguna (…) ellos me censuraron como actriz en 2011, estando en las Damas de Blanco”, dijo.

Actualmente, Rubio alquila una habitación de su casa, como cuentapropista. Pero “tampoco me dejan, me interceptan a los clientes”, señaló. “Me están ahogando de una forma que no tengo manera ni de comer, ni de respirar, ni de reírme”.

En los últimos años ha sido detenida varias veces, la última el pasado 24 de agosto, cuando se paró en la Plaza de la Revolución “a gritar por la justicia, por la libertad, por los derechos humanos”, según relató.

Tras los arrestos, “me llevan siempre a la sala de psiquiatría” de algún hospital habanero. “Ya los médicos les han dicho que no me lleven más, que yo no tengo nada”, aseguró la actriz.

Están tratando de hacer ver que yo estoy loca para que no tenga validez lo que digo”, consideró. “Para mí esto ya no es ni dictadura, esto es fascismo”.

Rubio escribe el bloghttp://aramusa28.wordpress.com/, desde el cual ha denunciado las agresiones que ha sufrido. Ella considera que la golpiza del viernes “fue preparada por la Seguridad del Estado”.

El acoso y los ataques vienen ocurriendo “ya de hace mucho tiempo, yo diría años, lo que pasa es que han ido in crescendo”, afirmó Rubio. “No puedo hacer nada, no sé a quién acudir. Mis compañeros de lucha hacen lo posible, pero nosotros estamos totalmente indefensos”, se quejó la actriz.
El tiempo, el implacable
Verónica Vega
23 de octubre de 2013

Leyendo el post de mi colega Warhol P. “¿A dónde vamos a llegar en Cuba?”, no pude evitar una respuesta automática: Adonde hace tiempo llegamos.

El incalificable suceso vivido por la actriz Ana Luisa Rubio ha tenido en la isla precedentes más o menos ignorados que sólo las víctimas y familiares y amigos arrastran en diferentes niveles del subconsciente. Por razones obvias estos casos no se publican o tan siquiera se registran. Y la amnesia histórica es el monstruo más fácil de alimentar.

No sé cuántas víctimas hayan dejado tras sí los primeros “performances” admonitorios. Pero en cuanto a las turbas que humillaban y atropellaban en el 80 a aquellos que se atrevieron a confesar su descontento, los “huevazos” no siempre fueron el límite. La ira del vulgo, expresamente activada y acuciada, es incalculable.

Cuando Fidel lanzó su discurso donde aclaraba: “¡nuestro repudio es moral!”, fue precisamente para detener el tsunami.

Conozco a una mujer cuyo hermano murió por una de esas golpizas de “todos contra uno”, donde la única versión, el único enfoque posible es el de la vergüenza. ¿Su delito? Querer irse de aquí.

Pero por más que la ira sea la reacción inmediata ante la barbarie, en honor a la misma naturaleza humana es preciso parar ahí. No degradarse contraatacando. Primero porque entre violencia y violencia ya no es posible diferenciar al justo y al canalla.

Para desenmascarar la violencia hay que aislarla, dejarla sola. Es lo que hace la diferencia entre el hombre y la bestia, lo que deja al culpable expuesto en su totalidad.

En mi opinión, en el caso de la actriz, el punto más vulnerable radica en que es simplemente injustificable que un delito de lesiones, con el agravante de que los agresores son más de tres, no proceda, mucho más si se atestiguaron las lesiones a tiempo y la víctima requirió atención médica.

¿Dónde están los impedimentos legales para que esta denuncia se engavete? Aún ante el manido argumento de que fueron vecinos protagonizando una vendetta, o “el pueblo espontáneo y enardecido”, los agresores son criminales ante la ley.

Y si la voz oficial se alza para defender a los victimarios en vez de a la víctima, entonces la ley misma se degrada.

Desacreditar a la víctima es un recurso también tan viejo, que no sé cómo aún funciona. Es una burda estrategia para desviar la atención.

A la poetisa María Elena Cruz Varela, honrada en nuestra propia tierra con el premio Julián del Casal, después de la desarticulación del proyecto Criterio Alternativo y un masivo linchamiento, se le cuestionaba su nivel de escolaridad y se tildaba de “dudosa” su moral.

Pero el verdadero hacedor de justicia es el tiempo. Me encanta cómo ubica las cosas en su justo lugar.

Mientras María Elena emigró para borrar el pasado y seguir escribiendo y cosechando reconocimientos, como los premios Emilia Bernal y el de Novela histórica Alfonso X El Sabio, es fácil deducir que tanto linchadores como cómplices siguieron con sus vidas sin más distintivo que el anonimato, muy probablemente la miseria material y Dios quiera que el remordimiento.

Lamento también discrepar con mi colega acerca de lo que se lucha en Cuba en contra de la violencia a la mujer.

No sólo porque se cultiva el machismo afianzando la tradición y con la colaboración de los medios, sino porque la impunidad de que gozan los agresores amparados por la propia ley es despampanante. Desde los acosos sexuales hasta la agresión física. Y no sólo a mujeres que manifiestan su oposición política.

Recientemente una amiga llevó a juicio a su expareja por golpearla y amenazarla de muerte frente al hijo de ambos, menor de edad. ¿El resultado?  Una multa de 30 pesos cubanos y un trato casi grosero por parte de la jurista. Ni soñar con la orden de alejamiento que solicitó.

Esto que estamos viendo es la descomposición que empezó hace décadas, alimentada como siempre por el egoísmo, individual y colectivo, y por el también viejo recurso del reciclaje de generaciones, donde la última desplaza a la anterior con nuevas sugestiones, tragedias y escándalos.

