miércoles, 17 de junio de 2020

Carta: "A mi padre que está en el cielo, te recuerdo hoy y siempre"


"Han pasado 3 años desde que te fuiste, y confieso que esos años se me hacen días, porque aún no puedo creer que no te tenga más en mi vida.

Tu partida fue la etapa más dolorosa de mi vida, porque sin duda fuiste el mejor padre. Dios te llevó en el momento menos esperado y sin previo aviso, te llevó cuando yo estaba empezando a madurar, cuando mi adolescencia estaba terminando, cuando mi vida empezaba a ser aún más feliz. Tu partida no me dio tiempo a poder despedirme de ti, tenía tantas cosas por decirte, tanto por agradecerte.

Hiciste de mi infancia y niñez, las etapas mas bonitas de mi vida, etapas inolvidables llenas de viajes y experiencias. Has hecho de mi vida la mejor, no me cabe duda de que cumpliste muy bien tu labor de padre. Nunca hiciste que me faltara nada, y siempre te encargaste de hacerme feliz.
Y confieso que ahora todo se me es difícil. Quisiera poder ser capaz de llegar a casa y poder contarte cómo me fue.
Quisiera poder sentarme en tu regazo y que sepas de las caídas y logros que estoy teniendo. Quisiera llegar a casa con la esperanza de que por la noche tu beso de despedida estará para mí, que tu abrazo siempre será mi mejor abrigo.
Quisiera recibir una llamada tuya y escucharte aconsejarme en mis días de poca tolerancia. Quisiera que me llamases la atención por las cosas tontas que hago y me brindes tu apoyo incondicional como solías hacerlo.
Siempre me decías que debía elegir bien la persona la cual me enamoraría, y siempre te dije que mis expectativas eran altas. Porque quiero a alguien especial alguien que ame tanto a su familia de la manera en que tú lo hacías, alguien que se preocupe tanto por sus hijos y siempre sorprenda con detalles inesperados, alguien que se ponga en manos de Dios como tú lo hacías, alguien que sea capaz de encontrar en las cosas pequeñas las más grandes alegrías.
Me haces mucha falta, y puedo decir que siento un poco de envidia al ver como amigos míos tienen a sus papás con vida y no saben valorarlos.
Le estoy agradecido a Dios por haberme dado un padre tan maravilloso por tantos años; guardo cada recuerdo a tu lado, cada sonrisa, cada llanto, cada momento de felicidad que pasamos en familia.
Gracias por todos los momentos que vivimos, por todos los valores que en mí inculcaste, por enseñarme que a pesar de las circunstancias siempre debemos luchar por lo que queremos, por demostrarme que una sonrisa puede cambiar muchas cosas.
Sin duda te amo y sé que cada vez nos falta menos para poder vernos, mientras tanto seguiré con todo lo que querías que yo fuese, un inmenso abrazo y un gran beso de aquí hasta el cielo.Te amamos mucho."

CARTA DE UN PADRE


Para los que tenemos la suerte de ser padres ¡y para los que lo serán algún día...!

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor. Te regañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta.


Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te regañe para que fueras a cambiarte de inmediato.

Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mi tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal.

Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte.

Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido. Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa.

A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto.

Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude.

¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido? Luego escuché unos golpecitos en la puerta.

"Adelante" dije adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te miré con seriedad y pregunte: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte?

No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente.

Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla.

Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana papito" me dijiste.

¿Qué es lo que estaba haciendo? ¿Por qué me desesperaba tan fácilmente?

Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mi y ciertamente no eras igual. Tu tenías unas cualidades de las que yo carecía, eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabías demostrar amor. ¿Por qué me costaba tanto trabajo?, ¿por qué tenía el hábito de estar siempre enojado? ¿Qué es lo que me estaba aburriendo?. Yo también fui niño? ¿Cuando fue que comencé a contaminarme?. Después de un rato entré a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado.

Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé.

Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lagrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.

Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.





martes, 16 de junio de 2020

Hasta un 35% de pacientes en UCI por Covid-19 presenta daño miocárdico

Las patologías cardiovasculares también cobran protagonismo en las afecciones producidas por la Covid-19, además del daño pulmonar. Entre un 25 y un 35 por ciento de los pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con Covid-19 han sufrido daño miocárdico. Así lo señalaba la jefa del Área de Críticos del Hospital Parc Taulí (Barcelona), Ana Ochagavía, en un seminario online de La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) en colaboración de Ferrer.
Bajo el título ‘Patología cardiovascular en el paciente con Covid-19’, expertos intensivistas abordaron cómo el coronavitus afecta al sistema cardiovascular desde diferentes puntos de vista.
Ochagavía señala cómo el coronavirus interactúa con el sistema cardiovascular pudiendo incrementar el riesgo de daño miocárdico agudo. De esta forma, provoca arritmias, más frecuentes en pacientes con Covid-19 en UCI, el 44,4 por ciento, que en los que no requieren cuidados intensivos (6,90 por ciento), señalan en un comunicado.
A las dos o tres semanas de infección puede provocar también miocarditis y una elevación de biomarcadores de daño miocárdico. Sin embargo, existe un bajo porcentaje de infarto agudo de miocardio de tipo isquémico.
La detección del daño miocárdico es “una señal de alarma”, ya que empeora el pronóstico, señala Ochagavía.
El patrón de intervención en estos casos no es diferente al que se requieren en otras infecciones, por lo que la experta recomendó no modificar los protocolos al respecto y realizar ecocardiografías para evaluar la función cardiaca y el estado hemodinámico.

Hipertensión arterial y Covid-19

Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina fueron cuestionados ante el riesgo de su uso para el control de la hipertensión arterial y su asociación con una mayor mortalidad en pacientes afectados por el virus.
El intensivista del Hospital La Paz (Madrid), Pablo Millán, expuso que no se ha demostrado que los antihipertensivos se asocien con un mayor riesgo de infección, ni peor evolución durante la enfermedad. Una afirmación que sostenía tras hacer referencia a varios estudios internacionales.
Millán apela por seguir administrando los mismos fármacos habituales.

Optimización de soporte

Por su parte, el intensivista del Hospital de Jerez de la Frontera, Ignacio Monge, exponía las directrices para la optimización en el soporte hemodinámico en estos pacientes. Además de la infección directa y las comorbilidades previas, se ha comprobado que las propias terapias administradas pueden ser un factor más de inestabilidad.
Los pacientes pueden desarrollar hipovolemia, vasoplejía (derivada de los altos niveles de sedación), embolia pulmonar o disfunción cardiaca por daño directo del virus al miocardio. 
Un estudio que desarrolla la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC) ha cifrado en un 77,3% el número de pacientes COVID-19 que ha necesitado soporte vasopresor. Otros estudios elevan esta cifra al 95% de los enfermos.
Ante la importancia de minimizar la afectación derivada del soporte hemodinámico, el doctor Monge recomienda el mayor grado de personalización posible, con una monitorización mucho más exhaustiva que la desarrollada hasta ahora durante la pandemia.

Soporte ECMO y Covid-19

Por último, María Paz Fuset, intensivista del Hospital Univ. de Bellvitge (Barcelona), cerró el seminario exponiendo el uso de soporte de oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO) en el paciente con COVID-19, una necesidad que ha ido en aumento de forma exponencial durante la pandemia. De hecho, España es el segundo país de Europa que más pacientes con coronavirus ha asistido mediante ECMO, solo por detrás de Francia. 
“La asistencia mecánica permite ganar tiempo para diagnosticar y tratar al paciente”
Para ello, se da soporte respiratorio, cardiaco o cardio-respiratorio, según las necesidades de cada caso. La doctora recomendó el uso de la ECMO en parada cardiorrespiratoria solo en centros donde exista un programa hospitalario previo y nunca de forma extrahospitalaria. Al mismo tiempo, abogó por una centralización de los casos en centros de referencia, al ser una técnica que exige alta cualificación en pacientes con COVID-19. 
El coronavirus es extremadamente peligroso en pacientes cardiovasculares
SEGUN : La Agencia Latina de  Noticias de Medicina y Salud Pública
El covid-19, también conocido como coronavirus, está causando un serio problema de salud pública a nivel mundial. No solo genera mortalidad, sino que, según datos extraídos del Equipo Epidemiológico de Respuesta de Emergencia a la Neumonía del Nuevo Coronavirus, esta enfermedad es extremadamente peligrosa en pacientes con enfermedades cardíacas, respiratorias e inmunológicas.

