domingo, 14 de junio de 2020

Violencia de género en tiempos de coronavirus

Las mujeres nunca han salido ganando de los tiempos difíciles, en épocas de guerras, de hambrunas.


*Todos los nombres que aparecen en el relato son ficticios para mantener el anonimato, preservando así la intimidad tanto de las usuarias como de la abogada de atención a víctimas de violencia de género, que narra la historia.

 Llevo días intentando contactar con María, es de las que más me preocupa, y la última llamada me la ha cortado, otras veces no responde, y en alguna ocasión me salta el "apagado o fuera de cobertura". Es cierto que al principio la llamaba desde número oculto, pero las últimas veces lo hice desde mi móvil personal. Hoy por fin me ha devuelto la llamada.
—Hola, ¿quién eres?
—Ana, del Servicio de Atención a la Mujer.
—Ya, me lo imaginaba…Te agradezco la llamada, pero no te preocupes. Yo estoy bien, ¿sabes? Me porto bien y hago todo lo que me pide, casi no hablo por teléfono… Él está tranquilo, ahora ha bajado a la compra. Como me tiene aquí todo el día, no se mosquea, y voy tirando.
—Bueno, pero esto va a durar María, acuérdate de todo lo que hablamos, si quieres podemos sacarte de ahí, tenemos una casa de acogida, lo sabes.
—No, no te preocupes, yo no tengo miedo, y ahora en esta situación no es plan. Está mi hijo, y además el tema económico. Mira, de momento vamos a dejarlo así, y no me llames, que a veces me revisa el teléfono. Si te necesito te llamo, de verdad. Y gracias.
Ahí me quedé, con mi angustia y con la suya, sobrecogida ante el terrible escenario que me había perfilado en la breve conversación.

Nos estamos topando con una realidad desconocida para una gran parte de la población: la capacidad de adaptación al medio que desarrollan las mujeres, su resiliencia

Así cuando todo el mundo esperaba un repunte inmediato de asesinatos y agresiones de mayor o menor entidad, nos estamos topando con una realidad desconocida para una gran parte de la población: la capacidad de adaptación al medio que desarrollan las mujeres, su resiliencia. La gravedad de la situación las ha obligado a replantearse las prioridades, y desde luego ellas no lo son nunca, y menos ahora.
La salud, la situación económica, la familia, la prole, las personas mayores y dependientes se anteponen siempre a su bienestar. El confinamiento en un espacio reducido con peques correteando por doquier y la amenaza latente de un paro forzoso sine díe, se suman a la lista de problemas de envergadura a solucionar. Desde luego que las necesidades de María, Sandra, Francisca y tantas otras no son ellas ni su propia supervivencia, ellas se relegan, se diluyen y desaparecen una vez más.
La resignación con la que viven la situación es demoledora: no hay peligro, seremos sumisas, obedientes, indulgentes, no hablaremos con nadie y estaremos dispuestas a la complacencia. El resto, el aislamiento, viene de fuera, impuesto por Real Decreto. La tormenta perfecta para el machismo, la emergencia ha sido desactivada.
No es necesaria la violencia, porque ellas en estos momentos no piensan en la separación, en la ruptura, al menos no la verbalizan. Ellos no se sienten amenazados, las tienen bajo vigilancia permanente, saben que no hay otro, que no hay nadie más, ni familia, ni amistades, ni compañeros de trabajo y relajan así la necesidad de control. A ver cómo y cuánto soportan en estas condiciones, esperemos que el aislamiento no sea demasiado largo, porque algunas no resistirán.

No es necesaria la violencia, porque ellas en estos momentos no piensan en la separación, en la ruptura, al menos no la verbalizan

