sábado, 7 de abril de 2018

Nadie en Cuba conoce cuál es la frontera de lo que se puede tener o no. Se desconoce la cantidad de dinero que despierta las alarmas en el aparato policial del régimen.

Comandantes de la Revolución Guillermo García (i) y Ramiro Valdés
Nadie en Cuba conoce cuál es la frontera de lo que se puede tener o no. Se desconoce la cantidad de dinero que despierta las alarmas en el aparato policial del régimen.
Desde el piso veinte de un edificio próximo al malecón habanero las azules aguas del Océano Atlántico parecen que se pueden tocar con las manos. A esa altura no se divisa la desastrosa infraestructura de La Habana. Ni sus calles rotas, salideros de agua o los inmuebles despedazados por la mala gestión estatal.
Cuando Victor, dueño de un micro negocio de hospedaje se siente frustrado, se pasa una hora en el balcón con una taza de café observando la vista panorámica que ofrece su apartamento en el céntrico barrio del Vedado. Antes de comentar su preocupación por las presuntas nuevas medidas gubernamentales que frenarán el trabajo privado, con un peine de bolsillo se acoteja su pelo canoso y ralo.
“¿Tú sabes por qué Cuba no está inundada de frutas, alimentos y servicios de calidad?”, pregunta y antes de responder hace una pausa para saborear el café. “Pues por culpa del gobierno. Si el Estado no acosara a los particulares y, por el contrario, los potenciara, la producción agrícola, lechera, ganadera y el déficit de viviendas no fuera tan dramático como ahora. Son ellos lo que tienen que responder por esas deficiencias. Cada vez que hay tímidas aperturas se demuestra la creatividad de los privados. Si existiera un marco jurídico, tribunales imparciales y mercados mayoristas, los dueños de negocios no se vieran obligados a violar las leyes, tratar de pagar menos impuestos y practicar doble contabilidad”.
El emprendedor habanero renta su apartamento al equivalente de 50 dólares diarios, que serían 1,500 dólares al mes. Mil “Descontando los impuestos, me quedan limpios 1,100 dólares. Suficiente para los gastos de mi esposa y yo que vivimos en otro apartamento del mismo edificio. Mis hijos están en Miami. Con lo que ahorro, en otro tipo de sociedad, pudiera expandir mi negocio comprando viviendas en mal estado o subcontratando esos servicios a personas que desean rentar sus casas, pero no tienen recursos. Es el ciclo de los negocios. Ahorrar dinero, para luego invertir y ganar más. No veo ningún tipo de delito en esa intención. No sé por qué el gobierno nos quiere tener siempre viviendo en la pobreza”.
En el tercer acápite de los lineamientos económicos aprobados en 2010, una especie de hoja de ruta instituido por el régimen de Raúl Castro, se expone que no se permitirá la concentración de riquezas ni capitales a los cubanos de la Isla. Ocho años después, un segmento de los emprendedores particulares ha acumulado una cantidad de dinero, legalmente, con sutiles subterfugios o por debajo del tapete.
Onel, economista, considera que “entre 10 mil y 20 mil dueños de pequeños negocios han podido atesorar de 10 mil a 250 mil dólares, incluso algunos puedan haber amasado más de un millón de dólares. Sucede, que como en Cuba, la ganancia de capitales es un delito y te marcas como persona sospechosa o presunto delincuente, esas personas invierten en comprar casas a parientes, obras de arte o sacan el dinero del país, pues tienen familiares en el extranjero”, dice y añade:
“Entre ellos hay cubanos repatriados, que por tener un mayor capital a la hora de iniciar sus negocios y conocimientos de mercadotecnia, han generado ganancias con mayor celeridad. También cubanos que radican en Estados Unidos, que viven de la renta de sus negocios en la Isla o comparten ganancias con su familia”, señala el economista.
