Si antes de las protestas de julio 11 el cubano vencía el miedo para manifestar públicamente su descontento e inconformidad ahora se enfrenta al terror desatado por el gobierno. Sin embargo, cuando las personas son llevadas masivamente a una situación existencial extrema en que pueden morir por falta de atención médica y alimentos, el terror ya no resulta eficaz para inmovilizarlas.
El espíritu de las manifestaciones públicas de protestas de agosto se puede resumir en las palabras del artista
Ariel Maceo: “
Cuba decidió ser libre y contra eso no hay decreto, persona, ejército que pueda”.
EL ESTADO DE TERROR NO CONTIENE LAS PROTESTAS
Después de la rebelión nacional del 11 de julio, el Estado desplegó un amplio arsenal de medidas represivas contra la población:
detenciones masivas arbitrarias,
desapariciones forzadas, juicios sumarísimos, retenciones en domicilios, golpizas contra los manifestantes,
torturas contra los detenidos y sus familiares,
amenazas de secuestro a activistas radicados en el exterior, intimidaciones con quitar la custodia de los hijos y entregarlos al Estado, militarización de todas las poblaciones del país, restricciones a las libertad de movimiento local, municipal, y provincial.
Si bien estos métodos brutales fueron usados desde la década de los años sesenta del siglo pasado –cuando con extrema frecuencia también se usaba la pena de muerte aún vigente hoy día– nunca habían sido empleados a esta escala de masividad nacional. Hoy la
represión no es solamente contra opositores y periodistas independientes sino contra ciudadanos corrientes, muchos de los cuales están afiliados a algunas de las instituciones oficiales de “masas” e incluso a la Unión de Jóvenes Comunistas.
Las protestas de agosto confirman una vez más que la
represión masiva, brutal y visible –empleada de forma indiscriminada contra una población que ejerció su derecho constitucional de protesta pacífica–, no ha podido cambiar la tendencia creciente de las protestas que se ha producido mes a mes desde septiembre de 2020. Este nuevo incremento es sorprendente si se tiene en cuenta las recrudecidas circunstancias en que ahora se sostienen y crecen esas protestas.
CIBERDELITOS SEGÚN EL PARTIDO COMUNISTA. El periódico Granma publica una Cronología de Ciberataques para justificar el Decreto Ley 35. La denuncia de la escasez de oxígeno en los hospitales cubanos se considera un ciberataque (15 de agosto)
EL DECRETO LEY 35
El gobierno introdujo una nueva legislación represiva para ampliar los poderes del Estado para detectar y someter insumisos. La adopción del Decreto Ley 35 para intervenir, controlar y censurar la plaza pública digital, donde también se desarrollan las protestas, es la mejor muestra del uso del terror por el gobierno contra la población y también del miedo de la élite de poder a perder el control sobre cualquier espacio público.
En lo adelante no solo las boinas negras del Ministerio del Interior y las boinas rojas de las Fuerzas Armadas recorrerán las calles con sus armas y bastones. A ellos se suma ahora un ejército digital dedicado al patrullaje virtual de las redes sociales a la caza de expresiones críticas y disidentes. Los “capturados” por estos vigilantes pueden ser sancionados a que le cierren sus cuentas, ser expulsados de sus trabajos o centros de estudios, o incluso ser encausado y condenado a prisión. Los exaltados ciber combatientes parecen proclamar que si bien “las calles son de Fidel”
los espacios virtuales pertenecen a Raúl Castro y Díaz Canel.
Las protestas en agosto que más visibilidad tuvieron en las redes sociales han sido tanto por la
represión –incluyendo las madres de los detenidos y torturados–, como por la pésima gestión y falta de transparencia con relación a la
pandemia. De las 175 protestas por motivos económicos, sociales y culturales, 159 de estas fueron generadas por la imprevisión y mal manejo de la crisis del Covid19 por parte del gobierno.
SE DERRUMBÓ EL ÚLTIMO MITO: CUBA NO ERA UNA POTENCIA MÉDICA
La isla ha pasado a ser el país más contagiado de las Américas. El Estado sigue escamoteando las cifras de defunciones por Covid y su fracaso en la gestión de esa crisis. Pero las señales están por doquier: se amplían los cementerios, no las capacidades hospitalarias, pese a las vacunaciones masivas con el candidato vacunal Abdala.
Las protestas no son motivadas por la
pandemia del COVID. La causa es la decisión política de asignar pocos recursos al sistema de
salud para dedicarlos al turismo y la construcción de hoteles.