Pero ninguna desintegración es eterna, y el proceso que sigue, inevitablemente y por más que tarde, es el de la regeneración. El tiempo, el implacable, una vez más disolverá los nudos, las confusiones, las traquimañas.

Ninguna manipulación o hipnotismo, por más masivo que sea, se resiste al peso de la verdad. Si no, miren al fascismo, cuyo recuerdo todavía abochorna al mundo.
La salvaje golpiza contra Ana Luisa Rubio
no debe quedar impune
11 de septiembre de 2013
          
El caso de la actriz Ana Luisa Rubio, con el rostro desfigurado por los moretones y hematomas debido a los golpes, podría ser la prueba más fehaciente de la existencia en Cuba de grupos paramilitares, sólo comparables a los escuadrones de la muerte de las dictaduras de derecha latinoamericanas: grupos que impunemente agreden a personas indefensas por expresar opiniones críticas contra un gobierno de fuerza, en este caso una señora de más de 60 años de edad. Bastaría a cualquier internauta con poner su nombre en internet para poder ver la desfiguración con que Ana Luisa fue ingresada en el Hospital Calixto García la noche del pasado 6 de septiembre. Ella no había cometido delito alguno, no había agredido a ninguna persona, no había saboteado propiedades públicas o de otras personas, y aunque así hubiera sido, era a las autoridades a quienes correspondía detenerla y encausarla de acuerdo a la ley con el mayor respeto de su integridad física. Pero no, su supuesto delito había sido simplemente expresar sus opiniones en un blog y en una plaza pública como había hecho días antes en la Plaza de la Revolución cuando gritó a favor de la justicia y de los derechos humanos.

Ana Luisa tiene el derecho a expresar sus opiniones, nos gusten o no, en su blog, en las plazas, en los periódicos y hasta en la televisión en cuyas pantallas apareció durante muchos años como la bella actriz que muchos admiraron, aunque ese derecho, paradójicamente, constituya un delito ante los ojos de quienes consideran a la patria un feudo o capellanía de fuero exclusivo.

Lo más grave no ha sido en realidad, la salvaje golpiza de la que fue víctima, sino la impunidad con la que los agresores actuaron, tres de los cuales fueron identificados por ella, pero hasta ahora nadie ha sido encausado, ni detenido, ni siquiera molestado, lo cual hace pensar que este acto abominable se produjo con la connivencia y hasta con los auspicios de las propias autoridades. Muy frágil debe sentirse un régimen cuando se atemoriza ante las palabras de una dama indefensa.

Un hecho como este no es un caso excepcional, sino que se podría confeccionar un largo listado de personas agredidas en Cuba por turbas progubernamentales tan solo por la expresión de sus opiniones críticas contra los poderes dominantes.      
Represión a las Damas de Blanco



Vivir en Cuba y vivir
Raúl Rivero
4 de agosto de 2013

Hay un solo punto de coincidencia visible entre el grupo de compadres y el inflamado coro de guatacas de abolengo que tienen el poder en la isla y los hombres y mujeres que le hacen oposición y se rebelan. Ese punto común tiene que ver con el empecinamiento y con la voluntad.

Los poderosos y su servidumbre se producen en el día a día como seres intransigentes y fanáticos. Ellos quieren preservar sus privilegios. Los opositores son tenaces y vehementes porque trabajan por la libertad.

Fuera de ese contacto pueril y aleatorio, las vidas de esas dos categorías de cubanos se mueven en una peligrosa región de divisiones obscenas. Los que tienen el mando usan los dones de la terquedad y su ambición para actuar sin ambages como una milicia eficaz de verdugos.

Para ese trabajo sucio se han dotado de una tropa de tracatanes sin escrúpulos ni ideologías que tienen cuarteles y cuevas civiles de San Antonio a Maisí.

Los señores del gobierno llevan esa diferencia a otras parroquias humillantes y vejatorias. Dejan a la oposición, y a todos los cubanos, sin libertad de opinión y sin prensa y bajo la prohibición de exponer sus ideas políticas.

Para las organizaciones disidentes y contestatarias, para los grandes sectores marginados de la sociedad funciona un sistema legal que ya no es ni siquiera una traducción de los mamotretos represivos de la Rusia de Stalin. Es una versión al español sin zetas del Caribe hecha a partir de los originales de la legislación de Corea del Norte.

Los jefes encuentran todavía otro dominio dramático para mostrar el contraste de su existencia con la de los compatriotas que difieren de sus ideas. Se puede decir pronto y apegados a un mecanismo de la retórica tradicional del socialismo y de los voceros de sus escombros: unos son ricos y los otros pobres.

Así de fácil. Los del gobierno viven en residencias de lujo, han tenido siempre, a lo largo de más de medio siglo, la mejor alimentación, autos refrigerados, viajes, vacaciones dentro y fuera de Cuba y una garantía de esas mismas prerrogativas para sus familias, las amantes y los cómplices extranjeros con buena conducta.

Al otro lado de ese escenario, viven los opositores. La mayoría sin trabajo, con expedientes de expresos políticos, sin carros, como simples aspirantes a bicicletas, con una libreta llena de números en la mesa de la cocina para que haya algo que servir hasta los fines de mes. Y perseguidos, golpeados, insultados en los mítines de repudio que le organizan desde La Habana los obstinados mandamases.

Iván Hernández Carrillo escribió que después de una misa en Matanzas, a la que asistieron activistas y Damas de Blanco, los opositores recibieron una paliza: “Félix Navarro, líder de la UNPACU, tiene una costilla rota”.

El testimonio de la periodista Saily Navarro, hija del ex preso político agredido, dice esto: “Lo tiraron al suelo y lo patearon, le dieron por la boca, por el abdomen, por la espalda”.