Desde que se decretó el Estado de Alarma la tarea fundamental que la Red de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de Género lleva a cabo es el seguimiento de las usuarias, que en mayor o menor medida sufren esta violencia. En el Servicio de Atención a Mujeres prestamos asesoramiento legal y apoyo psicosocial a todo tipo de mujeres que sufren todo tipo de violencia y cada caso es único, cada mujer te relata su historia tan particular y personal como ella misma.
Las conocidas y controladas, las que tienen ya una orden de protección o una sentencia condenatoria con medida de alejamiento son las que han atravesado el largo camino hacia la recuperación de su autoestima. Han pasado por un calvario: el maltrato, la violencia. A veces han sufrido el infierno del proceso penal, la revictimización en sede policial y judicial, y ahora enfrentan su nuevo estatus: víctimas oficiales de violencia de género.
Esta nueva situación les confiere, al menos durante la vigencia de las medidas de alejamiento y no comunicación, una seguridad presuntamente garantizada por la policía, pero es un hecho que la vigilancia y los seguimientos no son infalibles, y el miedo de las víctimas se intensifica dependiendo de la peculiar casuística de cada una de ellas.
Recuerdo a Sandra, que llama temprano, está inquieta porque acaban de comunicarle que su agresor saldrá de prisión el próximo 14 de abril, pese a que la condena de alejamiento y no comunicación tiene una vigencia de dos años, ella teme que al salir de la cárcel, se persone en su casa.
—Sé que vendrá, lo conozco y no me va a perdonar que lo metiera en prisión. Lo sé, lo ha jurado muchas veces, me va a matar.
—No te preocupes, ahora no sabe dónde vives, y además, Sandra, tú no lo has metido en prisión, fue un juez quien dictó una condena de privación de libertad por las lesiones que él te causó. Que casi te mata.
—Ya, eso es lo que dices tú, pero él piensa que yo soy la responsable de que él esté en la cárcel y va a venir a por mí.
De nuevo la angustia. Me invade la inquietud y el desvelo, porque es posible que la realidad sea su pensamiento y no el mío. Le tramitamos un dispositivo de seguridad (teleasistencia gestionada por Cruz Roja) hablamos con la policía, con su abogada. Toda precaución es poca. Quizás el confinamiento en esta ocasión se convierta en un aliado, que frene los movimientos de quien busca venganza.

Las decisiones aplazadas

También están las que, como María, sufren y padecen este brutal confinamiento con su maltratador, 24 horas al día, solas o con hijos, convencidas o no de dar el paso, de denunciar, tal vez de iniciar un divorcio. Con ellas trabajábamos en este sentido, antes de la pandemia que ahora sufrimos. La psicóloga trataba de evidenciarles el maltrato, enfrentarlas a su realidad. Nunca es sencillo y se precisa tiempo.
Actualmente, debido al confinamiento, las perdemos, se interrumpe la terapia, el trato cercano, la charla amistosa, la confianza ganada. Todo ello queda ahora muy lejos y es tiempo de incertidumbre. La violencia rebaja su nivel, ya no es necesaria, no es preciso atemorizar, ellas mismas han claudicado, al menos temporalmente, de iniciar batalla alguna. La ruptura es ahora secundaria, el maltrato, ya conocido e interiorizado, es más asumido que nunca.

La ruptura es ahora secundaria, el maltrato, ya conocido e interiorizado, es más asumido que nunca

Con Rocío hablo por las tardes, su marido trabaja y es entonces cuando puede desahogarse. A ella el confinamiento la ha pillado en pleno divorcio, en principio amistoso, fue todo lo que conseguimos porque nunca quiso denunciar, pese al maltrato incluso físico que lleva años soportando. Sus dos niñas son su bien más preciado y el miedo a perderlas que él se encarga de infundirle, su mayor pesadilla.
—¿Cómo vas?, cuéntame.
—Bueno, pues no muy mal. Hemos hablado y él quiere que nos demos un tiempo, quiere que lo paremos todo, que las cosas van a cambiar, me dice.
—¿Cuántas veces te ha prometido lo mismo, Rocío?
—Ya lo sé. A estas alturas no confío en cambios, pero necesito un poco de tiempo, las niñas son muy pequeñas. Nunca les he hablado mal de su padre, no lo entenderían. Además, estos días está muy bien con ellas, es cariñoso y parece que hasta tiene paciencia.
Noelia, la hija pequeña de Rocío, tiene 6 años, reproduce conductas violentas hacia su madre y en el colegio ya han detectado problemas de socialización. Ella es consciente de la situación, pero incapaz de abordarla, ha aplazado su decisión. Sabe cómo actuar para conseguir que él se calme en la confianza de que nada va a suceder, ahora él está a salvo, la tiene a ella que es su soporte vital, y ella tiene tanto miedo que ha claudicado.