Falta de conocimiento

Una de las principales preocupaciones frente al padecimiento del coronavirus, es que aún existe mucho desconocimiento frente a la enfermedad. Así lo afirmó, Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica en un artículo de La Razón.
Sin duda, lo que parece claro es que lo más peligroso pasa porque se produzca la combinación de una neumonía bacteriana con la causada por el Covid-19, ya que eso puede desencadenar un g1rave pronóstico e incluso el fallecimiento del afectado”.
Igualmente, el experto hace hincapié sobre quiénes tiene mayor riesgo de estos trastornos. Algunos son:
  • Trasplantados
  • Pacientes sometidos a tratamientos oncológicos
*Las anteriores pueden presentar una evolución más grave, pues el virus puede descompensar su enfermedad previa.

Personas que sufren enfermedad coronaria

. La razón, está relacionada a que el covid-19 sobrecargaría el corazón, lo que ocasiona un daño al músculo cardíaco, conocido como miocarditis.
“Cualquier infección, también la causada por el Covid-19, produce una sobrecarga para el corazón. Si hay insuficiencia cardiaca el virus puede producir una congestión (acumulo de líquido) en los pulmones, lo que complicará la respiración y probablemente el curso de la infección respiratoria, aumentando las probabilidades de dificultades, explica Juan Cosín, presidente de la Asociación de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC)”.

Pacientes con diabetes e hipertensión

La hipertensión y la diabetes son dos enfermedades con gran prevalencia actualmente. Los expertos afirman que los pacientes con estas patologías tienen un riesgo mucho más alto de contraer coronavirus. Anna Novials, presidenta de la Sociedad Española de Diabetes recomienda que:
“Resulta esencial que las personas con diabetes mantengan el mejor control metabólico posible, para estar preparados ante un posible episodio infeccioso, ya sea por este virus o por otro”.
Frente a la información antes expuesta, toma las medidas preventivas para evitar el coronavirus. Algunos consejos que puedes implementar son:
  • Lavarse las manos varias veces al día
  • Evitar saludar de mano, beso o usando contacto físico
  • Realizar procesos de asepsia constantemente de todos los objetos personales

¿Estamos realmente protegidos los cubanos ante el ataque de esos “bichitos” chinos?


Nadie en el mundo quiere enfermarse, que le dé un dolor o una tosecita que no se me quita.

Nadie en su sano juicio quiere estar ingresado en un “sanatorio”, asistir a cualquier entidad médica por una urgencia o, sencillamente, hacerse análisis de sangre, pipi o caca.
Covid-19 contra Homo Sapiens » Avance y Perspectiva

Pero enfermarse en Cuba, tener que ir a un hospital en Cubita la “potencia médica mundial”, hacerse una simple plaquita de rayos X en un Policlínico o tener que adquirir algún medicamento para los males del alma o el cuerpo, estoy seguro que mucho, pero muchísimo menos.

En Cuba cuando las personas se enferman se enferman dos veces. Una del “mal que nos aqueja” en sí y la otra del estrés que provoca ingresar en un hospital y enfrentar la medicina de “campaña”, la medicina “en tiempos de guerra”, a la que ha obligado la revolución del picadillo a todos los cubanos de infantería.


Una verdadera tragedia existencial, curativa, estresante, con centros asistenciales destruidos, con escasez de lo más elemental para el sana, sana, culito de rana y un alto por ciento de improvisación por parte de los especialistas que intentan devolverle un poquito, un alguito de vida, de esperanza, al cuerpo de los seres cubanos.Las claves para evitar la propagación del coronavirus

Aun con la gran campaña orquestada por fidel castro, y mantenida por la propaganda castrista, desde hace más de sesenta larguísimos años, de que nuestro país es una potencia médica mundial, la realidad objetiva, la concreta, el Meprobamato, la Dipirona que están en falta, es que el cubano de Cuba, el hombre y la mujer humilde de pueblo, cuando se enferman, cuando tienen la más mínima dolencia, miran al cielo y suplican pidiendo auxilio porque allí, en la “fortaleza sanitaria del comandante en jefe”, se entra a un hospital por una cosa y se puede salir con muchísimas otras.