Esta nota no es un ejercicio de abstracción.
Mitín de repudio a la opositora Sara Martha Fonseca

La misma castrista ‘espontánea’
en 2 actos de repudio diferentes



La difunta Laura Pollán y otras Damas de Blanco sufriendo un acto de repudio en La Habana


Marginalidad y poder: ¿De qué se queja Raúl Castro?
Michel Suárez
17 de julio de 2013

Si de verdad le preocupan la chabacanería y la pérdida de las buenas costumbres, debería empezar por erradicar los actos de repudio que protagonizan sus huestes

A los barbudos que fundaron el “ministerio de las bajas pasiones” —los CDR—, impusieron la estética militarista y censuraron los debates intelectuales sobre cualquier problema, ahora parece molestarles algunas ramificaciones de su propia obra de ingeniería social.

Una buena parte del deterioro social de Cuba encuentra explicación en las condiciones materiales. La lucha por la subsistencia provoca, aquí y allá, un peligroso reacomodo de valores. Todo entra en el plano de lo posible, de lo tolerable, según qué asunto se pretenda resolver. Pero hay muchos otros factores que explican el actual estado de cosas.

El alarmante lenguaje de los niños, supuestamente mejor educados; la agresividad nunca antes vista en las calles de La Habana, el favelismo social que vive Santiago de Cuba y el deterioro general de las normas de convivencia, son consecuencias de la marginalidad provocada, del empoderamiento injustificado de ciertos sectores y de la doble moral imperante.

La utilización de estratos marginales, con objetivos ideológicos, ha sido política de Estado en los últimos cincuenta años, pese a las maniobras para esquivar el término. Según el catecismo oficial, “la revolución no margina a nadie, todos están dentro del proceso”. Y así se finiquita cualquier debate al respecto. Pero mientras el régimen patrocina el chanchullo cederista, el “pa' lo que sea Fidel” y los “huevos contra la escoria”, el Ministerio de la Verdad se ocupa de proveer todos los eufemismos necesarios.

El encumbramiento de los peores individuos de la sociedad, la exacerbación de las bajas pasiones, la competitividad basada en temas baldíos (emulación, planes ficticios) y el premio a la chivatería y a la intromisión ilegítima en la vida ajena constituyen la base de lo que ahora critica Raúl Castro.

El Estado totalitario se ha asegurado de que todo esto funcione maravillosamente, pese a las recientes lágrimas de cocodrilo del General. Probablemente, Castro intentará recorrer el trillo de los decretos, sin tener en cuenta el daño antropológico y estructural. La Cuba social esculpida por el castrismo llegó para quedarse. Ni siquiera un futuro escenario democrático podrá borrar tal huella de un plumazo.

Lágrimas de cocodrilo

Si de verdad le preocupan la chabacanería y la pérdida de las buenas costumbres, Raúl Castro debería empezar por erradicar los actos de repudio que protagonizan sus huestes. La frase “machetes, que son poquitas”, junto a afirmaciones denigrantes contra las Damas de Blanco y otros actores sociales, retratan la situación del país e indican la responsabilidad absoluta del régimen.

Y después de terminar con la violencia de Estado, física y verbal, lo segundo es restaurar la meritocracia, un sistema que premie la calidad y los valores, y no las adhesiones políticas o ideológicas. No se estimula la excelencia cuando el mejor alumno no resulta ser el primer expediente, pues eso, según la escala castrista, es puro “docentismo”. En la educación, en las empresas y en el aparato político, ascienden los llamados ciudadanos “integrales”, que muy pocas veces son los más talentosos. Se promueve a los más “revolucionarios”, a los que saben tirar estrellas de lata contra yanquis de cartón, aunque sean los más vulgares, incapaces de servir de paradigma a las nuevas generaciones.

Jamás el castrismo ha ocultado su goce viendo actuar impunemente al “ejército popular”, formado a su imagen y semejanza. Los máximos representantes de la estética verde-olivo habitan en todas partes, adoptan las principales decisiones, aplastan a los talentosos y exterminan cualquier debate no reglado.

Cuba es un país donde los marginales se sienten cobijados por la lógica del poder. Y aunque cada vez reciben menos prebendas a cambio de controlar las calles (no hay ventiladores Órbita ni lavadoras Aurika para “repartir” en el sindicato), la subversión de la pirámide social es ya un hecho. ¿De qué se queja Raúl Castro?
¿Quiénes tienen que ser tolerantes
y demostrar amor fraternal?
Manuel Castro Rodríguez
21 de septiembre de 2012
“Debemos buscar unas relaciones humanas en que la gente pueda vivir y expresar lo que siente, una convivencia en el amor fraternal”, declaró Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Añadió el arzobispo de Santiago de Cuba: “Tenemos que procurar vivir como hermanos, siendo tolerantes, en medio de la convivencia humana, fraterna”.

Este vídeo muestra el "amor fraternal" que siente la tiranía castrista por el pueblo cubano:

¿Se le puede pedir a la niña del vídeo que sea tolerante, cuando ha visto cómo su madre y ella misma son atacadas por las fuerzas represivas del régimen que tiraniza a Cuba desde hace 53 años?

El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba agregó: “Que Dios nos ayude a vivir en el amor y trabajar por esta Cuba hermosa para encontrar juntos la solución de los problemas”. ¿Cuándo la jerarquía de la Iglesia católica de Cuba va a ayudar al pueblo cubano, que es reprimido constantemente por pedir que se le respeten sus derechos como seres humanos? El pueblo cubano ya no tiene más mejilla que poner.