Las desconocidas, a las que no llegamos

Las anónimas, las que nunca se han acercado a consultar, las que ni ellas mismas se perciben como víctimas, las olvidadas, las excluidas del sistema, la multitud silenciosa (de las que no hablan las estadísticas) constituyen un peligro potencial imposible de predecir.
Son aquellas víctimas de las que los titulares de prensa tras un asesinato destacan en negrilla: “Nunca había presentado denuncia”, “Delegación de Gobierno no tiene constancia ni registro de malos tratos anteriores”. Están fuera del sistema, fuera de control, a ellas no llegan los recursos, no llegamos.
Son las mujeres que sufren y padecen violencia y no lo cuentan ni lo comparten, están aisladas, muchas de ellas no rompen porque no pueden hacerlo solas, necesitan empuje para dar el paso, apoyo, y por qué no decirlo, cariño y empatía, sobre todo mucho de esto último, necesitan ser creídas, no juzgadas. Se avergüenzan de su situación, de consentir, de no tener valor para salir corriendo, que en realidad es lo que demanda la sociedad. Sienten miedo de su propia familia, la reprobación, el reproche. Y así siguen perdidas, enganchadas en relaciones letales sin encontrar la salida.
Ellas son nuestra asignatura pendiente, y serán ellas las víctimas más propicias y donde se cebe el mayor número de casos del esperado repunte.
Las mujeres nunca han salido ganando de los tiempos difíciles, en épocas de guerras, de hambrunas. Muy al contrario ellas siempre se han llevado la peor parte. Sin duda ahora ocurrirá lo mismo, y cuando todo esto pase, las escucharemos a ellas y sus relatos nos ofrecerán la radiografía de la tragedia. Entonces podremos tomar conciencia de la magnitud de su desolación, porque en tiempos de pandemia las mujeres diluyen su drama individual en la tragedia colectiva.
Así se nos presenta la violencia de género en tiempos del coronavirus: inquietante.

El coronavirus golpea tres veces a la mujeres: por la salud, por la violencia doméstica y por cuidar de los otros

Las medidas restrictivas adoptadas en todo el mundo para luchar contra el COVID-19 intensifican el riesgo de violencia doméstica y aumentan la carga de trabajo en el hogar. Además, aquellas que se encuentran embarazadas, temen por su salud a la hora de asistir a controles o se quedan sin servicios. Los Gobiernos no pueden abandonar a las mujeres en medio de la emergencia.

 La pandemia de coronavirus COVID-19 ha interrumpido gravemente el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y ha obstaculizado la capacidad de las autoridades para responder a la violencia de género, en un momento en que las mujeres y las niñas necesitan más estos servicios, advierte el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

  La directora del Fondo, Natalia Kanem, explicó en un comunicado quienes están sufriendo más en esta crisis de salud pública:
“Las embarazadas, que necesitan atención prenatal, pero no saben si es seguro ir a la clínica; las mujeres en relaciones abusivas atrapadas en casa en el futuro previsible y temiendo por su seguridad. Las decenas de millones de personas en los campos de refugiados, que están contando los días para que llegue el coronavirus, y para quienes el distanciamiento social simplemente no es una opción. Las personas mayores, muchas de las cuales están atrapadas de forma aislada, carecen de interacción social y son particularmente vulnerables a enfermarse gravemente por el virus”.
Kanem, como muchos otros líderes de las Naciones Unidas, llamó a la solidaridad, la resolución y el desinterés: “no debemos olvidar que hay personas que corren un gran riesgo como consecuencias de la crisis, aunque no sea visible de inmediato”.
EL Fondo de Población trabaja con Gobiernos y socios para priorizar las necesidades particulares de las mujeres y las niñas, y su directora ha pedido 187 millones de dólares para apoyar a los países con sistemas débiles de salud pública, incluidos aquellos que están en situaciones frágiles o dependen de la ayuda humanitaria.
Además, está brindando material de apoyo a los sistemas de salud afectados y protege a los trabajadores de salud y las parteras. En China, Irán y Filipinas, por ejemplo, se han distribuido artículos de higiene esencial y otros artículos de protección para los más vulnerables. 
“Pero debemos hacer mucho más para garantizar que se satisfagan las necesidades más íntimas, pero esenciales, de las mujeres y las niñas del mundo mientras luchamos contra el COVID-19 durante los meses difíciles que se avecinan”, concluyó Kanem.