Este es uno de los temas más sensibles sobre el que se puede escribir o hablar. Duele hacerlo. Y lo hago desde la razón y la experiencia que viví cuando mi madre enfermó y la hospitalizaron en el Hospital Clínico Quirúrgico de Santa Clara.

Historias y vivencias como la mía existen muchas, montones, cada cubano tendrá su opinión porque es muy difícil salir ileso, a nivel del espíritu, digo, cuando se ha tenido a un familiar, a un amigo querido o simplemente a un conocido ingresado en un hospital castrista de los que dicen ser gratis y “para el pueblo”.

Los ojos son para ver, el cerebro pa’ pensar y la vergüenza para no tener que mordernos la puñetera lengua…

La asistencia médica en Cuba es, según el castro-comunismo, “gratuita”. Digo asistencia médica porque la salud es otra cosa y esta, en nuestro país, sale más cara que el carajo. Estar totalmente sano en Cuba es una realidad virtual, una “sintomatología” muy extraña que tenemos que poner en dudas pues to’l mundo sabe que cualquier indicador, desde los nacidos vivos, los muertos, muertos, los enfermos anémicos cerebrales y hasta los contagiados con estos traicioneros “bichitos” chinos de China, son falseados por ese régimen dictatorial para ocultarle al mundo el desastre en que estamos viviendo los seres cubanos.

Porque la realidad más absoluta es que la peor “pandemia” que sufrimos nosotros es la vida miserable, la angustia y el hambre a los que estamos condenados por culpa de esa maldita revolución del picadillo, un virus letal que nos mata el cuerpo, nos destroza “el mondongo” de pensar y nos tiene a casi todos “locos” con una salud mental hecha una mierda.

Es obvio que en Cuba, para gran parte de los cubanos, este aspecto está bien jodido, no puede existir una buena salud mental cuando se tiene que sobrevivir diariamente, en el exacto sentido de la palabra, desgastándonos en la búsqueda de lo más elemental como son los alimentos para nuestras familias y nuestros hijos.

Salvar la vida en Cuba es una tarea titánica, enfermiza y muy dolorosa. Un reto a la salud humana de la que no escapa nadie pues el cubano no ha terminado de meterse el último bocado de “algo” en la boca y ya está pensando, o tirándose a la calle, para conseguir el próximo.

No es justo, así cualquiera se enferma, y la verdad “verdadera” sobre este tema sólo la tiene el pueblo de Cuba, ese pueblo al que se niegan oír y sólo utilizan para orquestar y hacer sonar las campanas ideológicas de un socialismo “bueno”, preocupado y humanista.

Pero solo el cubano de a pie sabe de qué estoy hablando.

by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ

Cuba: Un país herido de muerte por la hipertrofia comunista y el miedo de su pueblo.


Me han escrito algunas personas-castristas muy molestas, histéricas, bravísimas, cuchillo en boca, prestas a “abordarme” y “matarme”, ofendidas y llorosas porque dicen que yo nada mas sé sacarle los trapos sucios a la revolución del picadillo: “Con tanto que hizo la revolución por ti y mira cómo le pagas”.

Terrible, a estas alturas del partido, y con esa cantaleta…

Por eso yo siempre digo que el que nace pa’ comunista del cielo le caen las consignas, los letreros, las marchas, el hambre y las patadas por el c…

Y desde aquí, desde mi rincón de pensar, puedo olerles la intolerancia, el churre ideológico, la costra-castro-castrista, el alma empercudida y la lengua hedionda de tanto comer pancartas con los viva fidel, te extraño mucho comandante, socialismo, estamos más muertos que vivos y somos la continuidad del hambre, la miseria y la agonía.



Estos individuos me atacan por chat o dejan sus comentarios soeces y repugnantes al pie de mis publicaciones, me critican con “fervor patriótico” porque según ellos todo lo que hablo sobre Cuba es malo, malísimo, sin fundamento, con un odio que me brota de las entrañas y que no puedo disimular.

Definitivamente, para estos castristas, la mayoría camuflados en un exilio al que ultrajan con total desfachatez ultramarina, la Patria se ha convertido en una mala palabra, no saben defender una idea si no es con ataques personales o palabrotas del segmento mundano y vital.