 La jerarquía de la Iglesia católica de Cuba sabe que “para encontrar juntos la solución de los problemas”, es necesario que el gobierno cubano se siente a dialogar con la sociedad civil cubana. Los firmantes del ‘Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible’: “Demandamos un diálogo nacional, abierto, transparente, pluralista y sin condiciones para poder acometer constructivamente el desafío que nos presenta la actual crisis”. Por cierto, hace un mes y siete días les envié el ‘Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible’, ¿por qué no lo han publicado?

¿Hasta cuándo se seguirá derramando la sangre del pueblo cubano? Es responsabilidad de la jerarquía católica de Cuba solicitarle al régimen de los hermanos Castro que se inicie ese diálogo. ¿O no?
Mítines para el final
Odelín Alfonso Torna
28 de abril de 2011

Durante los sucesos de Mariel, en 1980, cuyo comienzo se conmemora por estos días, Panchita fue una de víctimas fatales de los mítines de repudio. Panchita no era una “gusana”, era la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución de su cuadra y murió cuando formaba parte de una turba progubernamental que acosaba a una familia en las calles Velarde e Infanta, en el municipio Cerro.

Paradójicamente, Panchita no murió a manos de un “gusano”, fue víctima de la ira de otro revolucionario que al ver a su madre entre los acosados por las hordas en el mitin de repudio, lanzó el automóvil que conducía contra las porras. Segundos después el agresor fue ultimado a tiros por un agente del Ministerio del Interior.

Panchita jamás fue elevada a la categoría de “heroína de la revolución”, solo la recuerdan algunos de los que tuvieron relación con los hechos.

Los horrendos mítines que proliferaron y se extendieron día y noche por todo el país durante cinco meses, no fueron espontáneos, ni fortuitos. Fidel Castro hizo un llamado personal a que se produjeran estos desórdenes sociales en un editorial del periódico Granma, publicado en 1980. El texto se titulaba “¿Qué carazo le pasa a Carazo?”, en alusión al entonces presidente de Costa Rica y su ofrecimiento de refugio a los cubanos que huían del país. En aquel editorial, Fidel Castroadvertía: “El pueblo no conoce de sutilezas diplomáticas. Ahora entrará en acción el pueblo”.

Después de los sucesos de Velarde e Infanta, en otra nota del diario Granma, el propio Castro, con su habitual cinismo, se distanciaba de los hechos y ponía la responsabilidad sobre los hombros del pueblo. Dijo que a pesar del verdadero sentir revolucionario de la población, no debían continuar los desordenes. Pero no se hizo nada por detenerlos, por el contrario, el gobierno continuó fomentándolos.

Las jóvenes quizás no aprecien la magnitud del trauma que representaron para la sociedad los actos de repudio de 1980; acciones que evidenciaron el desprecio del gobierno hacia nuestro pueblo y en especial hacia los que trataban de abandonar el país. En nombre de la fidelidad a la revolución y a la familia Castro, amigos, compañeros de trabajo y de clases, familiares y vecinos, pasaron -por órdenes del gobierno- de la armonía al odio, de la convivencia a la agresión y la confrontación.

A lo largo de tres décadas, en mayor o menor grado según el momento, los barbáricos mítines de odio se han convertido en parte de nuestra cotidianeidad y a muchos hasta han llegado a parecerles “normales”. Hoy las víctimas no son los que quieren huir del país, sino las Damas de Blanco y otros miembros de la sociedad civil que se atreven a reclamar pacíficamente el derecho de los cubanos a la libertad y a una vida digna.

Treinta y un años después del Mariel, aunque con menos frecuencia y masividad, el gobierno y el partido comunista continúan organizando e incentivando los actos de repudio, fomentando el odio y enfrentando a los cubanos entre sí para beneficio de la misma familia Castro.

Aumenta la tensión en nuestras calles, existe un clima propicio para la desestabilización social y política y para nuevos estallidos de violencia, con el agravante de que es poco probable que la tensión social se pueda liberar esta vez abriendo las fronteras a un éxodo masivo, como el que permitió que más de 125 mil cubanos huyeran a La Florida en 1980. El mundo no es el mismo y es poco probable que los americanos caigan en la misma trampa.

Orientados por el Partido Comunistalos fratricidas mítines de repudio reaparecen con fuerza, para mantener mediante el terror una ideología sin fundamentos y un gobierno quebrado, moral y materialmente. Todo indica que el gobierno no planea dar tregua a nuestro pueblo.

El pasado que nos espera
Reinaldo Escobar
25 de marzo de 2010

Le debo a Pedro Luis Ferrer esta frase: “Nadie sabe el pasado que le espera”. Y me acordé mucho de ella en los días que de forma casualmente simultánea leía El expediente de Timothy Garton Asch (1977) y veía en el noticiero de la televisión las imágenes de los “mitines de repudio” contra las Damas de Blanco.

El libro cuenta la historia de un escritor que tuvo acceso a su expediente  en la Stasi (Seguridad del Estado en la ya extinta RDA) y a través de él conoce los nombres de los informantes que minuciosamente aportaron detalles a las 325 páginas de su carpeta. Lo que se vio en esos días en el noticiero no es necesario aclararlo.

Ninguno de aquellos delatores de los medios intelectuales del Berlín amurallado y socialista podía prever que algún día sus nombres fueran revelados, como probablemente ninguna de las personas que en las calles de La Habana insultaba y escupía a aquellas mujeres tenga en cuenta el hecho de que todas esas imágenes han sido grabadas y serán algún día el contenido testimonial de esos documentales que en el futuro describirán lo que inevitablemente formará parte del pasado.

“Mamá, ayer te vi en la televisión”, le dirán sus hijos y se le quedarán mirando como el que espera una explicación.