La violencia doméstica durante las cuarentenas, un gran problema

Las medidas restrictivas adoptadas en todo el mundo para luchar contra del COVID-19 intensifican el riesgo de violencia doméstica y los Gobiernos deben defender los derechos humanos de las mujeres y los niños y proponer medidas urgentes para las víctimas de esa violencia, aseguró este viernes una experta en derechos humanos de la ONU haciéndose eco de las palabras de la directora del Fondo de Población.
"Es muy probable que aumenten las tasas de violencia doméstica generalizada, como ya sugieren los informes iniciales de la policía y la línea de ayuda directa. Para demasiadas mujeres y niños, el hogar puede ser un lugar de miedo y abuso. Esa situación empeora considerablemente en casos de aislamiento, como los bloqueos impuestos durante la pandemia del COVID-19”, advirtió la relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer, Dubravka Simonovic.
Simonovic expresó que todos los Estados deben hacer esfuerzos significativos para abordar la amenaza del COVID-19, pero no deben dejar atrás a las mujeres y los niños víctimas de violencia doméstica, ya que esto podría conducir a un aumento de la violencia, incluidos los feminicidios de parejas íntimas.
“El riesgo se agrava en un momento en que no hay o hay menos refugios y servicios de ayuda disponibles para las víctimas; cuando es difícil acceder a aquellos que aún están abiertos; y cuando hay menos apoyo de la comunidad; menos intervenciones policiales y menos acceso a la justicia ya que muchos tribunales están cerrados".

Más carga en el trabajo doméstico

Asimismo, la experta de la ONU señaló que, para muchas mujeres, las medidas de emergencia necesarias para luchar contra el COVID-19 han aumentado su carga con respecto al trabajo doméstico y el cuidado de niños, parientes ancianos y familiares enfermos. 
"Para empeorar las cosas, las restricciones de movimiento, las restricciones financieras y la incertidumbre generalizada envalentonan a los perpetradores y les proporcionan poder y controles adicionales".
Simonovic expresó preocupaciones particulares sobre las mujeres con mayor riesgo de violencia doméstica, como las mujeres con discapacidad, las mujeres migrantes indocumentadas y las víctimas de la trata.
La experta de la ONU pidió a los Gobiernos que no pongan la protección de las víctimas en espera y les instó a continuar combatiendo la violencia doméstica en los tiempos del COVID-19. 
Las medidas para proteger a las víctimas deben permanecer disponibles o ser adoptadas durante la crisis. Eso incluye garantizar el acceso a la protección restringiendo las órdenes y manteniendo refugios seguros y líneas de ayuda para las víctimas. La policía debería aumentar sus esfuerzos para una acción rápida.
"Como hacer llamadas telefónicas puede ser peligroso en un contexto de confinamiento en el hogar, las líneas de ayuda pueden facilitar el acceso al proporcionar chats en línea y servicios de mensajes de texto para las víctimas. Los Estados también deben encontrar soluciones nuevas y creativas para apoyarlos", dijo la experta.
Finalmente, afirmó que los Gobiernos no deben permitir que las circunstancias extraordinarias y las medidas restrictivas contra COVID-19 conduzcan a la violación del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia".

Llamamiento del Secretario General

Ante esta situación el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha solicitado que se adopten medidas para hacer frente a este "estremecedor repunte global de la violencia doméstica" contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas.
"Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas", destacó el titular de la ONU.
 Guterres recordó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar "donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares".

Los relatores especiales, los expertos independientes y los grupos de trabajo son parte de lo que se conoce como los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos. Procedimientos especiales, el mayor grupo de expertos independientes en el sistema de derechos humanos de la ONU, es el nombre general de los mecanismos independientes de investigación y monitoreo del Consejo que abordan situaciones específicas de países o cuestiones temáticas en todas partes del mundo. Los expertos en procedimientos especiales trabajan de forma voluntaria; no son personal de la ONU y no reciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y sirven a título individual.

Coronavirus: la preocupación por las víctimas de violencia de género que tienen que convivir en cuarentena con su agresor (y dónde buscar ayuda)




Mujer llorando.Derechos de autor de la imagen IMAGES
Image captionLas medidas de confinamiento evidencian la vulnerabilidad de las mujeres víctimas de violencia de género.