Tener una fortuna en Cuba es transitar por un campo minado. Cuando el cuentapropismo eran prohibido por la autocracia de los hermanos Castro, de manera clandestina administradores de empresas, almacenes y restaurantes hacían dinero a mano llena robándole al Estado. La mayoría de los cubanos no perciben que los medios de producción son propiedad de todos, como reza la teoría marxista. Y a la primera ocasión, lo defraudan para poder sobrevivir en las duras condiciones del socialismo criollo.
Carlos, residente en la Florida, recuerda que “la primera vez que reuní medio millón de pesos, entonces la tasa cambiaria, de manera artificial equiparaba al peso con el dólar, tiré el dinero encima del colchón de mi habitación y dormí encima de los fajos de billetes”, cuenta con una sonrisa en un restaurante de Miami.
“Era jefe de almacén en un hotel de lujo. Vendía cualquier cosa por la izquierda. Luego, el dinero que ganaba, lo cambiaba en dólares a uno por uno con la jefa de contabilidad del hotel. Un negociazo. Mi plan era llenar los bolsillos y largarme de aquella mierda. Tengo amigos que se creyeron que podían ser millonarios en Cuba y pararon en la cárcel. Como Roberto, ex administrador de la heladería Ward, en la Avenida Santa Catalina”, señala Carlos y agrega:
“Roberto explotó por la envidia típica de los altos dirigentes. Tenía un Lada mejor que el de los pinchos. Una mañana, transitando por la Avenida Boyeros, Ramiro Valdés, entonces Ministro del Interior, observó que un escolta saludaba a Roberto cuando pasaba por su lado. Le preguntó quién era ese tipo y el guardaespaldas le dijo que era un compañero de la Seguridad del Estado. Ramiro averiguó y descubrió que era un simple administrador corrupto y acabó con él. Es una casta muy envidiosa, si presumes tener más que ellos, te hacen la vida imposible. Solo ellos pueden ser ricos”.
Nadie en Cuba conoce cuál es la frontera de lo que se puede tener o no. Se desconoce la cantidad de dinero que despierta las alarmas en el aparato policial del régimen. “En los estatutos no está recogida la cantidad determinada de dinero que infrinja las leyes. Por ejemplo, Silvio Rodríguez, Alicia Alonso o el pelotero Alfredo Despaigne, que juega en una liga profesional en Japón y tiene un salario millonario, tienen cifras de seis ceros y nadie los impugna por delitos económicos. La razón es de carácter ideológico. Si quienes hacen dinero están dentro del aparato o cumplen las reglas del gobierno, se les permite. Si ganan plata por esfuerzo propio, siempre serán sospechosos”, opina Beatriz, abogada.
En la Isla, adquirir determinados bienes materiales puede encasillar a un ciudadano como sospechoso de ‘enriquecimiento ilícito’. “Yo me dedicaba a vender aseo y ropa. Llegué a reunir el dinero suficiente para erigir mi propio negocio. Tenía dos aires acondicionados, tres televisores de plasma, varios electrodomésticos además de reparar mi casa. Me abrieron un expediente por violar las leyes, es decir vender sin la licencia requerida, me decomisaron todas las mercancías y electrodomésticos, alegando que habían sido adquiridos con dinero mal habido. Por último, me sancionaron a tres años de prisión”, cuenta Luis Alberto, vecino del municipio Diez de Octubre.
Los que acumulan alguna cantidad importante de capital intentan volar por debajo del radar. Nada de comprarse fastuosas mansiones en Miramar o Siboney. Tampoco autos de última generación o un yate. Es exponerse demasiado a la lupa pública en una sociedad de ordeno y mando.
En Cuba, el club de los ricos, suele vestirse preferentemente de verde olivo.