Mitin de repudio al periodista Reinaldo Escobar
2009

Manuel Díaz Martínez
8 de enero de 1992

¿Sabe usted qué es un acto de repudio? En Cuba todo el mundo lo sabe. Forma parte de nuestra cultura política. Un acto de repudio es un espacio abierto a las pasiones y la histeria. Es una zona franca para todo tipo de desmanes contra las personas y las cosas. En un acto de repudio quedan en suspenso los códigos, las leyes y todas las normas de legalidad y convivencia civilizada. Un acto de repudio es un delito de lesa humanidad. Con esta práctica de raíz inquisitorial, puesta de moda en nuestro siglo por el fascismo, se intenta trasladar a la masa la responsabilidad de la represión, pretendiéndose mostrar al mundo la imagen de un pueblo ofendido que hace justicia por su cuenta.

Los actos de repudio aparecieron en Cuba con este nombre hace poco más de una década, cuando la crisis provocada por el asilo súbito de miles de personas en la Embajada de Perú en La Habana y el subsiguiente éxodo hacia Estados Unidos, por el puerto de Mariel, de alrededor de 120.000 cubanos. Tan pronto como alguien comunicaba a las autoridades que abandonaría el país, se le montaba un acto de repudio por desertor y apátrida. La muchedumbre convocada al efecto estaba autorizada a golpear a esta persona, a pasearla por las calles con sambenitos y letreros infamantes, a apedrear su casa y sitiársela con altavoces que vociferaban insultos durante horas, etcétera. Algunas de aquellas tropelías fueron de un ensañamiento demencial y me permitieron ver de cerca hasta dónde llega la abyección de ciertos individuos cuando se sienten todopoderosos frente a su víctima y se saben amparados por la más completa impunidad.

Todos en Cuba recordamos que cuando aquellos actos de repudio comenzaron a hacer explosiva la atmósfera social y a provocar reyertas de ciertas proporciones, el partido, que los había alentado, se alarmó y emitió un llamado a la cordura mediante el cual los puso freno.

Quienes siempre los rechazamos aplaudimos el llamado del partido y pensamos, con alivio, que tales actos quedarían en el pasado como pesadillas que jamás volverían a atormentarnos. Cuba, a fin de cuentas, es un país civilizado, signatario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y con una Constitución presidida por el anhelo martiano de que “la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”, de modo que no había por qué temer que los actos de repudio fuesen como las golondrinas de Bécquer.

Pero volvieron las oscuras golondrinas... Y de qué manera.

¿Olvidó el partido las razones que adujo hace más de 10 años para suprimir los actos de repudio o es que hoy no las considera válidas ante una oposición interna que, aunque moderada y pacifista, hay que silenciar de cualquier modo? ¿Debe entenderse que es así como el partido responde a la petición de diálogo cívico formulada en la Declaración de Intelectuales Cubanos?

María Elena Cruz Varela es una valiosa poetisa y escritora. En 1989 obtuvo el Premio Nacional de Poesía UNEAC. Es madre de una jovencita de 16 años y de un niño de 11. Preside el grupo opositor liberal Criterio Alternativo, que propugna la conveniencia de un tránsito pacífico y ordenado de la sociedad cubana hacia la democracia.

En la tarde del 19 de noviembre se hallaba conversando con unos amigos en su modesto piso de la barriada habanera de Alamar cuando un hombre y una mujer, conocidos de ella, se presentaron ante la reja que protege su puerta. Los recién llegados querían, según dijeron, hablar con la poetisa acerca de unas octavillas distribuidas el día anterior en diversos puntos de La Habana, en las que Criterio Alternativo hacía un reclamo proselitista. Tan pronto como María Elena abrió la reja, los individuos penetraron violentamente y franquearon el paso a otros que se ocultaban en la escalera. Los asaltantes la emprendieron a golpes contra María Elena y las otras personas que se encontraban allí, al tiempo que destruían muebles y cuantos objetos hallaban. Posteriormente, María Elena fue arrastrada escaleras abajo, y ya en la calle, entre golpes y denuestos, con los brazos sujetos a la espalda, fue obligada por la turba a soportar que le introdujeran en la boca varias de las octavillas que su grupo había distribuido. Mientras tanto, su hija también era golpeada por la multitud.

Cuando los policías uniformados que contemplaban la escena lo estimaron conveniente, se llevaron a la poetisa y, la mantuvieron retenida hasta la medianoche, hora en que la devolvieron a su casa. A partir de ese momento, y durante dos días, ella y sus hijos estuvieron sitiados por sujetos que impedían el acceso al piso.

Al segundo día, María Elena fue arrestada y conducida a la sede de la Seguridad del Estado, la famosa Villa Marista, donde la mantuvieron incomunicada por espacio de seis días.

Mientras la poetisa permanecía encerrada en su casa con sus dos hijos, compañeros de ella intentaron acercarse al lugar y recibieron severas palizas, propinadas por grupos de individuos supuestamente civiles. Entre los golpeados figuran el abogado Fausto Adolfo Martí, de la Coalición Democrática, y el germanista y editor Jorge Pomar Montalvo, dirigente de Criterio Alternativo, a quien le rociaron los ojos con un gas de los que usa la policía, y a patadas y palos le fracturaron costillas y lo hirieron en el rostro. Pomar también fue encarcelado en Villa Marista bajo régimen de incomunicación.

Sorpresivamente, el juicio a María Elena y Jorge Pomar fue anunciado un día antes del señalado por la Policía Política para la primera visita de los familiares a los detenidos, y dos horas antes de que comenzara. Los abogados de los reos conocieron del caso 20 minutos antes de la vista.

Ambos opositores fueron condenados a dos años de cárcel bajo los cargos de asociación ilícita y difamación.