Millones de personas alrededor del mundo tienen que permanecer confinadas en sus casas para combatir el brote de coronavirus. Sin embargo, para muchas personas su propio hogar no es un lugar seguro.
Según las autoridades sanitarias, el confinamiento es la forma más eficaz para reducir el número de contagios de covid-19, que hasta el 24 de marzo afectaba a más de 400.000 personas en más de 160 países.
Sin embargo, este confinamiento también está dejando en evidencia otra realidad: la de las mujeres que sufren violencia de género y durante estos días tienen que estar encerradas con su agresor.
ONU Mujeres alertó en un informe de que en este contexto de emergencia "aumentan los riesgos de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente violencia doméstica, debido al aumento de las tensiones en el hogar y puede también aumentar el aislamiento de las mujeres".
"Las personas sobrevivientes de violencia pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o para acceder a órdenes de protección y/o servicios esenciales que pueden salvar vidas, debido a factores como las restricciones de la circulación o la cuarentena".
  • Los graves efectos psicológicos que tiene la cuarentena sobre quienes están aislados por el coronavirus
  • Cómo proteger tu salud mental durante la pandemia de coronavirus
Por eso, muchos gobiernos están tomando medidas al respecto, sobre todo reforzando las líneas de ayuda telefónica a mujeres que se puedan encontrar en una situación de malos tratos.
Una de las iniciativas más aplaudidas fue puesta en marcha por el gobierno de las islas Canarias, en España. Las mujeres en peligro en esta región española pueden ir a la farmacia y pedir una "Mascarilla-19" para alertar al personal de que necesitan ayuda.
Pero en muchos casos, las mujeres no pueden salir o no pueden llamar por teléfono de forma segura para alertar a las autoridades de su situación.
Por eso, en algunos países se han tomado otro tipo de medidas, como fortalecer la atención online o por WhatsApp.

Chile

El Ministerio de la Mujer de Chile también publicó un Plan de Contingencia que busca resguardar a las mujeres que están expuestas durante la cuarentena, "ya que podría aumentar el riesgo de sufrir situaciones de violencia por parte de sus parejas o convivientes".
El gobierno chileno ha reforzado con más turnos el teléfono de atención 1455 que asegura la atención y orientación 24/7 de las usuarias.
Además, durante este período de emergencia continúan operativos los Centros de la Mujer y las Casas de acogida.
Enlaces a más artículos sobre el coronavirus


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sábado, 13 de junio de 2020

CUBA: Muertes evitables que no se evitan

Cuba: las mascarillas contra COVID-19 no son mordazas.

El autoritarismo aprovecha la emergencia sanitaria y el temor de los ciudadanos al coronavirus para recortar libertades, aplastar derechos e imponer el férreo control sobre la vida cotidiana.
La mordaza

Pues parece que nos están masacrando de nuevo ante la impasibilidad del común de los mortales. inmersos en el pánico imperante no ven, o no quieren creer lo que ocurre por ser demasiado inaceptable. Estos días comprobamos que los modos de proceder de la ciudadanía superan con creces la actitud de sus gobernantes.

Por el contrario, nuestras autoridades (que se han visto desbordadas por todos lados, todo hay que decirlo) se comportan y han comportado de modo irresponsable, nefasto y peligroso para gran parte de la población, discriminando a ciertos grupos por el mero hecho de pertenecer a colectivos hoy más que nunca de la casta de los «intocables», dejando ver el sádico edadismo y nocivo capacitismo de quienes rigen nuestro destino.

O eso dicen quienes lo cuchichean en volumen creciente. Porque vamos allá con historias presuntamente para no dormir: ¿alguien se imagina que a nuestros ancianos y discapacitados les estuvieran negando sistemáticamente tratamientos médicos básicos y fundamentales para su supervivencia a favor de tratar a otras personas? Eso sería impensable en 2020, 

¿no?

Sería impensable pero supuestamente sucede. A todo esto hay que recordar que la realidad supera con creces la ficción, ¿y no es cierto que una mentira repetida cien veces o mil se convierte automáticamente en una verdad, que hay vidas que tienen más valor que otras? 

¿No hay vidas que son fácilmente desechables como pañuelos de usar y tirar, de esos que nos recomiendan utilizar en la actualidad?

En razón de esa mentira repetida mil veces, ¿los doctores que tienen que velar por nuestra salud y nuestra seguridad son realmente libres a la hora de tomar determinadas decisiones sobre si A vive o B muere? 

¿O por causa de ese embuste la supuesta libertad de elección de médicos y demás sanitarios se ve condicionada, tomando ingenuamente duras decisiones que ya les son inconscientemente impuestas desde aledaños políticos incapaces?
Pero ya habrá tiempo. Ahora hay que estar unidos (juntos pero no revueltos estamos).