Tratan, quieren reeducarme en las artes del “comportamiento socialista” y me dicen que los problemas de la Cuba de fidel no se ventilan públicamente: “Tienes una lengua muy viperina… desgracia’o, eres un hijo de puta y un gusano muy retorcido, no ves que la imagen que das de tu país es muy negativa”.



Además me escriben otros horrores, que no puedo mencionar aquí por respeto, y me ponen nuevo, nuevecito, como si me dieran un mitin de repudio pero “online”.

Entonces yo pregunto: ¿Dónde estaban estos pedagogos y defensores de la Patria cuando fidel castro y todo su séquito de la “unanimidad”, en plena televisión estatal, en una sesión del Parlamento, se burlaron pública y groseramente de la “inventiva” de los cubanos para resolver sus necesidades?

O acaso me van a decir que ese mal nacido lo hizo con “ingenuidad socialista” o ejerciendo la “amorosa” critica revolucionaria. Hablo de ventiladores puestos a funcionar con cualquier cosa, ollas de presión rescatadas de las “bajas presiones”, planchas de Pancha plancha con cuatro planchas adaptadas como hornillas eléctricas, en fin, la lista es interminable, del mismo tamaño que la necesidad y la miseria que ha padecido el pueblo cubano por más de sesenta larguísimos años gracias a esa maldita dictadura.

Yo, desde mi modesta, inadvertida, desconocida e insignificante existencia, no he sido quien ha llenado a Cuba y ha hecho padecer a su pueblo de calamidades, necesidades, carencias, ausencias, hambre, dolor, sufrimiento, calor, frío, humedad, moho, fosas sépticas reventadas, goteras, derrumbes, colas interminables y desesperanza, perdónenme “queridos” castristas, simpatizantes y otras lacras pero no, no fui yo, fue fidel castro, el mismitico que está metido a la fuerza dentro del cambolo de Santa Ifigenia, a ese y a su hermanito son a quienes tienen que pedirles cuentas por burlarse continuadamente de todos nosotros incluyéndolos a ustedes.

Yo, simplemente, cuento lo que viví en Cuba, es cierto que a veces exagero un poquito o se me va la mano con esto o aquello, pero créanme que todo es creíble, los horrores, consecuencias del castrismo en nuestro país, superan mis escritos por mucho, muchísimo…, mis anécdotas en realidad son nada comparadas a lo que tienen que vivir la mayoría de los cubanos de infantería en un país que vive a oscuras, desde el 1 de Enero de 1959, la mayor parte del tiempo.

En ocasiones, cuando tengo duda en algún tema, o no me acuerdo con exactitud de algo importante, llamo a mi amiga la cínica que es mi mejor fuente de información, a esa sí tienen que tenerle miedo. Pero no se asusten, a ella no le gusta escribir.

Les advierto, por si les va a dar un ataque que les dé ya, nunca esperen de mí que hable bien de ese régimen de mierda, que “alardee” sobre los “logros” inexistentes de la dictadura castro-comunista, que defienda a sus tiranos y “papaloteros” sin frenillos, que justifique la desgracia culpando a terceros (embargo económico) cuando el único que recontrajodió la vida y la existencia de Cuba y los cubanos se llama fidel castro.

Dejen de joder con la misma cantaleta porque ya nadie se la cree.

by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ

En Cuba, con tanta miseria y tanta dictadura, algunos perdimos la razón y otros la dignidad.


Duele decirlo, avergüenza tener que admitirlo, lacera reconocerlo, lesiona aceptar que es cierto, pero la verdad, la más racional, dolorosa y auténtica verdad, es que los cubanos, en una inmensa mayoría, o estamos medio trastornados por tantísimos años de soportar esa maldita dictadura o somos unos sinvergüenzas, de marca mayor, por entrar en contubernio, “por unos dólares más”, digo, por un poquito de picadillo de soya más, con la peor dictadura, la más criminal, asesina y hedionda, que ha existido en toda la historia de la humanidad.



Así, desafortunadamente, se nos está yendo, largando o nos está abandonando la cortísima vida de vivir que el Señor nos dio. Nos estamos quedando petrificados en el tiempo y en el espacio por ser tan comemierdas, tan sumisos y tan mequetrefes, al dejarnos manipular, utilizar o al servir, a una dictadura que, a simple vista, nos exprime como frazada de piso y nos endilga sus bajas pasiones para que sus parásitos tiranos vivan sin tener que trabajar. Y aquí me refiero a todos, a cualquier sinvergüenza, esté en la “orilla” que esté, que desde una posición pública se aproveche y lucre con el dolor y el sufrimiento de los seres cubanos.