Hasta aquí la descripción somera de los hechos, según el testimonio de víctimas y testigos oculares.

Hay que subrayar que Criterio Alternativo no es una agrupación clandestina y que desde septiembre tiene presentada una solicitud de inscripción en el registro correspondiente del Ministerio de Justicia, sin que hasta el momento del juicio se conociera la respuesta de dicho ministerio. En cuanto al cargo de difamación, debe saberse que se basó en que en un texto público de Criterio Alternativo se define como amanuenses a los diputados de la Asamblea Nacional.

Llama la atención el hecho de que, según parece, en Cuba no incurren en el delito de asociación ilícita quienes se reúnen para asaltar casas, apalear a sus moradores y destrozar propiedades ajenas, ni en el de difamación quienes, en los periódicos oficiales, acusan de colaboradores de la CIA a ciudadanos que nada tienen que ver con este ni con ningún otro servicio de espionaje extranjero.

Es bueno que se sepa que Cuba firmó hace unos meses,en julio de 1991, la Declaración de Guadalajara, en la que se dicen cosas como ésta: “Nuestra comunidad se asienta en la democracia, el respeto a los derechos humanos y en las libertades fundamentales”. Y como ésta: “Reafirmamos que es obligación del Estado de derecho promover y garantizar la plena vigencia de los derechos humanos”.

Durante la cumbre de Guadalajara, el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y primer secretario del partido, comandante en jefe Fidel Castro, respondiendo a una periodista de la televisión de Miami, negó categóricamente que en Cuba se realicen actos de repudio. Dijo que él no tenía noticia de ninguno.

El incidente con María Elena Cruz Varela y sus compañeros de Criterio Alternativo -todos firmantes de la Carta de los Diez- cubre con una sombría interrogación el futuro político inmediato de la nación cubana.

No creo ocioso repetir a mis compatriotas que la violencia es el peor de los caminos que cualquiera de los bandos pueda tomar. Por lo pronto, el Gobierno ya tiró la primera piedra.

Manuel Díaz Martínez es poeta y periodista cubano. Miembro de la Academia Cubana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española. Firmante de la Carta de los Diez.

Fidel Castro: las muertes, desapariciones y detenciones que se le atribuyen al difunto líder de la Revolución Cubana

"La Revolución Cubana fue puesta en el dilema de proteger la vida de millones de compatriotas sancionando con la pena capital legalmente establecida".

Con esas palabras, el extinto líder cubano Fidel Castro defendió los tres fusilamientos que se realizaron en la isla en 2003, los últimos registrados en la historia de Cuba.

"Ni siquiera Cristo, que expulsó a latigazos a los mercaderes del templo, dejaría de optar por la defensa del pueblo", aseguró aquella vez.
Más de una semana después de la muerte del exmandatario, BBC Mundo repasa la faceta más controversial y cuestionada de Castro: las muertes, detenciones políticas y desapariciones durante su gobierno.
Algo que le costó a la Revolución Cubana sanciones diplomáticas y económicas así como la pérdida de aliados valiosos en el mundo intelectual, pero que muchos cubanos justifican como una "defensa contra los ataques del imperialismo".

Disentir en Cuba

Durante casi seis décadas, numerosas han sido las denuncias dentro y fuera de Cuba sobre muertes, desapariciones y detenciones políticas de aquellos que no estuvieron de acuerdo con el castrismo.
Las cifras varían entre cientos y miles de personas que fueron fusiladas, pero ni los defensores de la Revolución Cubana ni sus detractores pueden dar datos con precisión
No existe un número certero de las víctimas que han muerto por su disidencia cubana, pero algunas ONG buscan documentar cada caso.

La organización Archivo Cuba, con sede en Miami, señala, por ejemplo, que en el más de medio siglo que lleva la Revolución se fusilaron a 3.116 personas y otras 1.166 fueron ejecutadas extrajudicialmente, aunque reconoce que es "muy difícil" saber los números exactos.
Por su parte, el Instituto de Historia de Cuba, a través de su presidente René González, señala que fueron muchos menos casos y todos "en el marco de la ley, con transparencia y con causas probadas",
Similar polémica existe por las detenciones por motivos políticos y las denuncias por desapariciones.
Ni siquiera la ONU tiene un registro específico y Cuba no realiza informes anuales al respecto.
Amnistía Internacional, en cambio, realizó numerosos informes y llamados a una apertura política, la libertad de prensa, el respeto a los derechos humanos y la liberación de algunos detenidos.
Es muy posible que una aproximación certera sólo sucederá, como en otras experiencias en Latinoamérica y el mundo, con la creación de una comisión de la verdad.