Raúl Castro cambiará la Constitución para aumentar el poder del Partido Comunista en la Isla.

Raúl Castro cambiará la Constitución para aumentar el poder del Partido Comunista en la Isla.

Los días pasan, se acerca el 19 de abril, y el Gobierno cubano da los últimos pasos para asegurar ―no solo el traspaso de la presidencia en Cuba― sino también el futuro del engranaje político, y ello pasa por llevar a cabo una reforma constitucional que buscaría “atornillar”, todavía más, el poder del Partido Comunista en la Isla, y hacerlo bajo la apariencia de reflejar en la Carta Magna “las principales transformaciones económicas, políticas y sociales derivadas de los acuerdos aprobados" en los dos últimos congresos del PCC.

Tras dos recientes jornadas presididas por Raúl Castro , su Buró Político avanza en la prometida reforma constitucional en la que "el socialismo seguirá siendo irrevocable y el PCC mantendrá con los nuevos gobiernos su papel dirigente en la sociedad".

Hay que recordar que, aunque el vicepresidente Miguel Díaz-Canel  se convertirá ―presumiblemente― en el nuevo presidente del país, en realidad lo hará bajo la estrecha supervisión del propio Raúl, quien se mantendrá al frente del partido durante tres años más.

Castro asumió en el reciente pleno del PCC una actitud autocomplaciente y recalcó que “a pesar de los errores e insuficiencias reconocidas en este pleno, la situación es más favorable que hace algunos años". Asimismo reiteró la “total confianza en el futuro", siempre a la sombra de un "espíritu de resistencia y combatividad".  

La pregunta, según destaca el diario español El Mundo, es si los cubanos comparten realmente esa misma confianza que Raúl Castro

"Las expectativas económicas siguen sin ser favorables, principalmente por la crisis venezolana. Hasta el momento el turismoy el sector privado han amortiguado parcialmente los impactos del shock venezolano, pero faltan más reformas para que el país logre sostener una tasa de crecimiento decente y logre una nueva forma de inserción internacional", destacó al citado diario, Pavel Videl, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba.

Cuba vive no solo en dos monedas distintas sino también bajo dos percepciones diferentes del día a día: la del Gobierno (mayormente triunfalista) y la de la sociedad (ahogada por restricciones de todo tipo), a la que le urge cambios importantes.  

En este sentido, la unificación monetaria continúa siendo la principal prioridad  y varios expertos reclaman la necesidad ―devenida a estas alturas ya en "urgencia"― de la unificación monetaria entre el peso cubano y el peso convertible (CUC), que impide el avance del país, y que divide a los cubanos en dos clases sociales con marcadas diferencias en lo que respecta a calidad de vida.

La construcción de viviendas también se han convertido en otro de los caballos de batalla en la Isla, ante la enorme crisis habitacional, aumentada por los huracanes, pero cuyos males principales nacen fundamentalmente del mal estado de conservación y de la carencia de nuevas construcciones. 


El propio Gobierno de Cuba reconoció en julio de 2017 que en el país había un déficit de 880.000 viviendas, situación que empeoró notablemente tras el paso del huracán Irma, que causó daños en otras 158.554 casas, de ellas, 14.657 fueron derrumbes totales. 

Por último, entre los grandes proyectos de revitalización económica emprendidos por Raúl Castro se encuentra el incremento en la apertura al capital extranjero y la ampliación del sector privado, aunque siempre de la mano de una elevada carga de regulaciones.

Cuba se prepara para un traspaso de presidente y para asegurar en la Constitución de la República, el engranaje que garantice la continuidad, sin embargo, no son pocos los medios de prensa internacionales que se preguntan, por estos días, en qué momento los cubanos verdaderamente podrán mudar de realidad y avanzar.


viernes, 6 de abril de 2018

CONCEJALA BRASILERA QUE SE OPONÍA A LA INTERVENCIÓN DEL EJÉRCITO FUE ASESINADA A TIROS EN RÍO DE JANEIRO.

CONCEJALA BRASILERA QUE SE OPONÍA A LA INTERVENCIÓN DEL EJÉRCITO FUE ASESINADA A TIROS EN RÍO DE JANEIRO.
El asesinato de la defensora de derechos humanos y concejal, Marielle Franco, reconocida por denunciar los abusos policiales y las ejecuciones extrajudiciales en Brasil, el pasado 14 de marzo, es un crimen que debe ser completamente investigado.
Este hecho espeluznante es un ejemplo más de los peligros a que se enfrentan las defensoras y los defensores de los derechos humanos en Brasil.
Las autoridades brasileñas deben velar por que se realicen investigaciones prontas, exhaustivas e imparciales sobre estos trágicos asesinatos. El Estado debe proteger a los sobrevivientes y testigos, identificar las causas del asesinato de Marielle y llevar ante la justicia a los culpables.
El gobierno brasileño no puede permanecer inmóvil y dejar que los defensores de derechos humanos sean asesinados impunemente.
¡NO SEAS INDIFERENTE ANTE LA VIOLENCIA! ¡SÉ PARTE DEL CAMBIO!

martes, 6 de marzo de 2018

Reflexion sobre mi Lucha contra el VIH....