¿Habrá tiempo cuando mueran centenares de ancianos y personas discriminadas por nuestro funcionamiento? ¿Para qué habrá tiempo, para devolverles la vida? ¿Habrá tiempo para poner cruces en lápidas sin nombre? ¿Será entonces el momento adecuado para interponer demandas inútiles porque el monstruo opresor tiene todos los mecanismos necesarios para defenderse y saldrá indemne de una auténtica sangría? ¿Habrá tiempo para el recuerdo? Porque el olvido ya está comenzando a brotar como si estuviéramos en primavera, que lo estamos. Pienso que mañana no será el tiempo adecuado, porque si algo nos falta es precisamente memoria.

Se lo voy a explicar como a un niño de tres añitos: la característica propia de nuestra civilización es que un grupo de individuos se une formando una “sociedad” que lo primero que hace es proteger la vida y promover la participación de todas las personas, incluyendo las más vulnerables, sea cual sea su condición física o mental, o su edad. Si esas funciones tan elementales de la sociedad se quiebran, las bases y los cimientos de nuestra cultura se van por el sumidero de las alcantarillas, lo que nadie desea.

Quizá ahora tengan ustedes mayor munición para disparar a cualquier pequeño histérico que diga lo que nadie quiere escuchar, pero este no es momento de eludir la responsabilidad antipática de tirar piedras donde no se debe. Callado y como un borrego judío estaría más bonito. Suele pasar, será carencia de balcón.Pero la verdad es que el Régimen cubano aprovecha crisis de COVID-19 para reprimir a prensa independiente.


Mientras el coronavirus hace estragos en América Latina, otro enemigo -no tan pequeño- también gana terreno: el autoritarismo. En pocas semanas hemos retrocedido años y los pasos atrás pueden acelerarse en los próximos días.

Junto a los necesarios llamados al confinamiento social, las restricciones a la movilidad y el cierre de fronteras, algunos gobiernos han ido más allá y han emprendido una razzia contra la prensa y la libertad de expresión. Entre una y otra col de medidas preventivas nos quieren colar la amarga lechuga de la censura y del recorte de potestades cívicas. Junto a la cuarentena y las mascarillas se extienden por doquier los castigos y las mordazas.

Hemos visto de todo. Desde líderes y gobernantes que azuzan los odios xenófobos y utilizan políticamente la pandemia, hasta otros que promueven movilizaciones masivas, a pesar del riesgo o minimizan las recomendaciones científicas. Mientras muchos políticos aseguran combatir los bulos peligrosos contra la salud, en realidad hunden las tijeras para intentar de paso arrasar con sus críticos, con quienes cuestionan su gestión y con los medios informativos que les resultan incómodos.

En tiempos de epidemia, en Cuba los reporteros independientes reciben más citaciones policiales que de costumbre y los internautas que reportan los errores oficiales son amenazados con castigos ejemplarizantes. Una lluvia de interrogatorios y multas ha caído sobre la prensa no controlada por el Partido Comunista y es de esperar que estas represalias aumenten en la medida en que también lo hagan los casos positivos por COVID-19.

Junto a los interrogatorios de la policía política, las confiscaciones de útiles de trabajo y las penalizaciones monetarias, la nueva ola represiva incluye campañas de satanización contra los medios privados que presentan a los informadores casi como otro tipo de coronavirus. Las autoridades parecen especialmente interesadas en cortar cualquier narración sobre la dura realidad de las largas colas, el desabastecimiento y la incertidumbre económica que se han recrudecido en los últimos días.

Los ataques oficiales están cargados, además, de amnesia. Cuando hace unas semanas las redes sociales se llenaron de exhortaciones para que se cancelaran las clases en las escuelas y se cerraran las fronteras al turismo, los voceros del Gobierno tildaron las propuestas ciudadanas de manipulaciones fabricadas desde el extranjero. Días después, la Plaza de la Revolución tomó un paquete de medidas muy similar a aquel que repudió.

La demora de esas semanas, en que las campañas turísticas oficiales seguían promoviendo a la Isla como "un destino seguro" y hasta insinuaron que las altas temperaturas del Caribe eran una protección adicional frente al contagio, fue ampliamente denunciada en los medios independientes. El costo en vidas de aquella tardanza nunca lo sabremos con certeza.