Por eso siempre digo que la famosa libertad que tanto cacareamos, y que algunos utilizan como “vaudeville lentejuelero”, nos va a costar mucha sangre, mucho reacomodamiento neuronal y muchísimo civismo pues entre que nos hemos quedado casi todos locos, y la cantidad de oportunistas, descarados y arribistas que hay viviendo de la gran tragedia nacional cubana, a la dictadura castrista, a la revolución del picadillo, sencillamente les quedan la mar de años en el poder y a nosotros los cubanos, a todos sin excepción, tener que soportar, sufrir y padecer, el mismitico desastre existencial que llevamos aguantando durante estos más de sesenta larguísimos años.


Para algunos esta desgracia nuestra se ha convertido en un deporte, en un juego de enriquecimiento lícito, en una manera de sobresalir y ostentar el oportunismo depredador que caracteriza a los vivos que viven de los bobos pues para nadie es un secreto, es más, es el sello distintivo de las últimas seis décadas de nuestra desgarradora historia “revolucionaria”, que hemos hecho del tema de la libertad de Cuba una industria multimillonaria donde el mayor beneficiario es el régimen castro-comunista, con toda su comparsa de chulampines vanidosos, y los grandes perdedores, quienes nos hemos llevado la peor parte en este jala-jala de hijos de puta, somos los cubanos de infantería que nos quedamos, una inmensa mayoría, pa’ cagarnos y no ver la mierda, así de simple.



Dice mi amiga la cínica que, si los cubanos queremos liberarnos de verdad de esa maldita revolución castrista, lo primero que tenemos que hacer es “limpiarnos” de tanta corrupción “patriótica”, eliminar a tantos “líderes espirituales” que se han adjudicado el derecho de hablar por nosotros, abolir la esclavitud emocional que nos embota las entendederas y entender, de una buena vez, que quienes lucran con nuestro dolor, con nuestra miseria, con el hambre insoportable que padecen nuestros hijos, son tan enemigos de la libertad como los oprobiosos dictadores enquistados en el corazón de esa Cuba nuestra que ya, la pobre, con tantos años de maltratos consecutivos, de pícaros viviendo de ella, parece un guiñapo, un rastrojo o un adefesio de isla luchando con sus uñas carcomidas pa’ no hundirse en medio de ese mar bravío.


Y yo agregaría que los imbéciles útiles también ponen su granito de estiércol en este desastre. 

Los que se dejan arrastrar a campañas festivaleras y apoyan “inocentemente” iniciativas que, lejos de dar solución a la tragedia, de enviar siquiera un mensaje positivo, alargan la vida de esa malformación tiránica para que continúe haciendo y deshaciendo en un país al que no le cabe una porquería más.

He ahí mi dolor cuando veo el entusiasmo atolondrado en el que hemos convertido la lucha anti-castrista. No queremos darnos cuenta que esa dictadura criminal se aprovecha hasta de los buenos gestos para imponerse, para rejuvenecer y para extender sus “quemaduras” a todo un pueblo.

Y esto que voy a decir, para terminar, me duele mucho pero no puedo dejar de pensar en ello, la independencia de Cuba, la libertad de todos los seres cubanos, están heridas de muerte, agonizan desesperadamente porque nosotros, todos los cubanos, toditos, toditos, o nos hemos trastornado con tanta miseria, tanta hambre y tanto sufrimiento o utilizamos este tema tan sensible, tan doloroso y tan triste, como un medio de vida o como la “fuente de la eterna juventud”.

by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ

Hambre, desolación y muerte, los ingredientes principales de la ideología socialista


Los muy descerebrados lo hacen hasta que les pisan los juanetes, les ponen la caña a tres trozos, los obligan a hacer algún “sacrificio” demasiado grande por su “amada” revolución del picadillo o, sencillamente, les pasan la chaveta de la “justicia revolucionaria”, tan pegadita a sus cuerpos, que del susto saltan como ratas maromeras hasta que aterrizan en la Ciudad de Miami.