Luchar contra el VIH es luchar por la vida
Dicho esto, no quisiera con estas líneas reflejar solamente el abatimiento que inevitablemente sufres al saber qué te pasa y qué horizonte vas a tener, si es que vas a tener horizonte. 

Sino transmitir con un lenguaje cercano, cómo afronté mi enfermedad y cómo le hice frente (y aún sigo). 

Expresar mi testimonio personal, por si puede ser de ayuda a quiénes como yo, lo sufrimos. Algunos médicos y amigos me pidieron que lo hiciera porque pensaban podría servir de ayuda, y eso hago modestamente, cuando me he visto con fuerzas para sentarme y expresarlo. 

Hace algo más de unos meses me diagnosticaron un VIH. Al principio no lo parecía, y uno que jamás había visitado un hospital, no se lo creía. 

Pruebas y más pruebas diagnósticas, convirtieron mi estado anímico en una especie de montaña rusa emocional: ahora parece que no es tanto, ahora parece que sí. Hasta que en la segunda examen, se confirmó lo peor. 

Con el diagnóstico comienza un calvario, sobre todo porque sientes que la muerte te viene a visitar y con intención de quedarse. La vida y su final te recorre la cabeza multitud de veces. Desconoces qué sucederá. Te empiezan a hablar de supervivencia, de retrasar lo que parece inevitable, de nuevas técnicas, tratamientos varios, nuevos fármacos, escuchas y escuchas, y uno pasa automáticamente a pertenecer al mundo de los indefensos pacientes, inconscientes del tiempo que les queda. 

Un montón de pruebas diagnósticas sin dar en la tecla al principio, Desconozco como cualquiera qué pasará en el futuro, pero ahora sigo aquí. 

Mi MAMA me decía que este era el partido que me faltaba por ganar, y en ello estoy. 

Y esa esperanza, es la que quiero trasladar a todos esos enfermos como yo de VIH, diciéndoles: Nunca te rindas. 

Cada persona es un mundo a la hora de la afección de la enfermedad y sus consecuencias. No todos los cuerpos responden de la misma manera, pero sí mentalmente, podemos responder con la misma fuerza. 

Tenemos que luchar hasta el último aliento porque se puede salir, aunque todo se vea oscuro. Se puede, 

- ¿cómo no? 

Estas son algunas acciones de vida que me están sirviendo para salir adelante: 

La enfermedad no te puede sentir débil. El VIH no entiende de pausas, va a por ti. 

No he querido en ningún momento, ni en los peores, cederle a la enfermedad, cuando le puse cara y ojos, ni un centímetro de posibilidades. 

A las adversidades hay que mirarlas a la cara, una a una. No le he permitido ningún atisbo de debilidad. 

Fue agresivo conmigo, pero yo también lo fui con él. Quería hacerle ver que se había equivocado de cuerpo. 

Sé activo. Dentro de mis posibilidades, aquellas que te quedan, tras tratamientos, incluso durante ellas, mantener mi ritmo de vida. Es evidente que físicamente quedas maltrecho, pero el mensaje que le estás enviando al VIH  es: 

*-¡¡¡no me vas a postrar!!!, voy a seguir con mi vida. Sí, ya sé, más limitada, pero sigo activo mal que te pese. 

No leas. Suele ocurrir que cuando tienes la enfermedad, empiezas a leer, escuchar multitud de casos y situaciones, testimonios, fallecimientos, todo relacionado con lo que tienes, cuando antes te pasaba de refilón. No leas, no sientas la tentación de querer entender qué te está sucediendo porque te sumergirás en un pozo, y no solucionarás nada. Hay personas aficionadas a querer saber más que los médicos, y eso es perder el tiempo. 

Dedica tus energías a curarte y a vivir. Habla con tus células sanas. Como sabemos, el VIH es como un ejército invasor. Un ejército formado por células que se han cambiado de bando y se han unido al enemigo. 
No se conforma con atacar un territorio, sino que envía otros destacamentos a conquistar nuevas tierras. Esas células malas, muy bien camufladas, intentan convencer a las sanas y ganarlas para la causa del invasor. 