Más del 50% de las muertes son producidas por falta de oxígeno, medicinas y terapias adecuadas. Provincias como Ciego de Ávila, Villa Clara, Cienfuegos, Pinar de Río, Matanzas, Santiago de
Cuba y Holguín que han sido particularmente golpeadas por el Covid coinciden con un mayor número de protestas por ese motivo.
Las añejas narrativas oficiales para culpar al “bloqueo” han entrado en crisis.
Médicos y población emplazan al gobierno a que explique por qué no se compraron vacunas certificadas, ni equipos de oxígeno y de protección mientras las empresas militares de
GAESA invirtieron miles de millones de dólares en nuevos hoteles de lujo. En agosto hubo 20 acciones cívicas reclamando “Donde está mi dinero” y “Queremos medicinas no armas”.
EL GOBIERNO CADA VEZ MÁS DESACREDITADO
Las organizaciones paraestatales que los agrupan ─como la Unión de Artistas y Escritores de
Cuba (UNEAC) y la Unión de Periodistas de
Cuba (UPC)─ solo pueden obtener declaraciones en apoyo del régimen por medio de “dirigentes” sometidos a la línea gubernamental.
El descrédito y rechazo no solo se centra en los dirigentes gubernamentales. Se extiende hacia aquellos que intentan lavar la cara del gobierno, desde el vocero Humberto López del Noticiero Nacional de Televisión,
hasta la santera del barrio habanero La Güinera.
PARTIDO COMUNISTA DESPRESTIGIADO E IMPOPULAR
Los
esfuerzos ridículos de Díaz Canel por recuperar prestigio imitando a
Fidel Castro se vuelven contraproducentes. Sus intentos de darse un baño de masas viajando en un BMW blindado a dos barrios pobres de la capital, trayendo su propia “masa” de escoltas vestidos de civil y funcionarios, han resultado patéticos. Haga lo que haga, su prestigio ha quedado dañado para siempre por haber convocado a la violencia contra los manifestantes del 11 de julio.
Díaz Canel no solo es la “cara del gobierno”, es también el Primer Secretario del único partido político en la isla: el Partido Comunista de
Cuba (
PCC). La impopularidad del personaje se extiende entonces al comunismo y al
PCC. Varias etiquetas en las redes lo confirman:
#AbajoLaDictadura, #Noqueremosmásdictadura o #AbajoelComunismo.
LA NUEVA OLIGARQUÍA CUBANA
Cada vez más cubanos comprenden que la sociedad cubana está siendo explotada por una oligarquía criminal y totalitaria. Se popularizan en las redes sociales los epítetos: “El cartel de La Habana” y “Narcoestado” para referirse al gobierno de
Cuba, en particular a los militares de
GAESA y al clan vinculado a
Raúl Castro.
CONCLUSIONES
Reprimir las protestas públicas sin resolver los conflictos que las generan solo ha logrado agravar y extender la confrontación con el gobierno.
La rebelión nacional del 11 de julio sigue viva –como las cenizas de una fogata que puede reanimarse en cualquier momento. Los conflictos –sociales, económicos, políticos, civiles y culturales– que generan protestas son creados por el sistema vigente, no por “malvadas fuerzas externas”. Y el gobierno sigue sin entender que la
represión agudiza los conflictos, no los elimina.
Ofrecer migajas para apaciguar las protestas sin hacer reformas reales para resolver los conflictos sólo garantiza nuevas rebeliones populares.
La oferta de algunos productos adicionales, la suspensión de los precios topados o una
ley de desarrollo de la pequeña y mediana empresa que se enfoca más en el control que en el apoyo a los emprendedores solo incrementará la conflictividad nacional.
Otra explosión nacional no es solo posible sino muy probable, aunque la próxima vez puede que tenga otras características.
¿A QUÉ LLAMAMOS MANIFESTACIÓN PÚBLICA?
Son todas aquellas acciones, de muy diversa índole, que expresan de forma pública, sea de manera individual o colectiva, el rechazo ciudadano a disposiciones oficiales, instituciones o autoridades.
Ese rechazo y crítica pública puede ser expresión de protestas por temas políticos y de derechos ciudadanos o vincularse de forma directa a demandas populares en cuestiones sociales, económicas y culturales como son los problemas de vivienda, agua, alimentación, transporte y censura artística o intelectual.
Dichas manifestaciones pueden tomar la forma de protestas callejeras, pintadas de muros, colgar carteles, corear consignas, negarse en público a cumplir órdenes policiales o administrativas, realizar una marcha, procesión, sentada o misa no autorizada, distribuir volantes, hackear sitios oficiales o crear otros falsos, repartir publicaciones impresas o digitales prohibidas, distribuir memes y chistes satíricos de las políticas gubernamentales y muchos otros más.
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