Está más que demostrado que los castristas, y sus “defensores”, apoyan esa sangrienta dictadura con el descaro, la desfachatez, la idiotez y la intolerancia más grandes del mundo.


La historia que hemos vivido los seres cubanos, durante más de sesenta larguísimos años, ha documentado miles de casos de los siquitrillados del castrismo, los mismos que un día querían comerse ellos solitos toda la candela del socialismo y al día siguiente, cuando les pasaron la cuenta por algún “desliz”, se quieren tragar toda el agua del Almendares, digo, de los Everglades, despotricando contra sus antiguos amos y diciendo que los huesitos que les daban eran una miseria mientras los castro se comen la carne, las masitas limpias y la salsita con pan.


Porque, para decir verdad, el pan es muy importante cubanos, el pan es vida y es libertad.


Y es que el pan en Cuba, desde hace más de veinticinco años, desde que lo racionaron a uno al día por persona, se ha convertido en un símbolo para demostrar la ineficiencia, la brutalidad, la incompetencia y el abuso de una dictadura totalitaria que se empeña en matar de hambre a todo un pueblo y, además, decir que lo hace por nuestro bienestar.

Dice mi amiga la cínica que eso es una cosa muy seria, y muy triste, pues existen varias generaciones de seres cubanos que nunca han conocido la libertad del pan y que sus vidas, desgraciada e increíblemente, ha estado marcada por la ausencia total del alimento más universal de todos.



Por cierto: ¿raúl castro o mariela castro también entran en esa macabra restricción de un pan al día?


Pero, bueno, el hambre que hoy pasamos, día tras día, la que sufren nuestros hijos y nietos, fue una elección nuestra, fue nuestra decisión cuando ebrios de un nacionalismo tortillero abrazador le abrimos las puertas de nuestra muralla nacional a Satanás y a sus “satanitos”.

Con el fatal cuento de una “revolución” el castrismo transformó en asesinos a casi todo un pueblo. Nos hipnotizó de tal manera que los gritos que dábamos de paredón, paredón, paredón, nos convirtieron en cómplices, en malditos, en criminales y en merecedores de muchas de las desgracias que hoy estamos padeciendo y que son consecuencia de entregarle a esa hedionda dictadura nuestra dignidad, nuestra vergüenza, nuestro amor por Cuba y nuestros “huevos”.

Porque en la vida real la dictadura castro-fidelista no es más que una maquinaria de deshacer voluntades, de doblegar conciencias, de complotar multitudes bajo el miedo y el terror, bajo el chantaje, la prostitución espiritual, el engaño y la traición.

Esa mierda de “justicia social” en la que muchos creímos ciegamente fue y es aplicada, lo mismo para exigirnos más y más sacrificios por fidel y la revolución, que para reprimir manifestaciones de descontento contra el régimen, destruir a opositores y disidentes que luchan por una Cuba libre, que hasta para formar “tira y encoge”, bretes y chismes entre cubanos, pa’ ver “quién la tiene más grande”.

Yo nunca he podido explicarme cómo pudimos ser tan indolentes, tan ingenuos y por ende partícipes de la hijeputada más inhumana, más repugnante, más asquerosa y más despreciable que “ojos humanos han visto”. Una aberración ética que sepultó el civismo, la cordura, el sentido común y la vergüenza de una nación y de un pueblo que eran capaces de reconocer las injusticias a veinte leguas de distancia.

Porque ese revoltillón, perdón, esa revolución del picadillo que tanto apoyamos en nuestros años de hombres nuevos-nuevecitos, siempre fue la fachada de una mente criminal secundada por esbirros con perennes ganas de matar, de asesinarlo todo, que nos utilizó como carne de cañón para sus patrañas y que, por nuestra ceguera, conformidad, inercia y falta de respeto, le costó la vida, y la libertad, a cientos, qué digo, a millones de seres cubanos dignos.

Muchas personas son del criterio que tenemos lo que nos merecemos, que somos, como pueblo, los máximos responsables de vivir la porquería de vida que vivimos y que como mismo una vez aplaudimos al sátrapa, y estúpidamente le ofrecimos todo nuestro apoyo, hoy debemos tomar conciencia e, insisto, exigir que ahorquen a la “china”…

by REINALDO RODRIGUEZ HERNANDEZ