Responde esa invasión con el poder de la mente. He tenido y sigo teniendo conversaciones con mis células sanas, para que no se dejen convencer por las malas. Que no se fíen, que están al acecho. Que no se dejen convencer, que luchen por nosotros, que las identifiquen y vayan a por ellas. 

Esta preparación mental me ha permitido tolerarla muy bien. Y sigo conversando con ellas, no hay margen para la relajación. 

No renuncies a tu ocio, no he renunciado a mi ron y habano cuando ha encartado, a tu risa, a tu vida. 

No te instales en el lamento, no des pena. Adelante. Esto que vives, te da otra perspectiva de la vida. 

Nunca necesité vivir ningún drama para saber valorar la vida que tenemos. Con más razón ahora.

 Estamos de paso. La vida es demasiada corta como para penarla y gastarla en menudencias.
 
Echa una mano a los que tienes a tu alrededor dentro de tus posibilidades, y sobre todo, da gracias a la vida. 

No quiero terminar estas líneas sin agradecerle a mi mama que a pesar de la distancia conozco de sus desvelos por cuidarme, siempre cerca y tan lejos, sufriendo conmigo y compartiendo tantos duros momentos. Pero nunca dejamos de sonreír. Y junto a ella, mi hermana, resto de familia, en especial mi sobrina, mi médico de cabecera, y amigos, entre ellos mi ángel de la guarda, Ytalo Javier quien es mi relacion y es una tabla de salvación donde puedo apoyarme. 

Lucha por la vida, no dudes de que es posible. Porque donde la fuerza y las ganas de vivir fallan ahi es donde no te levantas... 

Lucha vive y disfruta cadas minuto que dios te dio.

 BENDICIONES A TODOS!!!!!!!


                     
POR  REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ

martes, 16 de enero de 2018

Los avatares del reformismo en Cuba

El campo reformista es –en la presente coyuntura– la variable más interesante del sistema político cubano. Si el Estado no puede convivir con él no es porque plataformas como Cuba Posible sean sediciosas, sino porque la elite política solo admite el alineamiento sin fisuras.


Hasta los años 90, el discurrir post-revolucionario de Cuba era lento y pastoso. Era excesivamente oficialista para ser interesante, excepto cuando, desde el propio oficialismo se producía alguna purga política que llenaba a la isla de rumores y a la elite de temores. La política era representada desde una óptica binaria, como la lucha prometeica de dos campos irreconciliables. Por un lado, estaba el bando «bueno» –revolucionario y socialista– compuesto por patriotas virtuosos y alineado sin fisuras con el Estado, el Partido Comunista y lo que se daba en llamar «el liderazgo histórico». Del otro lado estaba el bando «malo» –contrarrevolucionario y pecaminoso– alineado con el gobierno de Estados Unidos – «el enemigo histórico»– y la «mafia de Miami». Para los primeros se destinaba el privilegio de participar en un proyecto histórico estratégicamente irrefutable, aunque tácticamente perfectible. Para los segundos, solo había dos destinos posibles: la cárcel o el exilio.

Esto comenzó a cambiar cuando la caída del Muro de Berlín se llevó con ella no solo la base económica del modelo cubano –una afluencia sin precedentes de subsidios soviéticos– sino también los referentes ideológicos de un mundo mejor. Buscando la superación de una espantosa crisis que eufemísticamente se denominó «Período Especial», el gobierno se vio obligado a limitar sus controles en el campo de la economía y a permitir la entrada al casino de tres jugadores incómodos: el mercado como asignador de recursos, internet como anaquel informativo y comunicacional, y los emigrados como sostenedores de las economías familiares y del siempre maltrecho sector externo. Luego, avanzado el siglo XXI, la biología sacó del escenario político a quien había sido durante medio siglo su actor más importante. Fidel Castro. Finalmente, en 2015, un presidente liberal norteamericano, Barak Obama, decidió que la confrontación era estéril e inició un acercamiento diplomático de dos años que mostró a la sociedad cubana la otra cara de una relación y colocó a la elite en una posición particularmente incómoda.