Ahora, la intolerancia ha escalado un paso más y una joven periodista fue citada la pasada semana por la policía, y le impusieron una abultada multa. Mónica Baró, ganadora del prestigioso Premio Gabo en la categoría de Texto 2019, recibió amenazas por las publicaciones que ha hecho en Facebook. Según los represores, su delito es haber difundido "información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas", según el draconiano Decreto Ley 370 que regula la distribución de contenidos.

Parapetados tras el coronavirus medran otros patógenos peligrosos que, con cuello y corbata o charreteras militares, quieren dejar sin "defensas informativas" a la sociedad.
campaña mordazas - The Clinic - Reportajes, noticias, podcast ...
foto de The Clinic Ley Mordaza



Michael Kozak subsecretario de Estado de Estados Unidos para Asuntos del hemisferio occidental dejó ver que el régimen castrista está aprovechando este periodo para aumentar su represión contra la prensa independiente cubana.



El covid 19 arrasa con todo, hasta con los derechos humanos

La crisis del COVID 19 y el consiguiente Estado de Alarma en algunos paises ha suscitado situaciones que creíamos imposibles hace sólo unas pocas semanas. Hasta el punto de cuestionar los derechos humanos de los más vulnerables, las personas mayores y las personas con diversidad funcional.
Persona con traje de protección sostiene en su brazo el globo terráqueo
Por un lado la situación en los hospitales se ha saturado de tal manera que están al borde del colapso en algunas Comunidades Autónomas y esto ha provocado que se traslade a los médicos la decisión de a quien tratar e ingresar primero en las UCIs, así como llegado el momento a quien se le suministra un respirador. Incluso cuando se debe trasladar a un paciente al hospital. Por los medios de comunicación nos hemos enterado que en estas situaciones se utilizan guías o manuales, donde se dan una serie de recomendaciones en este sentido y se prioriza a aquellos que tienen una expectativa de vida mayor o que no presentan deterioros de movilidad o cognitivos.
Por otra parte estamos también conociendo situaciones terribles en residencias de mayores y de personas con diversidad funcional. Falta de recursos materiales y humanos, sin hacer los test para saber si están contagiados o no, tanto residentes como los y las trabajadoras, sin preparación de cómo afrontar las situaciones que se han presentado. 
Sin relevo para el personal contagiado , sometido a una gran presión laboral y emocional. Con fallecimientos masivos de personas mayores en residencias de varios paises. Y además en soledad, ya que se prohibieron las visitas desde los primeros casos generando desinformación en los residentes y sus familias, que no saben que está sucediendo dentro ni en ocasiones como ésta su familiar. 
El estremecedor testimonio de una persona mayor desde una de las residencias más afectadas resume la situación: «Es la forma más sibilina de morir que he visto en mi vida. Convivimos con la muerte».
Esta situación es ética y moralmente inaceptable. Y atenta contra los derechos humanos, pues presupone una discriminación hacia determinadas personas. Todos los seres humanos tenemos la misma dignidad intrínseca y el mismo valor por el hecho de serlo. Debemos ser tratados igual tanto en hospitales como en residencias.
Conviene recordar además que son las personas mayores, aquellas nacidas en las primeras décadas del siglo XX que ahora tienen más de 70 años, las que con su trabajo, esfuerzo y sacrificio han construido lo que conocemos como Estado del Bienestar, que es lo que nos está permitiendo afrontar la situación. 
Son las que pusieron los pilares en la transición para que disfrutemos hoy en día de una democracia moderna y un Estado de Derecho. Estado de derecho que no debería permitir esa discriminación por vulnerabilidad, porque va contra su propia esencia.
La calidad de un Estado, de una sociedad se mide por la protección y el trato hacia las personas mayores y los más vulnerables. No es suficiente con repetir desde las instituciones que no se va a dejar a nadie atrás, porque la realidad demuestra que muchas personas vulnerables ya han quedado atrás en esta crisis que se está llevando por delante tantas cosas. Y de la que tendremos que sacar conclusiones para no repetir los errores cometidos.
Es necesario revertir la situación de manera urgente, hacer test masivos y suministrar el material de protección necesario a las residencias y a personas que trabajan directamente con aquellos que necesitan apoyos para realizar las actividades de la vida diaria. Aliviar la presión que hay en estas instituciones contratando personal y acercar a las personas mayores a sus familiares a través de las nuevas tecnologías, para mantener las informadas y en contacto.





by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