Algo de historia

Tres momentos despertaron las mayores críticas por la situación de los derechos humanos en la isla.
Los cientos de fusilamientos durante los primeros años de la Revolución, la ejecución de cuatro militares acusados por narcotráfico en 1989 y el de tres secuestradores de una embarcación en 2003.
Historiadores señalan que la primera etapa la mayoría de los fusilados fueron soldados o personas vinculadas al gobierno de Fulgencio Batista, quien huyó tras el inminente triunfo de la Revolución.
Así lo explicó Ernesto "Che" Guevara en 1964, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas:
"Es una verdad conocida y la hemos expresado siempre ante el mundo. Fusilamientos, sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte (...) En esas condiciones nosotros vivimos por la imposición del imperialismo norteamericano. Pero eso sí, asesinatos no cometemos".
Décadas después, los fusilamientos del general Amaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez, el 13 de julio de 1989, acusados de tráfico de drogas en la llamada "Causa 1", voltearon los ojos del mundo sobre la isla.
Ochoa era considerado un auténtico héroe de la Revolución, condecorado en varias oportunidades, entrenado en Checoslovaquia y punta de lanza de numerosas "misiones internacionalistas" cubanas en América Latina y África.
Las tres últimas personas en ser fusiladas en Cuba, el 12 de abril de 2003, fueron jóvenes que secuestraron una embarcación.
"Nos vamos a la yuma (Estados Unidos)", gritó uno de ellos en el momento de asaltar la lancha.
El grupo no contaba con que la embarcación que secuestraron se quedaría sin combustible rápidamente.
Lorenzo Copello Castillo, Bárbaro Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaad fueron condenados a muerte, otras 8 personas recibieron penas de 2 años a prisión perpetua.
Aquel episodio fue parte de la llamada "primavera negra", en la que, además, 75 personas fueron detenidas entre activistas de oposición, periodistas e intelectuales disidentes.
La ola de represión desatada en aquel momento generó la condena de numerosos pensadores del mundo.
Lo sucedido le costó a la Revolución Cubana la pérdida de uno de sus mayores defensores, el Nobel de Literatura José Saramago.
"Hasta aquí he llegado. Desde ahora en adelante Cuba seguirá su camino, yo me quedo. Disentir es un derecho que se encuentra y se encontrará inscrito con tinta invisible en todas las declaraciones de derechos humanos pasadas, presentes y futuras. Disentir es un acto irrenunciable de conciencia", escribió el fallecido escritor portugués aquella vez.

Las denuncias

El proyecto "Verdad y Memoria" de la organización Archivo Cuba, donde participan miembros del exilio cubano en EE.UU., busca documentar los casos de víctimas del gobierno de casi seis décadas en el poder.
María Werlau, directora de Archivo Cuba, dijo a BBC Mundo que "es imposible saber cuántas personas han muerto en prisión".
"Creemos que son cientos al año. Tristemente solo podemos imaginarlo".
"Pero sospechamos que pueden ser decenas de miles de personas más, porque en casi seis décadas muchas vidas se han perdido y no hay forma de contarlas".
Hasta el último día de 2015, el grupo tenía documentadas 7.062 muertes y desapariciones "atribuidas al régimen castrista" desde 1959.
Sus registros indican que 3.116 fueron ejecuciones por fusilamiento.
También 1.166 ejecuciones extrajudiciales, 123 desapariciones, 315 muertes por negligencia médica y 146 suicidios por causas políticas.

Lo que dice la Revolución

"Si yo soy Stalin, mis muertos gozan de buena salud", dijo Fidel Castro en la década de los 80.
Con aquella temeraria frase el líder cubano negaba las constantes denuncias de persecución política en la isla y tomaba distancia del líder soviético, el Gulag, los confinamientos y la gran purga que el comunista soviético llevó adelante en la URSS contra la disidencia.
"Todas las demás revoluciones, sean burguesas o socialistas, fueron más sangrientas que la Revolución Cubana", afirma el presidente del Instituto de Historia de Cuba, René González, a BBC Mundo.
"Todos los fusilamientos en la historia de la Revolución fueron públicos, con juicios abiertos al pueblo cubano, a la prensa nacional e internacional. Y los que merecieron aquellas penas tuvieron causas probadas por crímenes graves contra el pueblo cubano", señala González.
El número de personas que han muerto al intentar salir de Cuba en embarcaciones inseguras (balseros) es incierto, pero durante décadas ha sido la única salida para miles de cubanos.


El historiador explica que la denuncia de que en la isla se realizaban numerosas ejecuciones sumarias fue "una de las grandes falacias de la propaganda imperialista".
González añade que para combatir aquella campaña, en los primeros años de la Revolución, Fidel Castro puso en marcha la denominada Operación Verdad, "que da transparencia a todos los procesos judiciales contra los esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista".
"Fidel Castro siempre tuvo mucha consideración con los prisioneros de guerra durante la guerrilla. No se fusiló ninguno, se les devolvió su arma y recibieron atención médica", señala el historiador.

¿Presos políticos?

"Dame la lista ahora mismo de los presos políticos para soltarlos. Menciónala ahora, dime el nombre o los nombres, y si hay esos presos políticos, antes de que llegue la noche van a estar sueltos".
Fueron las palabras del presidente Raúl Castro, durante la visita de Barack Obama a la isla, en respuesta a un reportero que le preguntó por qué no libera a los presos políticos de la isla.
La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional es otra organización que ha trabajado para nombrar cada mes cuántos presos políticos hay en la isla. No está reconocida por el gobierno cubano.
Elizardo Sánchez, secretario general la Comisión, señala a BBC Mundo que es imposible documentar con exactitud el número de personas que fueron detenidas, encarceladas o sentenciadas por cuestiones políticas durante el gobierno de Castro.
Pero esa ONG con sede en La Habana se ha dado a la tarea de identificar cada caso desde 2010.
El número ha variado entre 8.889 personas en 2014, 8.616 al siguiente año y 8.505 en los primeros diez meses de 2016.
La Revolución Cubana, a través de Fidel Castro, Raúl Castro, sus cancilleres y vicepresidentes, señalaron a través de los años que aquellos que fueron detenidos se encontraban en "afanes conspirativos" relacionados con el secuestro de aeronaves, atentados en el interior de la isla o coludidos por "el imperio".
Otros casos que se han repetido en estos años fueron las muertes de los prisioneros que se declararon en huelga de hambre durante su encierro.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado otras muertes de disidentes cubanos en "extrañas circunstancias".
Uno de los casos más recientes fue el del connotado líder opositor Oswaldo Payá, quien falleció en 2012 en un supuesto accidente vial del que algunos sospechan fue provocado.