Obviamente, este proceso ha implicado una redistribución de cuotas de poder. Y, en consecuencia, la sociedad ha comenzado a incubar un proceso de diversificación ideológica y cultural con la emergencia de nuevos campos y tendencias políticas. El acotado espacio público cubano es ahora transitado por numerosas identidades existenciales que abogan por constituirse como identidades políticas (étnico-culturales, de género, locales, etc.), al mismo tiempo que se tuercen los campos preexistentes para dar lugar manifestaciones de la topografía clásica de izquierdas y derechas.

Pero estos campos políticos larvados se desenvuelven en medio de un sistema totalitario en desbandada –que cada vez pide menos el corazón de los súbditos y más la obediencia– y son rehenes de la mezquindad binaria lealtad/deslealtad política respecto del gobierno. En consecuencia, estos campos políticos tienden a manifestarse de manera errática, sin capacidades para articular discursos estructurantes de la propia realidad que quieren modificar. Las ideologías no se distinguen por la sistematicidad de sus ideas acumuladas sino por su capacidad de interpelar a la sociedad y de conformar subjetividades. Si esta última capacidad no existe, las ideologías permanecen larvadas y sujetas a evoluciones narcisistas. Y ello les impide madurar como interpelaciones ideológicas –acerca de lo existente, lo bueno y lo posible– que informen a la sociedad cubana y le permitan escoger democráticamente las pautas para su futuro.

Los nuevos actores

Podemos decir que el signo más interesante de la sociología política cubana actual es el surgimiento de nuevos campos y actores políticos más complejos y sofisticados. Estos actores pueden ser aprehendidos de muchas maneras, por ejemplo por sus posicionamientos ideológicos sistémicos (derecha, izquierda…) o sectoriales (feministas, etnicistas, ambientalistas…) pero es indudable que lo que los ordena a todos –no podría ser diferente en un sistema de fuerte vocación totalitaria– es el grado de alineamiento con el Partido/Estado. Siguiendo esta lógica, y de manera muy esquemática, se pueden identificar tres grandes campos definidos por sus posicionamientos frente al gobierno: el oficialismo, la oposición y el reformismo.

El campo oficialista, por ejemplo, ha experimentado un notable desangramiento y en su interior son distinguibles posiciones diferentes que de alguna manera recuerdan su reestructuración en 2009, cuando militares, tecnócratas y burócratas partidistas cerraron filas para conservar la unidad de la elite en una convivencia llena de sobresaltos. En un sistema político cerrado como el cubano, estas discrepancias no afloran en público, pero se manifiestan en los continuos zigzagueos de la política bajo el comando de Raúl Castro, cuyo lema «sin prisas, pero sin pausas» revela el acuerdo de la elite en tópicos generales así como las dificultades crecientes para lograr conciertos en aquellos detalles que animan las políticas en curso.

El campo opositor también ha experimentado una diversificación en varios sentidos. Por ejemplo, en el plano ideológico, dando albergue a grupos socialdemócratas progresistas tanto como a franjas derechistas que asumen el trumpismo como virtud política. Pero también en sus métodos, de manera que si en los años 90 estos grupos adoptaban formas organizativas partidistas, en la actualidad reúnen activistas culturales, blogueros, conatos de partidos, redes asociativas identitarias, etc.

Pero probablemente el dato más novedoso del escenario político insular es la emergencia de un campo reformista que en otros lugares he denominado «crítico consentido» para explicar dos características. La primera, que a diferencia de la oposición radical, estos son grupos que no cuestionan la legitimidad del orden establecido y tratan siempre de encontrar espacios para mostrar su coincidencia con el oficialismo en todos los temas en que sea posible. Pero a diferencia de este último, el reformismo es crítico respecto de la realidad sistémica en aspectos diversos, en ocasiones con una lucidez intelectual que no alcanza ningún otro campo. Esta ambigüedad lo coloca en un dilema ético permanente, al mismo tiempo que le crea un dilema operativo al gobierno en cuanto a cómo controlar el diapasón crítico sin recurrir a actos represivos políticamente costosos.

Este tipo de espacio político/intelectual ha sido común desde los años 90. Cuando entre 1990 y 1996 el país vivió un período de tolerancia por omisión, emergieron numerosos grupos y organizaciones de esta naturaleza, la más relevante de las cuales fue el Centro de Estudios sobre América, víctima de la represión del Partido Comunista en 1996. Pero lo que distingue a estas organizaciones de las actuales es que, en los 90, la inmensa mayoría de ellas emergió como instancias estatales o partidistas descontroladas. Por el contrario, las presentes son plataformas autónomas, acotadas por la represión simbólica (que sus dirigentes asumen) pero sin filiaciones institucionales. Dado que tampoco hay espacios civiles para ellas, operan en un limbo legal.

En la actualidad, el espacio crítico consentido más relevante es la plataforma Cuba Posible. Esta tuvo como antecedente a Espacio Laical, una revista crítica emergente de la Iglesia católica, en una coyuntura en la que esta ensayaba un nuevo arreglo de convivencia con el gobierno cubano. Tras la ruptura con la jerarquía eclesiástica, Cuba Posible comenzó a articular una suerte de red que atrajo a algunas de las figuras intelectuales más prominentes del país, en unos casos veteranos reciclados de los lejanos tiempos de la revista Pensamiento Crítico y del Centro de Estudios sobre América, en otros, jóvenes que aún creían en los Reyes Magos cuando los primeros discutían la necesidad de renovar al socialismo.

Cuba Posible resume la tragedia mayor de la política cubana. Aunque esta plataforma nunca ha sido reprimida directamente –como ocurre con los opositores– siempre vive bajo la sombra de la represión simbólica. La clase política hace lo posible por mantenerla distante y callada, aun cuando nada en ella indique un afán subversivo. En muchas cuestiones, sus integrantes coinciden con el Estado, y cuando lo hacen, tratan por todos los medios de resaltar esas coincidencias. Entre ellos hay intelectuales de calibre a los que vale la pena escuchar, que no aspiran a un cambio político radical, sino al aggiornamento sistémico. No gritan, solo susurran. Asumirlos y abrirles un espacio de comunicación sería una ventaja desde muchos puntos de vista para el propio gobierno, incluyendo el toque de estética política que sin duda necesita. Pero el sistema es duro, aunque a la vez muy frágil, y tiene tanto horror a la crítica como desprecio por sus intelectuales.

Un ejemplo de esta represión simbólica ha sido la reciente andanada política desde un grupo de apparátchiks devenidos escribas oficiosos en el espacio bloguero. Ellos han confeccionado una argumentación acusatoria contra Cuba Posible, a la que acusan de «centrista», un recurso metonímico remanente que le permite al gobierno identificarse con la izquierda y lee toda posición crítica como un corrimiento hacia la derecha. Han confeccionado un folleto denominado «Centrismo en Cuba: otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo» y que constituye una de las piezas políticas más procaces en una isla donde la política no se caracteriza por su elegancia. Permítanme citar –por elocuente– un párrafo de la blogosfera oficial. Allí se define al centrismo en Cuba como una auténtica «contrarrevolución» «organizada con recursos materiales y humanos, (que) tiene fortalezas, dinámicas fluidas y funcionamiento articulado, así como amplias conexiones diplomáticas. Sus integrantes se repiten y retratan entre los invitados de importantes visitantes a Cuba siempre provenientes de países aliados a Estados Unidos o el mismo Washington. Se diferencia de la contrarrevolución tradicional, porque según la política obamista necesita que sus empleados interactúen con la institucionalidad revolucionaria, sus medios de comunicación y sistemas académicos. Para eso se declaran 'de izquierda' y nacionalistas, pero siempre apartados y en contra del Estado Cubano, el Partido Comunista y su tradición antiimperialista».

Sin lugar a dudas, este campo reformista consentido es –en la presente coyuntura– la variable más interesante del sistema político cubano. Si el Estado cubano no puede convivir con ella no es porque Cuba Posible sea sediciosa, sino porque la elite cubana solo admite el asentimiento y del alineamiento sin fisuras. Esta requiere la paz social imprescindible para reproducir su proyecto de poder autoritario y su propia metamorfosis burguesa. Enfrentada a una sociedad que busca su lugar bajo el sol, esta elite se revuelca en una crisis orgánica que parece nunca terminar. «Un terreno –recordando una frase de Gramsci– donde se verifican los fenómenos morbosos más diversos».