¿Se cumplirá la promesa de Fidel?

Hay pensadores que ya adelantaron su sentencia como el escritor Mario Vargas Llosa, quien dijo que "la historia no absolverá a Fidel Castro".
La obvia referencia alude a la frase de Fidel Castro con la que terminó su alegato de defensa en el juicio en su contra por el asalto al cuartel Moncada en 1953: "La historia me absolverá".
Sin embargo, es prematuro saber qué faceta de la vida del líder cubano tendrá más peso en los libros de historia del futuro.
No sabemos aún si los logros de su Revolución Cubana, los ideales que encarnó, las enormes dificultades que atravesó su pueblo o los fusilamientos y detenciones serán lo que más se recuerde de él en el futuro.
A Lenin todo el mundo lo recuerda como el líder indiscutible de la Revolución Rusa y a Mijaíl Gorbachov por la Perestroika que precipitó la disolución de la Unión Soviética.
De Fidel Castro no sabemos todavía si pesarán más sus luces o sus sombras.
O tal vez la historia jamás se ponga de acuerdo o decida quedarse en la mitad exacta entre lo positivo y lo negativo.
Por ahora no sabemos si la historia lo absolverá.

sábado, 30 de septiembre de 2017

¿Ahora los taxis? Gobierno de Raúl Castro cierra la tenaza sobre el sector privado Read more HEARE

Primero cancelaron los permisos para abrir nuevos negocios. Luego cerraron la cooperativa de contadores más grande del país. Ahora, el gobierno de Raúl Castro quiere controlar a los taxis privados.
El plan del gobierno es organizar a los taxistas en cooperativas controladas por el Estado y con precios regulados. Los llamados boteros, como se conoce a los taxistas que manejan viejos autos estadounidenses, no están contentos.
“Ningún negocio que se haga con el Estado cubano es bueno. Nos hemos mantenido hasta ahora nosotros solos, no necesitamos de la ‘ayuda del Estado’ ”, dijo Rodrigo Hernández, un “botero” que trabaja en la capital, en declaraciones a Cubanet. “Pienso que esto no es para nada bueno, ellos piensan que nosotros somos millonarios y quieren que trabajemos por 20 dólares al mes como hacen con los médicos y los profesionales. En lo particular no pienso entrar en ningún convenio con el Estado y estoy seguro que mis compañeros tampoco”, enfatizó.
El nuevo plan llega después del anuncio de suspensión hasta nuevo aviso de licencias para abrir nuevos negocios —como restaurantes privados o casas de alquiler para turistas— y la imposición de nuevos impuestos, en lo que parece una nueva ofensiva para limitar al sector privado en la isla e impedir el surgimiento de una clase empresarial exitosa.
Algunos de estos negocios privados cuentan con capital cubanoamericano, por lo que su regulación tendría un impacto para los cubanos que en el sur de la Florida han invertido en estas empresas, usualmente familiares.
No todos los que manejan estos autos son sus dueños y hay emprendedores que tienen una flota entera para la cual contrata a los conductores, explicó el economista cubano Omar Everleny Pérez. A diferencia de la propiedad de las casas, que está limitada, no existen limitantes en cuanto al número de autos que un cubano puede poseer, añadió.
Los taxis privados surgieron por una necesidad básica que el gobierno de la isla no ha podido resolver: el transporte de pasajeros. Durante el llamado Periodo Especial —como se le conoce a la severa crisis económica que sobrevino en las década de los años 1990 tras la pérdida de los subsidios soviéticos— el transporte público prácticamente dejó de existir. Y 25 años después, aun no se ha recuperado. Muchos cubanos, con un poco de efectivo disponible, dependen de los taxis privados incluso para ir a trabajar.
Con el auge del turismo y la entrada de remesas a la isla, los taxistas están haciendo mucho dinero y el Partido Comunista ya dejó claro que no permitirá que en Cuba se acumule riqueza.
Unos 54,350 trabajadores se dedicaban al transporte de carga y pasajeros en el sector privado en el 2016, según cifras recopiladas por Emilio Morales, presidente del Havana Consulting Group. Y la actividad es una de las más lucrativas, con una facturación mínima de más de 200 millones de pesos convertibles (unos $260 millones), según sus estimados.
Pero los taxistas privados se han ganado la ojeriza del gobierno también por otro motivo: en febrero protagonizaron una inédita huelga en La Habana, en protesta por el control de los precios y las rutas que impusieron las autoridades.
Hasta ahora,el gobierno ha dicho que su nuevo plan es una “propuesta” y que quienes no quieran unirse a estas cooperativas, podrán seguir trabajando como “taxi libre”, dijo a la televisión estatal Marta Oramas Rivero, viceministra del Transporte. Sin embargo, los que se integren a estas cooperativas tendrán el uso “exclusivo” de esas rutas.
El incentivo a quienes acepten la propuesta del gobierno sería la gasolina más barata y piezas de repuesto a precios mayoristas. Pero a cambio, solo podrían cubrir las rutas designadas con precios bajísimos y establecer contratos con sitios designados por el gobierno para estacionar los vehículos. Tampoco queda claro qué es lo que los funcionarios consideran precios mayoristas, pues en un reporte del diario oficial Granma, otra funcionaria los definió como “precios minorista[s] menos un 20 por ciento de descuento”.
Hasta la fecha “no hay un mercado mayorista en Cuba” para los negocios privados, dijo el economista Carmelo Mesa Lago, quien criticó esta propuesta de controlar precios y rutas.
“Por una parte dicen que el trabajo por cuenta propia es importante y por el otro están controlando más y tratando de sacarles más impuestos”, dijo. “Para mí, esto no tiene



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